Los mandalas o kyilkhor (literalmente “círculo”) son más que una bonita creación artística; también son un mapa de meditación tridimensional.
Si se aplica el enfoque visual adecuado, lo que sobre el papel parece un sencillo diseño bidimensional emerge como una imagen tridimensional. Los mandalas pueden adoptar forma de cuadro, patrones de arena, modelos tridimensionales y hasta estructuras monásticas completas como, p. ej., Samye. En el caso de los bidimensionales, el enfoque necesario solo puede lograrse a través de la meditación.
El ritual precisa que el adepto visualice 722 deidades con la claridad suficiente como para distinguir hasta el blanco de los ojos al menos durante cuatro horas.
Los laboriosos mandalas creados sobre la arena también ilustran la brevedad de la vida, pues normalmente se borran al cabo de unos días.