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Al llegar la primavera, los cerezos se cubren de flores blancas y rosadas y, provistos de sake, los japoneses organizan fiestas para la contemplación de las flores, llamadas hanami. Algunas fiestas, las más elaboradas, se alargan hasta el anochecer, para ver las yozakura (flores de cerezo nocturnas). Escoger el mejor lugar es cuestión de gustos, pero dos lugares típicos son el Maruyama-kōen de Kioto, con su espectacular cerezo llorón, y el Yoyogi-kōen de Tokio, cuyos prados acogen una semana de fiestas.