El sentido de identidad de Shanghái como una especie de antiguo París oriental está ligado inseparablemente a su arquitectura. La ciudad es un tesoro de estilos arquitectónicos y prueba de ello son sus templos budistas, chalés de la época de la Concesión, acogedoras casas en callejones, grandiosos bancos barrocos, bloques de pisos art déco, torres posmodernistas y espectaculares rascacielos coronados por extravagantes protuberancias propias de una película de ciencia ficción.
El equivalente shanghaiano de las callejuelas hútòng y las casas con patio de Beijing son los callejones lǐlòng (o lòngtáng) y las shíkùmén (casas bajas de puerta de piedra).
Punto de encuentro de Oriente y Occidente, las shíkùmén incorporan elementos como los patios interiores y el énfasis por la iluminación natural de las casas tradicionales chinas combinados con el enladrillado y la disposición de las típicas casas inglesas en hilera.
Desde la década de 1980, los arquitectos han remodelado el perfil de Shanghái de forma llamativa. El espectacular y moderno perfil de Pǔdōng (y partes de Pǔxī,) es prueba de una confianza y un optimismo recién alcanzados que definen la ciudad. Y edificios como la torre de Shanghái reflejan este resurgimiento que ha transformado por completo en menos de dos décadas el legado arquitectónico de la ciudad.
Shanghái dedica más tiempo y energías a construir grandes infraestructuras que a nutrir una palpitante escena creativa, aunque hay que reconocer que lo intenta, y prueba de ello son los nuevos museos que abren cada año. Por eso, a pesar de que uno haya visitado la ciudad anteriormente, siempre encontrará una oferta renovada.
El emblema cultural es el Museo de Shanghái, donde se expone una de las mejores colecciones de arte tradicional del país. Pero no hay que subestimar los pequeños museos y nuevos templos dedicados al arte moderno, donde empaparse de las últimas corrientes sociales y artísticas.
Como todo lo demás en Shanghái, el arte chino es una mercancía gradualmente acaparada por inversores y cazadores de arte extranjeros. Antes de certificar la existencia de una revolución artística, vale la pena reparar en la tendencia del arte chino de las galerías a absorber las necesidades y expectativas occidentales como una esponja multicolor. Sin embargo, gracias a ello no escasean las galerías en Shanghái; las mejores están en M50.