Aquí hace más frío y viento, hay más icebergs tabulares y menos fauna. La región del mar de Ross incluye algunos de los territorios más espectaculares de la Antártida, los puntos de partida de los exploradores hacia el polo Sur y el patrimonio histórico más rico del continente: las cabañas de Robert F. Scott, Ernest Shackleton y Carsten Borchgrevink. El itinerario también incluye las bases científicas activas de EE UU y Nueva Zelanda y varios archipiélagos periantárticos ricos en fauna.
Desde algún puerto australiano o neozelandés se navega un par de días por el océano Antártico, donde, si se es un buen marinero, se puede contemplar su abundante avifauna. En función de la ruta (y del tiempo, siempre impredecible), se puede recalar en la isla Macquarie, la isla Campbell o las islas Auckland, todas ellas famosas por sus aves marinas y ventosos paisajes. Tras recorrer las escalofriantes y heladas costas de las islas Balleny, se puede hacer una breve visita (si el viento lo permite) a los primeros edificios de la Antártida y a la numerosa colonia de pingüinos adelaida del cabo Adare. Luego se pone rumbo al sur hacia el mar de Ross para contemplar la impresionante barrera de hielo de Ross, cuya superficie es casi la de la península Ibérica. Luego se pasa junto al cabo Washington, con una de las mayores colonias de pingüinos emperador del mundo.
A continuación se visita la isla de Ross, donde está el volcán del monte Erebus, con su burbujeante lago de magma. Luego, con un poco de suerte −y si el hielo lo permite−, se llegará al trío de cabañas históricas: la cabaña “Discovery” de Scott, en el Hut Point; la cabaña “Nimrod” de Shackleton, en el cabo Royds, y la cabaña “Terra Nova” de Scott, en el cabo Evans, a la que nunca regresaron el explorador y sus hombres de su fatídico viaje al polo Sur.
La mayoría de los cruceros se detienen en alguna de las comunidades humanas de la isla de Ross, la extensa base McMurdo, norteamericana, y/o en la ecológica base Scott, neozelandesa, para ver de cerca las investigaciones científicas en la Antártida y hacer algunas compras. Varios viajes en helicóptero ofrecen una rápida escapada a los valles secos, con sus rocas esculpidas por el viento y extraños lagos y pozas. A continuación, llega el momento de regresar a climas más templados.