Historia de Buenos Aires

Pedro de Mendoza fundó Buenos Aires en 1536, pero la escasez de alimentos y los ataques indígenas forzaron su apresurada salida en 1537. Otros miembros de la expedición abandonaron la colonia, navegaron 1600 km río arriba y fundaron Asunción (hoy la capital de Paraguay). En 1580 un nuevo grupo de colonos regresó al sur y repobló el asentamiento fundado por Mendoza. 

Durante los 196 años siguientes, Buenos Aires fue un lugar atrasado y un paraíso para los contrabandistas por las restricciones comerciales impuestas por España. A pesar de todo, su población había crecido hasta rondar las 20 000 almas en 1776, año en que España la declaró capital del nuevo virreinato del Río de la Plata.

El Cabildo (Ayuntamiento) cortó sus vínculos con España en mayo de 1810, pero las posteriores luchas por el poder entre Buenos Aires y las antiguas provincias virreinales desembocaron en guerra civil. En 1880 la ciudad fue declarada territorio federal y capital de la nación.

El auge de las exportaciones agrícolas durante las décadas siguientes propició una gran acumulación de riqueza en la ciudad. Los porteños (bonaerenses) pudientes levantaron suntuosas mansiones de estilo francés, millones de inmigrantes arribaron desde Europa, y el Gobierno gastó a manos llenas en obras públicas. Pero aquella prosperidad duró poco. El crack de Wall Street en 1929 asestó un duro golpe a los mercados del país y, al poco tiempo, se produjo el primero de los muchos alzamientos militares. Era el final de la edad de oro de Argentina. 

La pobreza, el desempleo, el deterioro de las infraestructuras, una sucesión de dictaduras militares y los subibajas de la economía castigaron a la ciudad en las décadas siguientes. Pero Argentina sigue en pie, y  Buenos Aires continúa siendo una ciudad efervescente con ciudadanos que resisten y se adaptan a todo, como sus antepasados del período colonial.