Historia de Costa oeste

Historia de la costa oeste de EE UU

Durante siglos, el Oeste ha sido el destino de quienes buscaban una vida mejor. Los primeros en llegar cruzaron el estrecho de Bering, entre la actual Rusia y Alaska, y bajaron al sur, donde se establecieron en comunidades adaptándose al clima y al entorno. Después vinieron los españoles, exploradores como Lewis y Clark, buscadores de oro, los actuales inmigrantes y las industrias tecnológicas. Lo que surja en un futuro estará muy influenciado por el espíritu fronterizo de aquellos que les precedieron.

Los primeros americanos

Los primeros habitantes del Oeste cruzaron el estrecho de Bering hace más de 20 000 años. Cuando llegaron los europeos, de 2 a 18 millones de nativos americanos vivían al norte del actual México y hablaban más de 300 idiomas.

Noroeste del Pacífico

En el noroeste del Pacífico, los primeros habitantes de la costa cazaban ballenas o leones marinos, pescaban salmón y bacalao y recolectaban marisco. En tierra firme cazaban ciervos y uapitíes y recogían bayas y raíces. Los alimentos se almacenaban para el invierno, cuando invertían el tiempo en actividades artísticas, religiosas y culturales. Construyeron piraguas de cedro que les permitieron tejer vastas redes comerciales por toda la costa.

Tierra adentro, las tribus desarrollaron una cultura regional basada en las migraciones estacionales. Durante la migración del salmón, las tribus se reunían en los rápidos y cascadas para atraparlos con red o arpón. En el desierto del sur de Oregón, los pueblos eran nómadas, cazaban y buscaban comida en los lindes septentrionales del desierto de Great Basin (Gran Cuenca).

California

En el año 1500 d.C. en la región de California había más de 300 000 nativos americanos que hablaban 100 lenguas distintas. En la costa central los poblados pesqueros construyeron salas de reunión y saunas subterráneas, donde realizaban ceremonias, narraban historias y jugaban. Los poblados cazadores del noroeste construyeron casas y piraguas de madera de secuoya y los habitantes del suroeste de California crearon cerámicas sofisticadas y desarrollaron sistemas de riego para sembrar en el desierto. Aunque no tuvieran un lenguaje escrito, eso no les impedía cerrar contratos orales ni crear leyes territoriales.

Durante el primer siglo de la colonización española, en 1769, las enfermedades introducidas por los españoles, la esclavitud laboral y la hambruna diezmaron la población nativa de California hasta dejarla en 20 000 almas.

El suroeste y sur de Colorado

Los arqueólogos creen que los primeros habitantes del suroeste eran cazadores. Con el crecimiento de la población, la carne de caza se agotaba y los cazadores tuvieron que ampliar su dieta a bayas, semillas, raíces y frutas. Después del año 3000 a.C. se estableció el primer contacto con labradores del actual México central y se empezó a cultivar la tierra en el suroeste.

En el año 100 d.C. había tres culturas dominantes en el suroeste: los hohokam en el desierto, los mogollon en las montañas y valles centrales y los Ancestral Puebloans.

Los hohokam se adaptaron a vivir en los desiertos de Arizona creando un sistema de riego con aguas fluviales. También construyeron bajas pirámides de arcilla y campos de juego de pelota socavados y rodeados por muros de arcilla. En el año 1400 los hohokam ya habían desaparecido, al parecer por una combinación de factores: sequía, caza descontrolada, conflictos entre tribus y enfermedades.

Los mogollon se asentaron cerca de la frontera mexicana desde el año 200 a.C. al 1400 d.C. Vivían en sencillos poblados, a menudo en mesas o crestas montañosas, elevadas y aisladas. Aunque cultivaran la tierra, dependían de la caza y la recolección. En el s. xiii o xiv (aprox.) los Ancestral Puebloans, venidos del norte, los agregaron pacíficamente a su tribu.

Los Ancestral Puebloans se instalaron en la Colorado Plateau, o zona de las Four Corners (cuatro esquinas), dejando un rico legado arqueológico y poblados antiguos en el suroeste aún hoy habitados. Sus descendientes viven en comunidades indias Pueblo de Nuevo México. Los vínculos más antiguos con los Ancestral Puebloans están en la tribu hopi del norte de Arizona. Old Oraibi, una aldea que corona una mesa, lleva habitada desde el año 1100 (aprox.), convirtiéndose en el pueblo habitado más antiguo de América del Norte.

Llegan los europeos

Los españoles llegaron al suroeste en la década de 1540 en busca de las siete ciudades de oro. Las misiones y los misioneros les siguieron en el s. xviii mientras los españoles reclamaban su parte en la costa de California.

Misión imposible de España

Francisco Vázquez de Coronado encabezó la primera gran expedición hacia América del Norte en 1540, formada por 300 soldados, cientos de guías nativos y cabezas de ganado. Y marcó el primer gran episodio violento entre exploradores españoles e indígenas.

El objetivo de la expedición era la riqueza de las legendarias siete ciudades de Cibola. Durante dos años recorrieron lo que hoy es Arizona, Nuevo México y llegaron hasta Kansas. No encontraron ni oro ni piedras preciosas, sino pueblos de adobe que destruyeron violentamente. Los primeros años de los españoles en el norte de nuevo México se caracterizaron por el asedio sanguinario de poblados indígenas. En 1610 fundaron Santa Fe, la capital, hoy la capital más antigua de EE UU y capital de Nuevo México.

Cuando en el s. xviii los tramperos rusos e ingleses empezaron a comerciar con valiosas pieles de nutria de Alta California, España fraguó un plan de colonización. Por la gloria de Dios y de las arcas del Estado se construirían misiones en todo el estado para que, a 10 años vista, fueran prósperas empresas llevadas por indígenas conversos.

En 1769 se aprobó el plan evangelizador de España y el franciscano fray Junípero Serra se aseguró de que pudiera crear presidios (guarniciones de soldados) en varias misiones del norte y centro de California en las décadas de 1770 y 1780. El clero dependía de los soldados para reclutar mano de obra para construir misiones. A cambio de su trabajo, los indígenas recibían una comida al día (cuando había) y un lugar en el reino de Dios –al que fueron mucho antes de lo esperado por culpa de la viruela que los españoles trajeron consigo. En el suroeste la viruela, el sarampión y el tifus diezmaron más de la mitad de los indios Pueblo.

Lewis y Clark

Después de que el presidente Thomas Jefferson comprara el territorio de Louisiana a Napoleón en 1803 por 15 millones de US$, mandó a su secretario, Meriwether Lewis, a cartografiar las regiones del Oeste de América del Norte. El objetivo era encontrar un río navegable hasta el Pacífico, explorar la recién adquirida Compra de Louisiana y asegurar un puesto avanzado para los intereses americanos. Lewis, que era un novato en expediciones, convenció a William Clark, un pionero con experiencia y veterano del ejército, para que le acompañara. En 1804 una expedición de 40 hombres, el Corps of Discovery, salió de St Louis.

La expedición fue bien, gracias en parte a Sacagawea, una joven shoshone desposada con un trampero franco-canadiense del séquito. Sacagawea demostró ser muy valiosa como guía, traductora e intermediaria con los indígenas de la zona. York, criado afroamericano de Clark, también suavizó tensiones entre el grupo y los nativos americanos.

La partida viajó 12 875 km en unos dos años, documentándolo todo en un diario. Se tomaron notas sobre unos 122 animales y 178 plantas y, de paso, nuevos descubrimientos. En 1805 la expedición al final llegó a la desembocadura del Columbia River y al océano Pacífico en Cape Disappointment y decidieron construir Fort Clatsop para pasar el invierno.

En 1806 Lewis y Clark regresaron a St Louis, donde fueron recibidos como héroes.

¡Eureka!

Especulador inmobiliario, mormón no practicante y editor sensacionalista, Sam Brannan esperaba deshacerse de algunos pantanales en California en 1848 cuando oyó rumores de que se habían descubierto pepitas de oro cerca de Sutter’s Mill, a 193 km de San Francisco. Brannan, que pensó que la noticia le haría vender más periódicos y que dispararía el valor de sus propiedades, publicó el rumor como cierto. Al principio la noticia no causó mucho revuelo pero Brannan insistió con otra historia, esta vez confesada en secreto por mormones que trabajaban en Sutter’s Mill. Y Brannan mantuvo su palabra corriendo por las calles de San Francisco con un frasco con pepitas de oro en la mano encomendadas a él como pago del diezmo a la Iglesia mormona, gritando “¡Oro en el American River!”.

Otros periódicos no tardaron en publicar artículos sobre “montañas de oro” halladas cerca de San Francisco. En 1850, el año que California se incorporó como el 31º estado al país, su población no nativa había subido de 15 000 a 93 000 habitantes. La mayoría de los recién llegados eran peruanos, australianos, chilenos y mexicanos, pero también buscadores chinos, irlandeses, hawaianos y franceses.

¡Venga, hacia el Oeste!

Mientras el s. xix amanecía en la joven nación, reinaba el optimismo. Con la invención de la desmotadora de algodón en 1793 –seguido por trilladoras, cosechadoras, segadoras y posteriores híbridos– la agricultura se industrializó y el comercio se disparó en EE UU. La Compra de Louisiana en 1803 duplicó el territorio del país y la expansión hacia el oeste de las Appalachian Mountains empezó en serio.

La explotación de los enormes recursos del Oeste se convirtió en un deber patriótico en la década de 1840 –una convicción en su doctrina del Destino Manifiesto (Manifest Destiny). Al principio, el transporte de mercancías y gente del Este al Oeste era muy lento. Los caballos, las caravanas de mulas y las diligencias eran el medio más avanzado de la época.

Se calcula que 400 000 personas atravesaron EE UU hacia el Oeste entre 1840 y 1860, atraídos por quimeras de oro, promesas de libertad religiosa y visiones de campos fértiles. A los años del “Salvaje Oeste” se sumaron los rancheros, vaqueros, mineros y emprendedores que reclamaban sus derechos y armaban broncas. Llegaron la ley, el orden y la civilización, acelerados por el telégrafo, el ferrocarril transcontinental y un flujo imparable de recién llegados que querían instalarse y disfrutar de su trozo de pastel americano.

Una de las rutas principales era la Oregon Trail, que cruzaba seis estados y ponía a prueba a las familias que se atrevían con el reto. Guardaban sus pertenencias en carros tapados por una lona y, a menudo, llevaban ganado consigo. El viaje podía durar ocho meses y cuando los colonos llegaban al este de Oregón sus existencias se habían evaporado. Otras rutas importantes eran el Santa Fe Trail y el Old Spanish Trail, que iba de Santa Fe al centro de Utah y cruzaba Nevada hasta Los Ángeles, en California. En 1849 empezó un servicio regular de diligencias por el Santa Fe Trail; en 1847 el Mormon Trail llegó a Salt Lake City.

El ferrocarril trajo más gente y recursos que facilitaron la exploración de más territorio y el descubrimiento de depósitos minerales. Muchas ciudades mineras del Oeste se fundaron en las décadas de 1870 y 1880; algunas, como Santa Rita, ahora están deshabitadas, pero otras, como Tombstone y Silver City, siguen activas.

‘La larga marcha’ y los conflictos apaches

Durante décadas, el Ejército estadounidense se abrió camino hacia el Oeste asesinando a tribus enteras de nativos americanos u obligándolas a desplazarse. El episodio más tristemente conocido es la reubicación forzosa de muchos navajos en 1864. Las tropas estadounidenses, lideradas por Kit Carson, destruyeron campos, huertos y casas de los navajos, a quienes obligó a rendirse o a retirarse a zonas más remotas del Canyon de Chelly. Al final murieron de hambre. Se logró juntar a 9000 navajos que marcharon 644 km a pie hacia el este hasta un campamento en Bosque Redondo, cerca de Fort Sumner, en Nuevo México. Murieron centenares debido a las enfermedades, el hambre o las heridas de bala. Los navajos la llaman “The Long Walk” (La larga marcha) y sigue siendo un episodio importante de su historia.

Los últimos conflictos graves fueron entre las tropas estadounidenses y los apaches porque para los apaches el saqueo formaba parte del camino esencial hacia la edad adulta. Como las tropas estadounidenses y los colonos se habían establecido en territorio apache, se convirtieron en objetivos obvios. Los asaltos continuaron bajo el liderazgo de Mangas Coloradas, Cochise, Victorio y, al final, Geronimo, que se rindió en 1886 tras recibir la promesa de que él y su pueblo serían encarcelados durante dos años y después se les permitiría regresar a su tierra natal. La promesa nunca se cumplió.

Incluso mucho después de que terminaran las guerras, los nativos americanos fueron tratados como ciudadanos de segunda durante muchas décadas. Los americanos no nativos se valieron de vacíos legales y tecnicismos para quedarse con la tierra de las reservas. Se mandó a muchos niños a internados, lejos de las reservas, donde se les enseñaba inglés y se les castigaba por hablar su propio idioma o por comportarse “como indios”, una práctica que continuó hasta la década de 1930.

El Salvaje Oeste

Relatos idealizados de pistoleros, cuatreros, forajidos y ladrones de trenes alimentan las leyendas del Salvaje Oeste. Los chicos buenos y malos eran etiquetas en constante cambio –un forajido implacable en un estado se convertía en un sheriff popular en otro. Los tiroteos eran más el resultado de trifulcas políticas prosaicas en pueblos emergentes que ancestrales enemistades de sangre. De la noche a la mañana aparecieron nuevas ciudades mineras, que albergaban saloons y burdeles donde los mineros iban a darse de tortas, beber y jugar. Los jinetes y los caballos veloces fueron el pilar del efímero aunque legendario Pony Express (1860-1861). Llevaban cartas entre Missouri y California en solo ¡10 días!

Personajes como Billy el Niño y el sheriff Pat Garrett, ambos implicados en la célebre Lincoln County War, estuvieron muy ocupados a finales de la década de 1870. Billy el Niño presuntamente disparó y mató a más de 20 hombres en su corta carrera como pistolero –él mismo fue asesinado a tiros por Garrett a la edad de 21 años–. En 1881 Wyatt Earp, junto a sus hermanos Virgil y Morgan, y Doc Holliday mataron a tiros a Billy Clanton y a los hermanos McLaury en un tiroteo en el OK Corral, en Tombstone –el enfrentamiento duró apenas un minuto. Ambas partes se acusaron de robar ganado.

Agua y urbanización del Oeste

Durante muchos años, la imagen del Gran Desierto Americano que propagaron los primeros exploradores disuadió a agricultores y a urbanitas. Aunque el interior del Oeste no fuera un desierto, el agua fue un bien escaso cuando ciudades como Denver crecían a los pies de la Front Range. Con sequías asolando el Oeste, la regulación del consumo de agua se ha convertido en una necesidad.

Los esfuerzos por abastecer de agua a la creciente población del desierto marcaron los primeros años del s. xx, dando como resultado la construcción de presas con fondos federales como la Hoover Dam de 1936 y, en 1963, la Glen Canyon Dam y Lake Powell. Estas presas alteraron irreversiblemente los ecosistemas, inundaron ruinas antiguas y siguen impidiendo la migración de peces endémicos.

El suministro de agua sigue siendo una gran preocupación y crea tensiones porque los estados del desierto que están río abajo de las Montañas Rocosas compiten por este bien cada vez más escaso.

Reformar el Salvaje Oeste

El gran terremoto e incendio que arrasaron San Francisco en 1906 también supusieron un cambio para California. Como los cargos corruptos habían desviado los fondos públicos destinados a cañerías y bocas de incendio, solo había una fuente disponible en toda la ciudad. Cuando se despejó el humo, una cosa estaba clara: había llegado el momento de cambiar el Salvaje Oeste.

Mientras San Francisco se reconstruía a un ritmo de 15 edificios por día, los reformadores de California se pusieron a trabajar en la política municipal, estatal y nacional. Los californianos preocupados por la salud pública y el tráfico de blancas presionaron para la adopción de la Red Light Abatement Act (Ley de Reducción del Distrito Rojo) de 1914 en todo el estado. La revolución de México, de 1910 a 1921, trajo a muchos inmigrantes de ideas revolucionarias, como el orgullo étnico y la solidaridad obrera. Con el crecimiento de los puertos californianos, los sindicatos de estibadores coordinaron una huelga histórica de 83 días en 1934 en toda la costa oeste que obligó a fijar condiciones laborales más seguras y un suelto justo.

En 1935, en plena Gran Depresión, 200 000 familias de granjeros que huían de la sequía de la Dust Bowl, en Texas y Oklahoma, llegaron a California, donde hallaron salarios míseros y unas condiciones laborales deplorables en importantes compañías agrícolas. Los artistas alertaron a medio país de las estrecheces que sufrían los inmigrantes y el país se solidarizó con las fotos documentales de Dorothea Lange de familias golpeadas por la hambruna y la desgarradora historia de ficción de John Steinbeck en su novela de 1939 Las uvas de la ira.

Segunda Guerra Mundial y la era atómica

El Oeste asumió un rol económico y tecnológico más importante durante la Segunda Guerra Mundial. Los científicos crearon la bomba atómica en la ciudad secreta de Los Álamos. Las industrias relacionadas con la guerra (la maderera, la naval y la aeronáutica) prosperaron en el noroeste del Pacífico y en California.

Los Álamos

En 1943 Los Álamos (Nuevo México), entonces sede de una escuela de boy scouts a 2255 m de altitud, fue escogida como cuartel secreto del Manhattan Project, el nombre clave para la investigación y desarrollo de la bomba atómica. El lugar, de 312 Ha, con dos caminos de acceso (de tierra), no tenía ni suministro de gas ni de petróleo y solo un servicio de telégrafo, y estaba rodeado de bosque.

El aislamiento y la seguridad marcaron cada faceta de la vida en “la colina”: movilidad restringida de los residentes, censura de correo, ni radio ni teléfono para contactar con el exterior. Pero lo más inquietante era que la mayoría de los residentes no sabían por qué estaban en Los Álamos. Solo sabían lo imprescindible para llevar a cabo su trabajo.

En poco menos de dos años los científicos de Los Álamos detonaron con éxito la primera bomba atómica en Trinity, hoy White Sands Missile Range.

Solo después del lanzamiento de la bomba atómica en Japón se dio a conocer Los Álamos, pero siguió envuelta en el misterio hasta 1957, cuando ya se pudo visitar.

Cambio de la mano de obra y nuevas industrias

La mano de obra de California cambiaba constantemente durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la industria bélica contrataba a mujeres y a afroamericanos y se traía a trabajadores mexicanos. Los contratos en comunicaciones militares y aviación atrajeron a prestigiosos ingenieros extranjeros, cimentando la industria de la alta tecnología en California. Diez años después de la contienda, la población de California había crecido un 40%, rozando los 13 millones de habitantes.

La guerra también enriqueció el noroeste del Pacífico, convirtiendo la zona en el mayor productor maderero del país; los astilleros de Oregón y de Washington echaban humo, igual que la fábrica aeronáutica de William Boeing. La región siguió prosperando durante la segunda mitad del s. xx, atrayendo a nuevos inmigrantes instruidos y progres del este y sur del país.

Después de la guerra, la industria adoptó nuevas formas, con la industria informática de Silicon Valley atrayendo a emprendedores con talento a Bay Area en la década de 1990. La industria del cine sigue asentada en Los Ángeles, pero las ventajas fiscales han llevado a los directores de cine a rodar en Nuevo México, entre otros enclaves del Oeste.

Hollywood y contracultura

En 1908 California se convirtió en un plató cinematográfico por sus muchas horas de sol y sus localizaciones, aunque su papel se redujera a aparecer como lugar exótico y escenario para producciones de época. Pero poco a poco California adquirió mayor protagonismo en películas e icónicos programas televisivos con palmeras cimbreantes y playas soleadas.

No obstante, no todos los californianos se veían a sí mismos como figurantes de la película Diversión en la playa. Los marineros de la Segunda Guerra Mundial expulsados por insubordinación y homosexualidad se encontraron como en casa en San Francisco, en North Beach, concretamente en los clubes de jazz bebop, las cafeterías bohemias y la City Lights Bookstore. San Francisco se convirtió en el hogar de la libertad de expresión y los espíritus libres y pronto todo aquel que era alguien en la ciudad acababa arrestado: el poeta beat Lawrence Ferlinghetti por publicar el poema Aullido de Allen Ginsberg; el humorista Lenny Bruce por pronunciar en el escenario la palabra fuck; y Carol Doda por ir en toples. Al flower power le relevaron otras revoluciones en Bay Area: el black power, el orgullo gay y las asociaciones de marihuana terapéutica.

Pero mientras el norte de California tenía la contracultura más seductora de los años cuarenta a los sesenta, en el sur el inconformismo sacudía los cimientos de EE UU. En 1947, cuando el senador Joseph McCarthy intentó arrancar de raíz a los comunistas sospechosos en la industria del cine, 10 escritores y directores que se negaron a admitir sus vínculos con el comunismo o a delatar a otros fueron acusados de desacato ante el Congreso y vetados para trabajar en Hollywood. Los Diez de Hollywood defendieron a capa y espada la Constitución dejándose oír en todo el país e importantes figuras de Hollywood mostraron su disconformidad contratando a nombres de la lista negra hasta que las demandas de California pusieron fin al McCarthyismo en 1962.

El 28 de enero de 1969 una torre petrolera vertió 757 082 litros de crudo en Santa Barbara Channel, matando a delfines, focas y 3600 aves. La comunidad de la playa organizó una protesta tremendamente efectiva, cimentando la creación de la Environmental Protection Agency.

Delirios informáticos

Cuando Silicon Valley, en California, presentó el primer ordenador personal en 1968, la máquina “ligera” (18,1 kg) de Hewlett-Packard costaba 4900 US$ (29 000 US$ actuales). Con la esperanza de acercar la informática a la gente, Steve Jobs, de 21 años, y Steve Wozniak presentaron el Apple II en la West Coast Computer Faire de 1977 con una memoria inmensa (4KB de RAM) y velocidad de microprocesador (1MHz).

A mediados de los noventa, la industria puntocom prosperó en Silicon Valley con nuevas compañías basadas en internet y de repente los usuarios empezaron a recibir correos, noticias, opiniones políticas, comida para mascotas y, sí, sexo en línea. Pero cuando las empresas puntocom dejaron de tener beneficios, agotaron su capital de riesgo y perdieron las fortunas en valores bursátiles, Nasdaq se desplomó el 10 de marzo de 2000. De la noche a la mañana, los vicepresidentes de 26 años y los empleados en el sector terciario de Bay Area se quedaron en paro. Pero, como los internautas seguían buscando información útil y demás en miles de páginas web, los sitios web de buscadores y redes sociales crecieron. Entre el 2011 y el 2015 Facebook pasó de tener 2000 empleados a 6800.

Mientras tanto, la biotecnología de California estaba dando pasos de gigante. En 1976 la empresa Genentech clonó la insulina humana y presentó la vacuna de la hepatitis B. El electorado de California aprobó una iniciativa electoral de emisión de bonos de 3000 millones de US$ en el 2004 para la investigación de células madre y en el 2008 California ya se había convertido en la mayor inversora en la investigación de células madre y en el centro de atención del índice Nasdaq de biotecnología.

El 27 de enero del 2017 el presidente Trump ordenó la suspensión de la entrada de ciudadanos de siete países de Oriente Medio y norte de África y cortó el programa de refugiados de EE UU. Aunque varios tribunales la hayan prohibido, la orden no deja de ejercer un enorme impacto psicológico en comunidades de inmigrantes que podría provocar un éxodo de profesionales de Silicon Valley y de las industrias tecnológicas, de ahí que empresas como Google, Expedia y Amazon se hayan manifestado en contra.

EE UU se encierra en sí mismo

Tras una contenciosa campaña política, Donald Trump protagonizó el malestar del siglo y se convirtió en el 45º presidente de EE UU el 8 de noviembre del 2016. Su programa “America First” ha sembrado el camino para el futuro político estadounidense. Con unas relaciones precarias con la OTAN y nuevas condiciones para muchos aliados internacionales, ha empezado una nueva era. La retirada de subvenciones a campañas de ayudas internacionales y a instituciones como el State Department ha colocado los asuntos de interés global en la retaguardia. Pero no todos los estadounidenses están con los brazos cruzados rememorando los “viejos buenos tiempos”. Poco después de la investidura de Trump, medio millón de personas se manifestaron en contra durante la Women’s March en Washington el 21 de enero del 2017, a los que se sumaron otros cinco millones de manifestantes en todo el mundo. A este pistoletazo de salida le siguieron manifestaciones por la ciencia y el cambio climático.

 

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