Australia 4

Los viajes en el Transiberiano están repletos de cautivadores momentos, y resulta difícil no emocionarse al recorrer los adoquines de la Plaza Roja de Moscú, pasear por la Ciudad Prohibida de Beijing o contemplar la espléndida bahía del Cuerno de Oro en Vladivostok. Los más audaces desearán explorar el gélido lago Baikal –y quizá zambullirse en sus aguas– o cabalgar con los nómadas por las estepas de Mongolia. Sin olvidar la Línea Principal Baikal-Amur (Baikalo-Amurskaya Magistral; BAM), que atraviesa bellas y remotas zonas de Siberia.

Esta tierra bella y salvaje, de rojos desiertos interiores y arrecifes multicolores, hace que Australia sea un país inolvidable. El territorio invita a viajar en autocaravana o en todoterreno y salirse de las rutas convencionales, acampar en parques nacionales o aventurarse por el desierto. Pero sus ciudades también merecen una visita. Sídney es la estrella; en Melbourne reinan el arte, los callejones y una exquisita cocina, y Brisbane es una ciudad subtropical en auge. Adelaida ofrece festivales y un buen número de pubs, Perth exhala el optimismo de la costa oeste y Canberra exhibe varios tesoros culturales. Y es que Australia ofrece la posibilidad de gozar de una tierra salvaje cuya historia natural y humana está grabada, indeleble, en un lienzo de extraordinaria belleza.

Esta tierra bella y salvaje, de rojos desiertos interiores y arrecifes multicolores, hace que Australia sea un país inolvidable. El territorio invita a viajar en autocaravana o en todoterreno y salirse de las rutas convencionales, acampar en parques nacionales o aventurarse por el desierto. Pero sus ciudades también merecen una visita. Sídney es la estrella; en Melbourne reinan el arte, los callejones y una exquisita cocina, y Brisbane es una ciudad subtropical en auge. Adelaida ofrece festivales y un buen número de pubs, Perth exhala el optimismo de la costa oeste y Canberra exhibe varios tesoros culturales. Y es que Australia ofrece la posibilidad de gozar de una tierra salvaje cuya historia natural y humana está grabada, indeleble, en un lienzo de extraordinaria belleza.

Esta tierra bella y salvaje, de rojos desiertos interiores y arrecifes multicolores, hace que Australia sea un país inolvidable. El territorio invita a viajar en autocaravana o en todoterreno y salirse de las rutas convencionales, acampar en parques nacionales o aventurarse por el desierto. Pero sus ciudades también merecen una visita. Sídney es la estrella; en Melbourne reinan el arte, los callejones y una exquisita cocina, y Brisbane es una ciudad subtropical en auge. Adelaida ofrece festivales y un buen número de pubs, Perth exhala el optimismo de la costa oeste y Canberra exhibe varios tesoros culturales. Y es que Australia ofrece la posibilidad de gozar de una tierra salvaje cuya historia natural y humana está grabada, indeleble, en un lienzo de extraordinaria belleza.

Esta tierra bella y salvaje, de rojos desiertos interiores y arrecifes multicolores, hace que Australia sea un país inolvidable. El territorio invita a viajar en autocaravana o en todoterreno y salirse de las rutas convencionales, acampar en parques nacionales o aventurarse por el desierto. Pero sus ciudades también merecen una visita. Sídney es la estrella; en Melbourne reinan el arte, los callejones y una exquisita cocina, y Brisbane es una ciudad subtropical en auge. Adelaida ofrece festivales y un buen número de pubs, Perth exhala el optimismo de la costa oeste y Canberra exhibe varios tesoros culturales. Y es que Australia ofrece la posibilidad de gozar de una tierra salvaje cuya historia natural y humana está grabada, indeleble, en un lienzo de extraordinaria belleza.

Esta tierra bella y salvaje, de rojos desiertos interiores y arrecifes multicolores, hace que Australia sea un país inolvidable. El territorio invita a viajar en autocaravana o en todoterreno y salirse de las rutas convencionales, acampar en parques nacionales o aventurarse por el desierto. Pero sus ciudades también merecen una visita. Sídney es la estrella; en Melbourne reinan el arte, los callejones y una exquisita cocina, y Brisbane es una ciudad subtropical en auge. Adelaida ofrece festivales y un buen número de pubs, Perth exhala el optimismo de la costa oeste y Canberra exhibe varios tesoros culturales. Y es que Australia ofrece la posibilidad de gozar de una tierra salvaje cuya historia natural y humana está grabada, indeleble, en un lienzo de extraordinaria belleza.

Esta tierra bella y salvaje, de rojos desiertos interiores y arrecifes multicolores, hace que Australia sea un país inolvidable. El territorio invita a viajar en autocaravana o en todoterreno y salirse de las rutas convencionales, acampar en parques nacionales o aventurarse por el desierto. Pero sus ciudades también merecen una visita. Sídney es la estrella; en Melbourne reinan el arte, los callejones y una exquisita cocina, y Brisbane es una ciudad subtropical en auge. Adelaida ofrece festivales y un buen número de pubs, Perth exhala el optimismo de la costa oeste y Canberra exhibe varios tesoros culturales. Y es que Australia ofrece la posibilidad de gozar de una tierra salvaje cuya historia natural y humana está grabada, indeleble, en un lienzo de extraordinaria belleza.

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Esta tierra bella y salvaje, de rojos desiertos interiores y arrecifes multicolores, hace que Australia sea un país inolvidable. El territorio invita a viajar en autocaravana o en todoterreno y salirse de las rutas convencionales, acampar en parques nacionales o aventurarse por el desierto. Pero sus ciudades también merecen una visita. Sídney es la estrella; en Melbourne reinan el arte, los callejones y una exquisita cocina, y Brisbane es una ciudad subtropical en auge. Adelaida ofrece festivales y un buen número de pubs, Perth exhala el optimismo de la costa oeste y Canberra exhibe varios tesoros culturales. Y es que Australia ofrece la posibilidad de gozar de una tierra salvaje cuya historia natural y humana está grabada, indeleble, en un lienzo de extraordinaria belleza.

Los viajes en el Transiberiano están repletos de cautivadores momentos, y resulta difícil no emocionarse al recorrer los adoquines de la Plaza Roja de Moscú, pasear por la Ciudad Prohibida de Beijing o contemplar la espléndida bahía del Cuerno de Oro en Vladivostok. Los más audaces desearán explorar el gélido lago Baikal –y quizá zambullirse en sus aguas– o cabalgar con los nómadas por las estepas de Mongolia. Sin olvidar la Línea Principal Baikal-Amur (Baikalo-Amurskaya Magistral; BAM), que atraviesa bellas y remotas zonas de Siberia.