Por su tamaño, la City supera las expectativas y ofrece numerosos puntos de interés. De obligada visita son la Torre de Londres y St Paul, pero pueden combinarse los destinos de rigor con los rincones más tranquilos y menos conocidos. Las numerosas iglesias ofrecen paradas para descansar.
Conviene empezar temprano para adelantarse a la multitud que asedia la Torre de Londres, explorar el Tower Bridge y almorzar en Wine Library. Hay que ir a la catedral de St Paul y visitarla en un circuito antes de admirar las vistas desde su cúpula. Si queda tiempo, se explora el Museum of London. Para relajarse, nada mejor que unos cócteles con vistas en Sky Pod. De vuelta a la tierra, cena en St John y, para una noche redonda, una visita a uno de los pubs históricos de la City, como Ye Olde Mitre.