La devoción celestial y las delicias terrenales conviven en San Polo y Santa Croce, donde el arte religioso se halla junto al antiguo barrio de la prostitución, que ahora alberga estudios de artesanos y bares de vinos. No hay que perderse la Madonna de Tiziano en I Frari, los Tintoretto de la Scuola Grande di San Rocco, ni los museos del Gran Canal que presentan exposiciones de moda e historia natural.
Comenzamos la mañana con las obras maestras de la Scuola Grande di San Rocco, para luego disfrutar del esplendor de la Virgen de Tiziano en I Frari. Curioseando por galerías y talleres artesanos se llegará al mercado de Rialto, con un colorido que incita a hacer fotos de los pulpos de un morado brillante o los radicchi (achicorias) de Treviso.
Los vendedores del mercado van a comer cicheti (tapas) a All’Arco. Tras el almuerzo, podemos pasear hacia el oeste para darnos un baño de arte moderno italiano en la opulenta Ca’ Pesaro y luego rodearnos de cuatro siglos de arte, perfumes y moda de vanguardia en el pomposo Palazzo Mocenigo.
Cuando el sol se ponga se puede tomar asiento en el campo (plaza) y probar alguno de los vinos naturales de Al Prosecco o concedernos un delicioso helado de higo y castaña en Gelato di Natura. Paseando por el laberinto del antiguo barrio de la prostitución veneciana se puede llegar al Antiche Carampane para cenar, o ponerse romántico con un concierto en el Palazetto Bru Zane, decorado con frescos.