Se va en tranvía al barrio de los museos para admirar las obras maestras del Van Gogh Museum y el Rijksmuseum; conviene reservar las entradas con antelación. Los amantes del arte moderno quizá prefieran el cercano Stedelijk Museum.
La tarde se pasa en el centro medieval. Se recomienda comer en el local slow-food Gartine, para después explorar el secreto Begijnhof y subir la calle hasta la plaza Dam, donde se alzan el Palacio Real y la Nieuwe Kerk. Después se puede imitar a los lugareños y tomar una jenever en Wynand Fockink.
La velada comienza con una cena elegante en Greetje y continúa en el Barrio Rojo. Un paseo por Warmoesstraat u Oudezijds Achterburgwal ofrece singulares sex shops fetichistas, coffeeshops y, por supuesto, muchos escaparates enmarcados por neones de color rojo. La noche puede rematarse en un bruin café como In ʼt Aepjen, In de Olofspoort o ʼt Mandje.