Muchos de los visitantes apenas van más allá del llamado ʻbarrio cultural’ de Dublín, por la cantidad de atractivos que atesora. Temple Bar es para divertirse, sobre todo en los pubs, en los que en las noches de verano la fiesta sale a la calle. Cuenta con abundantes restaurantes, además de interesantes galerías de arte y tiendas que aportan un cambio de rutina.
De día, Temple Bar es para curiosear. Siempre se encuentra algo en Meeting House Square o Temple Bar Square, ya sea un artista callejero o –en fin de semana– un mercado de alimentos y una feria de libros. No hay que dejar de hacer una foto al Ha’Penny Bridge.
Después de almorzar en Elephant & Castle, muy popular por sus deliciosas alitas de pollo, se puede ver la última exposición de la Gallery of Photography y visitar el National Photographic Archive, al otro lado de la plaza. Gutter Bookshop, de propietario local, es una de las librerías más agradables de la ciudad.
A la antigua zona de marcha de Dublín le sigue gustando la juerga, está mucho más animada por la noche y se puede elegir entre ir a una sesión de música tradicional en el Auld Dubliner, bailar en el Mother –solo sábados– o tomar un cóctel de los de antes en el Vintage Cocktail Club.