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Aunque finlandeses, turcos y rusos sean más famosos por la sauna, a los bálticos también les encanta quitarse la ropa para darse un baño de vapor. En los países bálticos abundan los spas, como el maravilloso Aqva en Rakvere, donde se puede ronronear como un gatito mientras se recibe un masaje experto. Muchos prefieren imitar a los nativos y ‘disfrutar’ de una sauna tradicional, es decir, dejarse azotar con ramas de abedul secas mientras se suda a más de 60º C.