En pleno Pirineo leridano se encuentra la Vall de Boí, un valle cerrado con una única puerta de acceso en coche donde parece que el tiempo se haya detenido, ya que conserva las mejores iglesias románicas de toda Cataluña. Pasear por aquí es como entrar en un libro de historia del arte, pues las pinturas murales de sus templos (son reproducciones ya que los originales se conservan en el MNAC de Barcelona) constituyen potentes imágenes que marcaron una época y que aún siguen provocando la admiración de quien las contempla. Varios de ellos declarados Patrimonio Mundial por la Unesco, destacan los templos de los pueblos de Erill la Vall (iglesia de Santa Eulàlia, con un campanario de seis pisos y el grupo escultórico del Descendimiento de la Cruz), Boí (iglesia de Sant Joan, la más antigua del valle) y Taüll (iglesia de Sant Climent de Taüll, con pinturas murales del s. XII, entre ellas un pantocrátor muy conocido, e iglesia de Santa Maria de Taüll), cuyos campanarios se antojan auténticos rascacielos medievales. Y tras esta visita al medievo, qué mejor que darse un baño en el balneario de Cales de Boí, un complejo termal a 1500 m de altitud.