Hay dos visiones del bajo Albayzín: una de ellas aún desciende culebreando por sus calles encaladas, disfrazándose de zoco árabe en las calles Calderería, entre el té a la menta y el aroma de las shishas. La otra transcurre en paralelo a la colina de la Sabica, bajo la permanente sombra de la Alhambra. Ambas guardan la nostalgia del pasado árabe.
Hay que cruzar la puerta de Elvira y curiosear entre los libros de viejo de Sostiene Pereira y las delicatesen de Al Sur de Granada. Después se toma un café en Babel World Fusion antes de internarse en Calderería Nueva y su estética de zoco.
Las Bodegas Castañeda es uno de los sitios emblemáticos para tomar algo. Tras un baño relajante en el Hammam Al Andalus, en la Carrera del Darro, se disfruta de un auténtico museo al aire libre: El Bañuelo, la iglesia de San Pedro y San Pablo, la de Santa Ana y San Gil o la Casa de Castril, que hace las funciones de Museo Arqueológico.
En el paseo de los Tristes se alza la Casa de las Chirimías, donde antiguamente se asistía a los festejos. Se puede disfrutar de una cena con vistas en Ruta del Azafrán, y si quedan fuerzas todavía, de un espectáculo flamenco en La Alboreá.