El efecto Arugam: sol, playa, relax... ¡y mucho surf!
El sol de la mañana me calienta el cogote mientras floto sobre una tabla de surf de foam en las cerúleas aguas de la bahía de Arugam, en Sri Lanka. Mi monitor, cuyo uniforme incluye una gorra de béisbol y unas enormes gafas de sol, se maneja cómodamente junto a mí, sobre su tabla, aconsejándome cómo debo cabalgar la próxima ola.
A la que la ola empieza a romper, con tanta espuma como un perro rabioso, empiezo a remar frenéticamente hacia la orilla. Por un glorioso momento la ola me transporta, hasta que la punta de mi tabla se hunde bajo el agua y yo salgo volando de cabeza al agua.
Cuando emerjo, frustrado y avergonzado, me encuentro con mi instructor, que flota tan tranquilo junto a mí. “Ningún problema”, me dice, bajándose las gafotas de sol sobre la nariz, “Solo tienes que relajarte, machan” (‘colega’, en cingalés).
Descubriendo Arugam
A pesar del meteórico ascenso de Sri Lanka como uno de los destinos turísticos más potentes de Asia, la maravillosa bahía de Arugam (Arugam Bay), en la costa oriental del país, ha mantenido su encanto sin esfuerzo. Mientras hordas de turistas sudan la gota gorda para llevarse la mejor instantánea de los antiguos templos del país, en Arugam surfistas descalzos holgazanean bajo el sol mientras sorben sus batidos orgánicos (sin pajita, claro).
Una visita exitosa a Arugam debe abrazar el mantra básico de esta apacible localidad playera; algo que requiere de un poco de entreno para los no iniciados. Para empezar bien, lo mejor es seguir esta guía, la más completa para relajarse en la bahía de Arugam.
¡Todo el mundo a surfear!
Gracias a las olas consistentes y vigorosas de esta bahía el surf se ha convertido en una parte muy importante de la identidad de Arugam, estimulando su transformación de pequeña aldea pesquera a destino turístico por derecho propio.
En los años sesenta, un grupo de intrépidos surfistas se aventuró por estas costas soñolientas para disfrutar de sus olas de derechas y sus rompientes de arrecifes, alojándose con familias locales o durmiendo en la templada arena de la playa. Corrió la voz y la popularidad de la localidad creció y creció, hasta que hoy las aguas turquesas de Arugam albergan competiciones de surf internacionales y se llenan de surfistas extranjeros durante la temporada alta, de abril a octubre en Arugam.
Los aficionados que deseen unirse a la fiesta deberían hacerlo a través de una de las escuelas de surf de la localidad. Safa Surf School, del surfista local Fawas Lafeer, ofrece clases de primera con instructores esrilanqueses muy pacientes, mientras que Dylan’s Surf Company tiene fama por la alta calidad de su equipación de alquiler.
Sri Lanka, un destino para los amantes de la playa
Los surfistas más expertos pueden parar un rickshaw y viajar –con la tabla sujeta al techo como se pueda– a playas menos concurridas de este tramo de la costa. A un breve trayecto hacia el sur de Arugam, Peanut Farm saca partido a dos rompientes muy gratificantes (una de las cuales solo es apta para expertos), mientras que Okanda, todavía más al sur, tiene una rompiente de derechas legendaria que rara vez se llena de gente. Hacia el norte, Pottuvil Point es una buena alternativa para quienes empiezan y quieren alejarse de la bahía principal.
Buena comida en la playa
De vuelta a tierra firme, la modesta localidad de Arugam parece encarnar la mentalidad de su comunidad surfista: una dispersión de alojamientos tranquilos y restaurantes ecológicos que se extienden a lo largo de una carretera de playa.
Para saborear el carácter de Arugam, los viajeros pueden ir a Hideaway, que sirve zumos frescos en un jardín vallado, con columpios que cuelgan de árboles frondosos y tumbonas repartidas alrededor de mesitas de café. Otra opción es ir a Happy Panda, cuyos propietarios, unos locos del surf, sirven un desayuno rico en fruta con requesón local todas las mañanas, y ofrecen tres habitaciones básicas para alojarse, alrededor de un patio lleno de hamacas.
Pero todo esto no quiere decir que Arugam sea solo para los adeptos a lo saludable. El acogedor Meena sirve generosos platos de especialidades esrilanquesas, incluidas enormes raciones de kotthu (rotti picado y mezclado con verduras). El trotamundos Breakpoint, en la calle principal que atraviesa Arugam, sirve ricas versiones de platos israelíes como el shakshuka, además de falafels y el que está considerado el mayor sándwich de schnitzel de Sri Lanka.
Descubrir los mil y un sabores de Sri Lanka
Cuando se pone el sol, las mesas y sillas de madera se colocan sobre la arena blanca, se prenden barbacoas y se prepara una selección de marisco fresco en los mostradores para tentar a quienes pasan por allí. Regatear el precio después de pedir es normal, pero el estilo arugamés manda hacerlo con una sonrisa y el mínimo afán.
Quien quiera seguir la marcha después de cenar puede ir a uno de los animados bares de la ciudad, donde se celebran fiestas improvisadas con música y bebida a raudales hasta altas horas de la noche.
Un patrimonio armonioso
Dado el creciente número de expatriados y establecimientos de estilo occidental, quien visite Arugam por primera vez puede pensar que su ambiente relajado es resultado de la influencia extranjera; pero la afición de Arugam por la vida pacífica es anterior incluso a la llegada de los surfistas más pioneros.
Geográficamente la ciudad se halla a caballo entre la difusa frontera entre el sur –de dominio cingalés– y el norte –de mayoría tamil y musulmana– de Sri Lanka, lo cual resulta en una mezcla cultural de residentes que, a pesar de los problemas civiles del país, cohabitan en armonía desde hace mucho tiempo.
Para hacerse una idea de la rica historia de la región se puede pasar una tarde paseando tranquilamente por las calles de la vecina Pottuvil, una pequeña ciudad salpicada de mezquitas, iglesias y templos budistas antiguos.
Sin embargo, la atracción estrella es el Magul Maha Vihara, unas ruinas del s. V envueltas en una maraña de vegetación. Se cree que este lugar tan auténtico fue un recinto real construido por orden del rey Dhatusena (459–477 a.C.), y a pesar de su antigüedad sigue albergando una piedra de luna grabada con un círculo de elefantes muy detallados.
Consejos para la primera vez en Sri Lanka
Un paseo por el lado salvaje
Además de las olas y su ambiente desenfadado, el otro gran atractivo de Arugam es su proximidad a zonas de gran belleza natural muy ricas en fauna.
Arugam queda flanqueada por dos lagunas a norte y sur, por las que los pescadores locales transportan a los visitantes entre manglares en búsqueda de cocodrilos, varanos y un sinfín de aves, de pavos reales a pelícanos. Para vivir los encuentros más fascinantes conviene ir por la mañana o al anochecer, cuando la temperatura es más fresca y la luz pinta las aguas del lago de un agradable color naranja. Mangrove Ecotours organiza excursiones a la laguna de Pottuvil, y Panama Lagoon Eco Safaris opera en la laguna de Panamá.
Sin embargo, la gran estrella es el Parque Nacional Kumana, a 1½ h de Arugam por carretera. Antaño conocido como Yala East, esta reserva faunística de 357 km2 no está tan concurrida como el vecino Parque Nacional Yala, que es más famoso, pero alberga una impresionante variedad de fauna. Su gran atractivo es la posibilidad de ver de cerca al icónico elefante ceilandés, pero en un buen día el ojo entrenado puede avistar leopardos, cobras blancas y, quizá, uno de los esquivos osos del parque.
Y después de ver animales, en lugar de retomar la abrupta carretera de vuelta a Arugam, muchos viajeros eligen pasar la noche en la costa, en tiendas de campaña sobre la arena, una experiencia genial.
Allí, en la playa, se cocina pescado a la brasa en hogueras. No hay nada más que hacer que tomar un plato, escuchar el sonido de las olas y, como dice un instructor de surf que conozco: “Relájate, machan.”