Explorando la belleza paisajística, riqueza natural y cultural de Choquequirao
Parece increíble pero aún quedan sitios en el mundo donde podemos sentirnos como auténticos exploradores. Son lugares recónditos donde se descubre que la auténtica riqueza del viaje está en vivir experiencias inolvidables. Uno de estos destinos es Perú, con una diversidad cultural y natural extraordinarias, cuna de la civilización más antigua de América.
Ruta hacia Choquequirao © Daniel Prudek / Shutterstock
Tras visitar Machu Picchu, imprescindible pero lleno de turistas, hay una alternativa para adentrarse casi en solitario en el fascinante mundo inca. Se trata de Choquequirao, unas remotas y espectaculares ruinas, todavía a medio despejar, que muchos describen como un Machu Picchu en miniatura, en medio de una región que puede presumir de su belleza paisajística y su riqueza natural y cultural.
En 2017 Lonely Planet destacó Choquequirao como uno de los mejores destinos del año para descubrir, y cada vez hay más visitantes que se animan a conocer el lugar y el camino hasta allí, una de las rutas de trekking más impresionantes del Perú.
Está previsto construir un tranvía que facilitará el acceso en solo 15 minutos desde la carretera principal hasta las ruinas, pero mientras tanto, habrá que aprovechar el momento para organizar una ruta a pie para disfrutar de esta experiencia, y de una alternativa al clásico trekking del Camino Inca hacia Machu Picchu.
Parque Arqueológico de Choquequirao, Cusco, Perú © J. Vallejo - PromPeru
Choquequirao, una lejana fortaleza inca
Pero, ¿qué es exactamente Choquequirao? Choquequirao (significa “cuna de oro” en quechua) es una impresionante fortaleza que sirvió como último refugio de los incas en 1572 frente a los conquistadores españoles. Formaba parte de un sistema de asentamientos y ciudades andinas articuladas por una red de caminos que todavía hoy nos permiten adentrarnos por una compleja geografía. Parece que fue construida por Tupac Inca Yupanqui o Huayna Cápac, entre los siglos XV y XVI con finalidades ceremoniales, presididas por el culto al dios Sol, la tierra y el agua. También pudo ser un punto de entrada hacia la zona de Vilcabamba.
Choquequirao se parece a su “hermana mayor”, Machu Picchu, sobre todo por la geografía del lugar, por la arquitectura y complejidad, pero en realidad, sabemos todavía muy poco sobre este centro arqueológico. Por su situación en una alta y lejana montaña cubierta de selva, solo se ha podido “despejar” hasta el momento el 30% de lo que fue en su día una fortaleza y centro ceremonial incaico, y un punto estratégico para diversos fines. Resulta todo un privilegio encontrar un sitio arqueológico casi virgen, donde podemos imaginar cómo debían de ser Machu Picchu o los templos camboyanos de Angkor Wat antes de que fueran descubiertos, envueltos por la selva.
Choquequirao, Cusco, Perú © J. Vallejo - PromPeru
En el actual Parque Arqueológico de Choquequirao, que incluye la antigua ciudad inca, con sus centros ceremoniales y sus sensacionales edificaciones, se han descubierto dos plazas principales, casas de la nobleza, templos, talleres y almacenes, e incluso fuentes y canales. La estructura más espectacular es probablemente la enorme escalera que durante el solsticio de verano quedaba completamente iluminada por los rayos del sol. Además, había otros lugares relacionados con los solsticios y los equinoccios que muestran el conocimiento que tenían los incas de la astronomía y la importancia que le daban.
Los restos de la antigua ciudadela inca están realmente lejos (al menos por el momento), pero el esfuerzo merece la pena. Hoy por hoy, es preciso caminar unos tres o cuatro días (ida y vuelta), pero esta misma dificultad hace que se convierta en una experiencia inolvidable: encontrarse casi a solas en un "pequeño" Machu Picchu es algo único.
Choquequirao, Cusco, Perú © J. Vallejo - PromPeru
Caminando a Choquequirao
Para poder acceder a Choquequirao se suele partir de Cusco por la carretera hacia Abancay hasta tomar el desvío a Cachora (2.800 m.s.n.m.), en el departamento de Apurímac, el trayecto dura 4 horas aproximadamente. Allí, en Cachora comienza el trekking, que muchos viajeros hacen contratando mulas para llevar el equipaje y para que los arrieros les sirvan de guías. Se suele tardar unos 3-4 días en hacer el trayecto y hay que acampar durante todo el camino.
Primer tramo: de Cusco a Abancay
La carretera que nos acerca a la fortaleza desde Cusco nos permitirá descubrir algunos sitios menos “turísticos”, con el encanto que esto supone. La primera parada en el tramo hasta Abancay puede ser el Complejo arqueológico de Tarawasi, conocido también con el nombre de Limatambo, que nos muestra un antiguo centro ceremonial que además era un lugar de descanso de los chasquis (corredores incas que entregaban mensajes entre puntos muy distantes). Solo por ver su excepcional muro poligonal con niños de tamaño humano, ya merece la pena el viaje desde Cusco. Un poco más adelante están los baños termales de Cconoc y el yacimiento inca de Saywite, con una excepcional gran roca tallada con grabados de animales, dos paradas interesantes antes de llegar a Abancay.
Parque Arqueológico de Choquequirao, Cusco, Perú © J. Vallejo - PromPeru
Segundo tramo: de Cachora a Choquequirao
Cachora es el punto de desvío habitual para emprender la caminata hasta Choquequirao, con unas cuantas pensiones y un camping. Aquí es donde se suelen contratar guías locales y mulas de alquiler aunque muchos lo hacen en Abancay o en el mismo Cusco. No hay que pensar en un paseo: la caminata hasta llegar al Parque Arqueológico de Choquequirao desde el pueblo de Cachora, a unos 160 km desde Cusco, es bastante exigente. Se trata de un camino ascendente que nos lleva por varios lugares del valle del Apurímac, como el campamento de Chiquisca (a 1830 m), el mirador Capuliyoc (a 2800 m) o a la Playa Rosalina (a 1500 m).
Campamento de Chiquisca © Angelramirez / Shutterstock
El Parque Arqueológico de Choquequirao está a mitad de camino entre los departamentos de Cusco y Apurímac, que comparten el sendero. El camino se puede hacer contratando un tour o por cuenta propia y, hoy por hoy, se puede visitar tranquilamente, pero hay que tener en cuenta que algunos puentes pueden ser arrastrados por la corriente imposibilitando el camino. Lo mejor es informarse antes con los operadores turísticos de las condiciones del terreno. En cualquier caso, hay que llevar comida, lo necesario para acampar y dinero para pagar la entrada (unos 60 soles, 30 para estudiantes).
Otra posibilidad para los más andarines es continuar la ruta desde Choquequirao hasta el Camino Inca durante nueve días, culminando así en Machu Picchu.
Riqueza natural de Choquequirao
Además del valor arqueológico, a Choquequirao merece la pena ir también para descubrir su rica fauna y flora. Estamos en un Área de Conservación Regional de más de 100 000 hectáreas, creada en 2010, que es una muestra más de la riqueza de Perú, un país que destaca por su diversidad y autenticidad cultural, su variada naturaleza y su reconocida gastronomía. Por algo dicen que Perú es “el país más rico del mundo”: sus paisajes naturales albergan 84 de las 117 zonas de vida existentes en la tierra.
Ruta hacia Choquequirao y los nevados de Sacsarayoc © Daniel Prudek / Shutterstock
El Área de Conservación Regional incluye altitudes que van desde los 1 800 metros sobre el nivel del mar hasta los 6 000 m.s.n.m. en la zona de los nevados, por lo que encontramos también microclimas muy diversos. La zona es particularmente importante porque es una especie de contenedor de agua, procedente de los nevados que la rodean (Sacsarayoc, Qoriwayrachina, Abuela y Padreyoc o Salkantay).
A destacar la gran variedad de fauna y flora del Área: hay 16 especies endémicas de aves y casi cien tipos de plantas diferentes que solo pueden encontrarse aquí. Existe también una especial política de protección de especies bajo amenaza de extinción, como el oso de anteojos (oso andino) o los cóndores, los tucanes o el puma.
Lonely Planet ha escrito este artículo con el apoyo de PromPerú. Los autores de Lonely Planet aseguran su integridad y su independencia editorial siguiendo su propio criterio al margen de las instituciones que han prestado algún tipo de colaboración y nunca prometiendo nada a cambio como, por ejemplo, reseñas positivas.