Delicias boreales: la Ruta de la Costa Ártica de Islandia por carretera

Escrito por
Alexis Averbuck, autor de Lonely Planet

10 Mayo 2019
8 min de lectura
© Daniel_Bosma_Getty_Images
El espectacular y bello Siglufjörður es solo uno de los atractivos de la ruta por la Ruta de la Costa Ártica en Islandia

La ruta Ruta de la Costa Ártica por carretera

Olas que se estrellan, focas que holgazanean, orillas salpicadas de madera de deriva, aves marinas, picos escarpados cubiertos de nieve y pintorescos pueblos pesqueros… Esquivar al turismo en Islandia y emprender una aventura por cuenta propia es posible en la Ruta de la Costa Ártica (Norðurstrandarleið). Esta extraordinaria ruta –la primera ruta oficial del país– que recorre 900 km de costa remota y virgen brindao la oportunidad de descubrir extremos fascinantes, vivencias emocionantes y escapadas tranquilas de la vida moderna, todo ello con pueblos acogedores por el camino. 

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Islandia

 

La Ruta de la Costa Ártica, la ruta desde Hvammstangi, al oeste, hasta Bakkafjörður, al este, incluye seis penínsulas donde playas negras y acantilados majestuosos se alternan con deltas de ríos glaciales y fiordos bajo espectaculares cordilleras montañosas. Un puñado de diminutas e inolvidables islas, con aldeas azotadas por el viento, parecen todavía más remotas de lo que son; y una de ellas, Grímsey, se encuentra a caballo del círculo polar ártico. Desde asentamientos de sagas hasta mecas de la observación de ballenas, cada una de las pequeñas localidades de la ruta ofrece una perspectiva de la vida en los confines del mundo.

 

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El majestuoso farallón Hvitserkur, península de Vatnsnes, Arctic Coast Way, Islandia © freedom100m / Shutterstock

El majestuoso farallón Hvitserkur, península de Vatnsnes, Ruta de la Costa Ártica, Islandia © freedom100m / Shutterstock

 

1. Península de Vatnsnes

La ruta empieza en la soñolienta Hvammstangi y sus abundantes colonias de focas, que pueden visitarse en barco. Después se toma la serena pista costera de grava (carretera 711) que serpentea a lo largo de 82 km rodeando las suaves colinas sinuosas de la península de Vatnsnes. Nadie diría que este paraje tan tranquilo fue el escenario de uno de los crímenes más tristemente célebres de Islandia, inmortalizado en la novela Ritos funerarios, de Hannah Kent.

Tras rodear la punta de la península y poner rumbo al sur de nuevo se puede visitar el impresionante farallón Hvítserkur, de 15 m de altura. Cuenta una leyenda local que Hvítserkur era un trol que intentó saquear el monasterio de Þingeyrar, pero fue sorprendido in fraganti en cuanto amaneció. En esta zona es habitual ver a un grupo de focas disfrutando del sol mucho más que aquel trol.

 

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La remota y deshabitada Drangey es un santuario para muchas especies de aves, Skagafjörður, Arctic Coast Way, Islandia © subtik / Getty Images

La remota y deshabitada Drangey es un santuario para muchas especies de aves, Skagafjörður, Ruta de la Costa Ártica, Islandia © subtik / Getty Images

 

2. Skagafjörður

El frondoso Skagafjörður tiene muchos ases en la manga: la cría de caballos (y la equitación), paisajes silvestres, yacimientos históricos y actividades que son pura adrenalina, como el rafting de aguas bravas o el snowboard. Todo ello lo convierte en uno de los destinos poco conocidos más fabulosos de Islandia.

Al norte de Sauðárkrókur, la principal ciudad de la zona, el flanco occidental de Skagafjörður es un territorio costero bello y silencioso, adornado por espectaculares montañas. Tindastóll, el pico más prominente, posee una zona geotermal en su extremo norte, donde se encuentra una famosa poza frente al mar llamada Grettislaug. Cerca de la costa, custodiando la entrada de Skagafjörður, se hallan las islas deshabitadas de Drangey y Málmey, dos apacibles paraísos donde crían las aves marinas. En verano, los circuitos en barco por la espectacular Drangey zarpan desde el pequeño puerto que hay al lado de Grettislaug.

 

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Unos largos de piscina con vistas espectaculares en Hofsós, Tröllaskagi, Arctic Coast Way, Islandia © Horst Gerlach / Getty Images

Unos largos de piscina con vistas espectaculares en Hofsós, Tröllaskagi, Ruta de la Costa Ártica, Islandia © Horst Gerlach / Getty Images

 

3. Península de Tröllaskagi

Tröllaskagi (la península del Trol) se extiende entre Skagafjörður y Eyjafjörður, y es un territorio de grandes montañas nevadas. Por los profundos valles entre peñascos fluyen los mejores ríos de pesca de Islandia. Se puede empezar visitando el reposado pueblo pesquero de Hofsós y su espectacular piscina y hot pot (fuente termal) con vistas al fiordo.

Quien sea capaz de marcharse de aquí, puede seguir recorriendo Siglufjörður (o Sigló, como lo llaman los lugareños), que más adelante se eleva en una ribera reluciente resguardada por una de aquellas grandes montañas. Antaño vivían aquí 10 000 trabajadores, dedicados a la descarga de la pesca de los barcos y a limpiar y salar el pescado. Tröllaskagi también es un destino excelente para los deportes de invierno, incluido el heliesquí.

 

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En el círculo polar ártico quizá se avisten uno o dos frailecillos en la isla de Grímsey, Arctic Coast Way, Islandia © pawelosi / Getty Images

En el círculo polar ártico quizá se avisten uno o dos frailecillos en la isla de Grímsey, Ruta de la Costa Ártica, Islandia © pawelosi / Getty Images

 

4. Eyjafjörður y Grímsey

Akureyri, la segunda ciudad más grande de Islandia, se halla en el fiordo más largo del país, Eyjafjörður; un lugar donde a menudo se pueden ver ballenas emergiendo y resoplando entre las aguas relucientes. Además de la animada Akureyri, las aldeas de la zona, con fantásticos locales donde comer marisco y charlar con los lugareños, también merecen una visita. Aunque los ferris navegan con frecuencia hasta la pequeña isla de Hrísey, en medio del fiordo, quizá la isla más conocida de la Ruta de la Costa Ártica sea Grímsey, todavía más pequeña.

Se trata de la única parte de Islandia que se encuentra en el círculo polar ártico y es un territorio diminuto (solo mide 5 km2) y tranquilo, situado a 40 km de la costa, donde las aves superan a los humanos por 10 000 a uno. Sus acantilados costeros golpeados por el mar y sus retorcidas formaciones basálticas son el popular hogar de un montón de especies de aves marinas, incluidos los frailecillos y los charranes árticos, unos kamikazes. A la isla se puede llegar en ferri o en avión.

 

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Húsavík es uno de los mejores sitios de Islandia para ver ballenas, Arctic Coast Way, Islandia © Tatonka / Shutterstock

Húsavík es uno de los mejores sitios de Islandia para ver ballenas, Ruta de la Costa Ártica, Islandia © Tatonka / Shutterstock

 

5. Húsavík

Además de ser famoso como punto de observación de ballenas, Húsavík también merece una visita por sus interesantes museos (dedicados a las ballenas, a la exploración y a otras temáticas), sus casas pintorescas, su iglesia histórica y las vistas de los majestuosos picos que se alzan al otro lado de la bahía. El spa de agua marina GeoSea lo preside todo desde el punto más septentrional de la ciudad, cerca del faro. Sus pozas están llenas de agua salada que se calienta (38-39°C) por procesos geotérmicos, y el café del recinto ofrece vistas a los fiordos.

Para aunarse con la tranquilidad es buen idea alojarse en Tungulending, una antigua fábrica de pescado reconvertida en pensión, muy bien decorada, y disfrutar de sus platos especiales de temporada con vistas al mar.

 

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Playas y acantilados de la península de Tjörnes, Arctic Coast Way, Islandia © photolike / Shutterstock

Playas y acantilados de la península de Tjörnes, Ruta de la Costa Ártica, Islandia © photolike / Shutterstock

 

6. Península de Tjörnes

En dirección norte desde Húsavík por la carretera 85 se resigue la costa de la península de Tjörnes, de una gran riqueza geológica. Destacan los acantilados llenos de fósiles, hoy hogar de aves marinas. En Kelduhverfi la tierra está horadada por grabens (depresiones entre fallas geológicas) y rasgada por fisuras. Esta es una zona de rifts donde la Dorsal mesoatlántica penetra en el Océano Ártico.

Unos 12 km al este del Mánárbakki Museum hay un excelente mirador con paneles informativos sobre la actividad tectónica del lugar. A partir de aquí la carretera desciende hacia las lagunas y los deltas llenos de aves de Vestursandur.

 

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Desviarse por un momento de la Arctic Coast Way permite contemplar la sensacional cascada Dettifoss, Islandia © Shaiith / Shutterstock

Desviarse por un momento de la Ruta de la Costa Ártica permite contemplar la sensacional cascada Dettifoss, Islandia © Shaiith / Shutterstock

 

7. Ásbyrgi

En el extremo norte del Parque Nacional de Vatnajökull, la mitad Jökulsárgljúfur del parque protege una singular cordillera eruptiva subglacial y un idílico cañón llamado Ásbyrgi. Esculpido por el formidable Jökulsá á Fjöllum –el segundo río más largo de Islandia–, el frondoso Ásbyrgi se extiende en forma de herradura gigante, con 3,5 km de longitud de norte a sur y una media de 1 km de ancho.

Desde el aparcamiento que hay al final de la carretera de acceso, unos 3,5 km al sur del centro de visitantes, hay varios senderos cortos de fácil recorrido que cruzan el bosque y llevan a los miradores del cañón, una pequeña poza frecuentada por las aves y paneles informativos sobre la flora de la zona. 

Desde Ásbyrgi, cuando las carreteras están abiertas, es fácil desviarse hacia el sur alejándose de la Ruta de la Costa Ártica para visitar la magnífica cascada Dettifoss (que forma parte del parque) y el lago Mývatn.

 

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El enigmático monumento megalítico circular de Islandia, el Arctic Henge, bien merece un desvío, Islandia © Robert Postma / Design Pics

El enigmático monumento megalítico circular de Islandia, el Arctic Henge, bien merece un desvío, Islandia © Robert Postma / Design Pics

 

8. Melrakkaslétta

Obviada por los turistas de la Ring Road, la agreste y casi deshabitada ruta costera de las penínsulas situadas más al noroeste de Islandia se queda a pocos kilómetros del Círculo polar ártico y alberga paisajes fascinantes; esta es la mejor parte de la Islandia poco conocida, maravillosamente pura, sin turistas y sin bombo publicitario. La carretera costera (carretera 870) infrautilizada que rodea Melrakkaslétta (“llanura del zorro polar”) está sin asfaltar y va dando tumbos durante 55 km entre Kópasker y Raufarhöfn. El trayecto está lleno de baches pero merece la pena por la serenidad de sus pozas y pantanos inmaculados, donde flotan ramas a la deriva y abundan las aves. Siguiendo un poco más se puede llegar a faros remotos que custodian cabos azotados por el océano.

Al norte de Raufarhöfn, los surreales arcos de piedra del Arctic Henge forman un colosal círculo de 7 m de altura con extensas vistas al mar. En la ciudad se puede hacer una parada en el deliciosamente sencillo café-galería Kaupfélagið Raufarhöfn y disfrutar de su bufé de desayuno, de una merienda a base de café y tartas o de una buena cena. 

La exploración puede terminar con una estupenda excursión en Þistilfjörður hasta el cabo Rauðanes; hay que desviarse entre Raufarhöfn (42 km) y Þórshöfn (32 km). Un sendero señalizado recorre 7 km hasta sinuosas formaciones rocosas –incluidos arcos y cuevas– y playas recónditas, y también es un buen sitio para la observación de aves (incluidos los frailecillos), una combinación que es la esencia de la Ruta de la Costa Ártica.

 

Información práctica de la Ruta de la Costa Ártica

Tratándose de una ruta novísima, la Ruta de la Costa Ártica es un viaje de espíritu pionero; las carreteras de las zonas más remotas son de grava y pueden tener muchos baches, razones por las cuales es altamente recomendable alquilar un todoterreno. La infraestructura actual de la ruta es correcta, y sin duda mejorará en los próximos años.

 

 

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