Destinos extremos que ponen a prueba
Hay viajeros que coleccionan “lugares únicos” así como otros coleccionan libros, discos o sellos. También hay quien presume de haber llegado a lo más alto, de recorrer el desierto más árido o de haber visitado la ciudad más grande del mundo. Para los amantes de los récords, estos son los doce lugares del mundo que pueden presumir de ser “lo más de lo más”, al menos en algún aspecto. Desde el rascacielos más alto del planeta, en Dubái, hasta el río más largo del mundo, el Nilo, pasando por el lugar más frío o el más caluroso de la Tierra.
1. Uyuni, el mayor salar del mundo (Bolivia)
El salar de Uyuni, en Bolivia, se extiende 12 000 km2 hasta todo horizonte visible como una inmensidad blanca apenas interrumpida por unas pocas “islas” diminutas tachonadas de cactus milenarios. En la estación seca (may-ago) la sal tiene una costra suave parecida al glaseado de un merengue; en la estación húmeda (dic-abr) una fina capa de agua convierte la llanura en un espejo natural. A diferencia de la Gran Muralla china, el salar sí puede verse desde el espacio.
La experiencia puede ser completa si te alojas en el hotel Palacio de Sal, en el cual las paredes, los suelos y los muebles están hechos de sal.
2. Everest, la montaña más alta del mundo (Nepal, China)
Cada año son más los montañistas que intentan el arriesgado ascenso al pico más alto del mundo, pero lo más factible (y más seguro) es una excursión al campamento base del Everest. Se habrá hollado la gran montaña y, de camino a los imponentes 5545 m de altitud, se verán los picos vecinos del Ama Dablam, el Pumori y el Nuptse. La mayor parte del recorrido pasa por el Parque Nacional de Sagarmatha, declarado Patrimonio de la Humanidad, y las aldeas de sherpas y los monasterios budistas son el contrapunto cultural a la impresionante belleza natural del lugar. Que el viajero abra bien los ojos, quizá vea ciervos almizcleros, pandas rojos o algún tar del Himalaya.
Hay que planificar el ascenso al campamento base del Everest entre octubre y diciembre, contando con tres semanas de tiempo para la expedición completa desde Lukla.
3. Atacama, el desierto más seco del mundo (Chile)
El desierto de Atacama, en Chile, es el lugar más seco del mundo (hay estaciones meteorológicas que jamás han registrado lluvias) y gracias a sus flamencos, sus brillantes salares y sus extensos y humeantes campos de actividad geotérmica es uno de los parajes más sobrenaturales del planeta. Se puede ir de excursión durante la puesta del sol por el valle de la Luna y ver brillar la sal que cubre los escarpados valles como si fuera nieve, o montar en una bicicleta de montaña y pedalear a la laguna Cejar, un lago salado natural ideal para un baño rico en sales minerales.
Atacama se puede visitar todo el año y alojarse en casas de adobe en el oasis de San Pedro de Atacama.
4. Wellington, la capital más remota del planeta (Nueva Zelanda)
Wellington es una de las capitales más pequeñas y discretas del planeta, por lo que ya merecería una visita en cualquier viaje por Nueva Zelanda. La expedición puede comenzar en Te Papa. Frente al mar, el museo nacional de Nueva Zelanda es una moderna e interactiva exposición de todo lo kiwi. El propio marae (lugar de encuentro) del museo expone una excelente colección de objetos maoríes. Los fans del cine no deben perderse la cueva de Weta, en Miramar, un pequeño museo dedicado a la oscarizada compañía responsable de los efectos especiales de filmes como El Señor de los Anillos o Avatar.
Si vamos en febrero coincidiremos con el New Zealand International Rugby Sevens, donde los espectadores tienen que ir disfrazados.
5. Groenlandia, la isla más grande del mundo
Australia es más grande pero suele considerarse un continente, por lo que Groenlandia se lleva el título planetario de la isla más grande. Llamada Greenland (tierra verde) por un optimista explorador vikingo, Erik el Rojo, esta región autónoma de 2,16 millones de km2 forma parte de Dinamarca. En verano, la retirada del hielo marino en los fiordos permite desplazarse en los barcos de los pescadores inuit locales. La primavera es ideal para los paseos en trineo de perros, y en los oscuros días de invierno (nov-feb) las auroras boreales bailan en el cielo. El verano (may-ago) es la mejor época para excursiones y para navegar; la primavera (mar-abr), para probar el esquí nórdico y las raquetas de nieve.
6. La Antártida, el lugar más frío de la tierra
A menos que el viajero sea un entusiasta de las aventuras en el Polo o trabaje para una agencia gubernamental en la Antártida, la única forma de explorar el continente más grande y más meridional del planeta es en barco. Si el viajero soporta bien el mareo, puede optar por un barco pequeño, que permite un mejor acceso a las pequeñas bahías y calas de la Antártida. Casi todas las expediciones empiezan y terminan en Ushuaia, esquivando icebergs en el paso Drake para ver la fauna de las islas Shetland del Sur y de la península Antártica y desembarcando para ver de cerca a pingüinos, focas y ballenas.
Los viajeros solo pueden visitar el continente más frío y seco del mundo en época de deshielo (nov-mar).
7. Dallol, el lugar más caluroso del planeta (Etiopía)
Que nadie se queje del calentamiento global a los habitantes de Dallol. Situado cerca de la frontera con Eritrea y entre el peligroso y escarpado paisaje de la depresión de Danakil, una inhóspita amalgama de llanuras salinas, volcanes activos y terremotos, es oficialmente el lugar habitado más caluroso del planeta. La temperatura media anual ronda los 35°C pero en verano el termómetro puede alcanzar los 64°C. Si a ello se le suma la amenaza latente de los rebeldes separatistas de Afar, a nadie le extraña que los lugareños llamen a esta región remota e ingrata “la puerta del infierno”.
Desde Addis Abeba, hay que conducir 5 h en dirección norte y después montar en un camello para recorrer el último tramo por un desierto implacable.
8. El Vaticano, el país más pequeño del mundo
Siglos de historia, la espectacular arquitectura de la Basílica de San Pedro y las emotivas obras de arte de Miguel Ángel, como su desgarradora Piedad, convierten al Vaticano (830 hab.) en uno de los destinos esenciales de Roma, incluso para los no creyentes. Quienes deseen asistir a las audiencias del Papa de los miércoles deben solicitarlo en la web del Vaticano y vestir con decoro. El genio de Miguel Ángel se despliega también en los Museos Vaticanos, una gran colección de arte que ocupa 5,5 Ha. El último domingo del mes se puede visitar gratis su mayor reclamo, la Capilla Sixtina.
Al Papa se le puede ver todo el año, pero el festival cultural Estate Romana es de junio a septiembre.
9. El Nilo, el río más largo del planeta
Con 6650 km, el Nilo pasa por 10 países. Dejando de lado el debate sobre su origen (¿Burundi, Ruanda, Uganda o el lago Victoria?), lo mejor es viajar al norte, a Egipto, para comprender cómo este río poderoso ha hecho historia y ha creado imperios. En la enmarañada y fértil red que recorre todo el país, lo ideal es el viaje al valle del Nilo, de Luxor a Asuán. La mayor parte de los cruceros fluviales tardan 4-6 días en unir las dos ciudades. En los alrededores de Luxor destaca la fascinante necrópolis de Tebas, en la orilla oeste del río; mientras al sur, en Asuán, falúas de velas blancas navegan gracias a las brisas egipcias.
La mejor época es de octubre a marzo, en la estación templada, fuera de la temporada alta turística.
10. El Mar Muerto, el lugar más bajo del mundo
Bordeado por tres países (Israel, Jordania y Cisjordania), el Mar Muerto está bañado en historia antigua y hace siglos que atrae a viajeros que buscan paz y tranquilidad. Cuenta la leyenda que era un refugio para Cleopatra y que Herodes I el Grande creó en él uno de los primeros resorts de salud de la historia. En el siglo XXI los turistas que buscan salud siguen visitando este lago a 400 m debajo del nivel del mar, por sus aguas minerales curativas (un 1000 % más saladas que el agua del mar) que, según dicen, alivian el reuma, los problemas respiratorios y la artritis. Y, claro está, no pueden faltar las fotografías de rigor del viajero embadurnado de barro curativo del Mar Muerto.
Con 330 días de sol al año, las temperaturas más confortables son en invierno (nov-mar).
11. Tokio, la ciudad más grande del planeta
El área metropolitana de la capital japonesa (Área del Gran Tokio) tiene 36 230 000 según la ONU. Una dimensión difícil de imaginar que sin embargo funciona como una maquinaria bien engrasada, con una energía casi maniática y una imparable obsesión por lo nuevo. Visitar Tokio es una experiencia que hay que hacer alguna vez en la vida y como símbolo de la ciudad, el cruce de Shibuya, un paso de peatones que se ha convertido en imagen de una ciudad difícil de captar en una sola imagen. Esta encrucijada de calles resume la abrumadora marabunta que transita por esta metrópoli japonesa. Eje de un barrio comercial de moda (lleno de tiendas de firma y pantallas publicitarias), el cruce de Shibuya está frente a la estación de Shibuya, una de las más ajetreadas de Tokio (y del mundo). Además de una gran encrucijada, los numerosos semáforos que la regulan cambian a rojo al unísono, lo que provoca que todos esos ciudadanos apresurados arranquen y atraviesen de forma masiva y simultánea para llegar al otro lado.
Se recomienda contemplar el cruce de Shibuya desde el 21 piso del Starbucks, en el edificio Tsutaya, en el lado norte del cruce.
12. Burj Khalifa, el edificio más alto del mundo (Dubái)
Ridículo para unos y admirable para otros, de lo que no cabe duda es que el Burj Khalifa es una proeza arquitectónica. El edificio más alto del mundo atraviesa el cielo de Dubái con sus 162 plantas y 828 m de altura (más del doble que el Empire State). Se inauguró el 4 de enero del 2010, tan solo seis años después de que empezaran las excavaciones. Hasta 13 000 obreros trabajaron duramente día y noche, a veces a razón de una planta cada tres días. Par los visitantes, la principal atracción es el mirador “AT THE Top”, en la planta 124, a unos 442 m del suelo.
En la taquilla y en su página web se pueden reservar entradas para el mirador con fecha y hora.