Las películas que más kilómetros nos han hecho viajar
Quien más o quien menos ha soñado alguna vez con dejarlo todo y largarse carretera adelante, sin pensar en el destino; devorando kilómetros y kilómetros y vagabundeando sobre el asfalto, como algunos héroes de película. Muchas road movies nos han hecho viajar sin meta final, contemplando miles de kilómetros de paisajes del desierto americano, de las praderas canadienses, de la Pampa argentina o de carreteras mucho más cercanas. Estas son siete películas que nos han hecho viajar (¡y mucho!) con la imaginación.
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1. Easy Rider - Dennis Hopper, 1969, EE UU
Hopper tiene 32 años y los bolsillos vacíos cuando se lanza a esta carrera fantástica, al son de los riffs desquiciados de Jimmy Hendrix y con la contracultura americana en plena carga de caballería. Dos motoristas, después de habérsela jugado vendiendo droga, deciden hacer la ruta montados en sendas Harley Davidson desde Los Ángeles a Nueva Orleans para asistir al carnaval. Su periplo dinamitará los mitos de la América conservadora e inventará otros nuevos, siempre de actualidad. Una bofetada magistral al viejo cine de Hollywood.
Pocas películas han ampliado hasta este punto los horizontes del motero. El itinerario toma el tramo meridional de la ruta 66, la mother road que cruza los EE UU desde California a Luisiana vía la ciudad fantasma de Ballarat–donde Peter Fonda abandona su Rolex–, Monument Valley en Utah, Taos en Nuevo México y Texas. Al llegar a Luisiana, se impone una pausa en la ciudad de Morganza, donde hasta hace poco todavía existía el Melancon Café, marco de una escena de la película. Un consejo: hay que visitar la web http://www.mrzip66.com. Es la mejor guía para viajar sobre las ruedas de Wyatt y Billy.
2. París, Texas - Wim Wenders, 1984, Alemania/Francia
El cantante y guitarrista de Nirvana, Kurt Cobain, rendía culto a esta road movie desgarradora, cuyo tema musical, tocado con una slide guitar, no puede disociarse de ella. De entrada, un hombre que camina por los paisajes desiertos de Texas y que arrastra tras él un amor hecho jirones al que Nastassja Kinski presta un rostro inolvidable. Con este larguísimo largometraje por el que circula una melancolía conmovedora, Wim Wenders se llevó la Palma de Oro en el festival de Cannes.
Si bien ninguna escena tiene como decorado la ciudad texana de París, Wenders desplazó su cámara y sus actores por los rincones más desolados, pero también más espectaculares, de este estado del sur de EE UU. El itinerario va del Parque Nacional de Big Bend a Houston, pasando por Nordheim, Port-Arthur y El Paso. Durante el pase de los créditos desfilan imágenes de Big Bend, a orillas del Río Grande, en un rincón salvaje cerca de Lajitas. Hay que esperar la llegada del verano y unas temperaturas que suben hasta los 50ºC para entrar en ambiente.
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3. Hacia rutas salvajes - Sean Penn, 2007, EE UU
La auténtica historia de Chris McCandless, un estudiante de Virginia que al inicio de la década de 1990 renunció a un porvenir seguro y cortó con los suyos para decidir por sí mismo su camino. Su búsqueda de la libertad lo condujo a Alaska, muy lejos de la sociedad… Sean Penn, actor y director que nunca se queda a medias, rodó esta película en decorados naturales. Emile Hirsch, el protagonista, llevaba en la muñeca un reloj que había pertenecido a ChrisMcCandless.
Partir tras las huellas de quien se hacía llamar Supertramp, e l“super vagabundo”, supone tragar asfalto por las carreteras míticas del Oeste americano, especialmente la Highway 1, a lo largo de la costa californiana, con una parada en Big Sur, siguiendo los pasos de Jack Kerouac. Otro hilo conductor es el río Colorado, desde los rápidos del Gran Cañón hasta el golfo de California. Después, rumbo al norte, primero hacia el rocoso litoral de la península Olympic, en el estado de Washington, después en Alaska, donde terminó el periplo de McCandless. Es en este estado aislado, sublime y excesivo, donde espera al espectador el Parque Nacional de Denali, en cuyo centro se yergue el gigante de América del Norte, el monte McKinley. Esta región salvaje es el mejor lugar para avistar grizzlies, alces o caribúes durante un circuito en autobús.
4. Little Miss Sunshine - Jonathan Dayton y Valerie Faris, 2006, EE UU
Esta pareja de directores y guionistas caricaturiza a la América de la mujer muñeca y del éxito social. A bordo de una furgoneta Volkswagen con un pie en el desguace, la familia Hoover pone rumbo a un concurso de misses infantiles. Olivia, su rechonchita hija de siete años, se cree la reina de la belleza. Vista la tropa–un padre que fracasa en la venta de su Recorrido hacia el éxito en nueve etapas, una madre neurótica, un abuelo yonqui, un hijo mudo y daltónico y un tío depresivo y con inclinaciones suicidas–, la cosa no puede ser más catastrófica; están condenados a encallarse en el podio de los loosers.
No se trata de seguir el trayecto de los Hoover entre Albuquerque (Nuevo México) y Redondo Beach (California) a bordo de un jeep Grand Cherokee, con climatizador y seguro de asistencia en carretera. Es obligatorio un Combi VW cochambroso y adelante entre las cunetas polvorientas, las enrevesadas autopistas y los moteles cutres del Oeste. La película es una oda a los viajes calamitosos que dejan recuerdos imborrables.
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5. Diarios de motocicleta - Walter Salles, 2004, Argentina
Walter Salles es un director brasileño que ha vivido en Francia y EE UU y que se ha convertido en un cineasta sin fronteras que fue premiado en Berlín en 1998 por Estación central de Brasil. Diarios de motocicleta lleva a la gran pantalla el recorrido realizado por Ernesto Che Guevara, entonces un joven estudiante de medicina, y su amigo Alberto Granado. Un viaje casi iniciático que verá la conversión del Che a las ideas revolucionarias. La película recibió una gran ovación en su primera proyección en el Festival de Cine Independiente de Sundance, en Utah.
Ir desde Buenos Aires, en Argentina, a Caracas, la capital de Venezuela, pasando por Valparaíso, en Chile, Cuzco, en Perú, y Leticia, en la Amazonía colombiana, representa una expedición impresionante. El lector puede tomar tramos de la Panamericana a lo largo de la cordillera de los Andes, pero seguir el itinerario del Che requiere tiempo y entereza. Sobre todo con la moto de la película, una Norton 500, joya de coleccionista, que acaba expirando. En la película, nuestros héroes continúan a pie… Para ellos se trataba de la búsqueda de un ideal y del descubrimiento de la injusticia social que reinaba, y reina todavía, en los países andinos.
6. Paisajes en la niebla - Theo Angelopoulos, 1988, Francia/Grecia/Italia
Dos niños griegos, Alexandre y Voula, deciden partir en busca de un padre al que no conocen. Tomarán un tren hacia Alemania y caminarán por las carreteras, a pesar de las fronteras y las alambradas… Theo Angelopoulos, fallecido en el 2012, era un cineasta de gran cultura, exigente y hermético para algunos. La Grecia extraordinariamente brumosa y gris que rueda en largos planos-secuencia no es, sin duda, la de los folletos turísticos, pero llega a lo más profundo del alma.
Ver una película de Angelopoulos permite huir de las postales para explorar el norte de Grecia en invierno. El Épiro y Macedonia del Norte, de clima continental, revelan unos paisajes ahogados en la niebla con matices ocres y ópalo.
El mundo del Egeo desaparece aquí ante las soledades pastoriles de los Balcanes. Para este elogio de la lentitud hay que pasar por Ioannina y Salónica. No es que sea demasiado alegre bajo el cielo blanco, pero Angelopoulos, primo de Ulises, era un príncipe del vagabundeo.
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7. Fresas salvajes - Ingmar Bergman, 1957, Suecia
Un clásico del séptimo arte y una de las películas más importantes del maestro Ingmar Bergman. Un viejo profesor debe asistir a una ceremonia en su honor. A ratos somnoliento, a ratos dialogante, va con su hija que conduce el automóvil. Por el camino hace un repaso a su vida. Lleno de amargura, va tomando los acentos más apacibles al albur de los recuerdos y de los encuentros inesperados surgidos durante el viaje. Rememora especialmente el “rincón de las fresas salvajes” donde vivió sus primeras emociones de juventud.
Rodada en blanco y negro, la Suecia meridional representada por Bergman posee una gran pureza en sus paisajes boscosos y lacustres. Es la ocasión de descubrir el lago Vätern, un centro de vela, la isla de Ango, en la costa sureste, y sobre todo la minúscula isla de Fårö al norte de la de Gotland, en el mar Báltico, que Bergman eligió como residencia y donde rodó seis de sus películas. En estos lugares austeros, batidos por el viento, uno reencuentra la atmósfera que impregna toda su obra.
Estas inspiraciones cinematográficas para grandes viajeros, junto con muchas otras, forman parte del libro 500 formas de viajar desde el sofá de Lonely Planet y geoPlaneta.