1390 km por carretera para disfrutar de los encantos de Italia
El que fuera en su día el clásico viaje de año sabático es un periplo en busca de arte e ilustración, aventura y desenfreno. Desde los palacios de los Saboya en Turín y La última cena de Leonardo a las tabernas de Génova y los palacios romanos de los placeres, el ‘Grand Tour’ brinda la ocasión de ver algunas de las mayores obras maestras del mundo y escuchar a Vivaldi en violonchelos del s. XVIII.
El ‘Grand Tour’ es un viaje divertido rebosante de sonidos, sabores y lugares de interés que llevan siglos moldeando a la sociedad europea. Estas son las 10 paradas imprescindibles del ‘Grand Tour’, ¿empezamos?
1. Turín
En su libro El viaje a Italia (1670), el tutor y escritor de viajes Richard Lassels recomendaba a los jóvenes aristócratas que hicieran un gran viaje cultural por Europa, y en especial por Italia. Durante este, el estudio de la Antigüedad clásica y el Alto Renacimiento los prepararía para futuros cargos importantes que moldearían la realidad política, económica y social de su tiempo.
La piazza San Carlo de Turín © Alessandro Cristiano / Shutterstock
Primero recorrerían Francia y cruzarían los Alpes en el monte Cenis para ir a Turín, donde aguardarían cartas de presentación que los introducirían en el agradable torbellino social de estilo parisino de la urbe. Los paseos arbolados de Turín aún conservan su elegante aire francés y muchos cafés del s. XIX, como el Caffè San Carlo (Piazza San Carlo, 156), aún sirven chocolate caliente bajo sus doradas arañas.
2. Desvío: Milán
Ningún ‘Grand Tour’ por Italia sería tal cosa sin un desvío por la A4 a Milán para contemplar La última cena (02-9280 0360), el icónico mural de Leonardo da Vinci. Con su Retrato de un músico (ca. 1485) y los retratos de la bella amante del duque Ludovico Sforza, La dama del armiño (ca. 1489) y el Retrato de una desconocida (ca. 1490), Leonardo transformó las rígidas convenciones del género y creó imágenes individuales de gran naturalismo. Después desarrolló los conceptos de la proporción idealizada y la representación de estados emocionales a través de un dinamismo físico (San Jerónimo), todo lo cual confluye en la magistral La última cena.
El viaje de dos horas en furgoneta a Génova (170 km) discurre por completo en autopista, cuyo último tramo serpentea por las montañas. Hay que salir de Turín por la A55 (hacia Alessandria), que enseguida se junta con la A21 al pasar por el precioso paisaje piamontés. Justo antes de Alessandria hay que girar al sur por la A26 para ir a Génova/Livorno.
3. Génova
Pese a su soberbia ubicación, suave clima y exuberante flora, Génova gozó de mala fama en el pasado. Su centro histórico era un laberinto de oscuros e insalubres caruggi (callejones), atestados de ladrones y pendencieros. Incluso así, al abundar también en turistas y gentes de negocios del mundo entero, Génova era y sigue siendo cosmopolita. Los palacios Rolli, un conjunto de grandes mansiones que se crearon para alojar a papas, dignatarios y realeza en sus visitas, hicieron de Via Balbi y Strada Nuova (hoy Via Giuseppe Garibaldi) dos de las calles más famosas de Europa. Aún se pueden visitar los más bellos, el Palazzo Spinola y el Palazzo Reale.
El Palazzo Doria-Tursi de Génova forma parte de los palacios Rolli © lindasky76 / Shutterstock
Desde allí hay un trayecto de 365 km en furgoneta que dura casi todo el día, por lo que puede pararse a almorzar en Cremona. El viaje es por autopista, pero está flanqueada de campos de maíz. Hay que tomar la A7 al norte para salir de Génova y en Tortona salir a la A21 por la industrial Piacenza hasta Brescia. En Brescia, se cambia de nuevo a la A4 en dirección a Padua.
4. Padua
Los viajeros del ‘Grand Tour’ no podían evitar pasar por Padua de camino a Venecia, aunque en el s. XVIII los estudiantes internacionales ya no acudían al Palazzo del Bò (049 827 30 47), la universidad radical de la República de Venecia donde enseñaron Copérnico y Galileo. Se puede visitar su claustrofóbico anfiteatro anatómico (el primero del mundo), aunque el turista medio ya no tiene por qué asistir a una disección. Tras verlo no hay que olvidar rendir tributo a los cráneos de los nobles profesores que donaron su cuerpo a tal fin, dada la dificultad que entrañaba obtener cadáveres frescos; están en el salón de grados. Los espectaculares frescos de Giotto están en la Cappella degli Scrovegni (049 201 00 20); para verlos es imprescindible reservar con antelación.
La Cappella degli Scrovegni de Padua ©vvoe / Shutterstock
Padua queda a apenas 40 km de Venecia. Se viaja por un tramo anodino, primero por la A4 y luego por la A57.
5. Venecia
¡Por fin la joya del itinerario! Aparte del arte enaltecedor de la Gallerie dell’Accademia (041 520 03 45) y de las extraordinarias obras maestras de arquitectura, como el palacio ducal, el Campanile, la iglesia de Santa Maria della Salute de Longhena y las cúpulas relucientes de la basílica de San Marcos (www.basilicasanmarco.it), históricamente Venecia se consideró un emocionante antro de desenfreno. Las esposas venecianas tenían fama de hacerse con guapos escoltas (cicisbei), las cortesanas ejercían poder en la corte y se dedicaba mucho tiempo a frecuentar casinos y cafeterías.
Plaza San Marcos de Venecia © Claudio Stocco / Shutterstock
A continuación, debe emprenderse un breve trayecto de dos horas. Hay que volver a Padua por la A57 y la A4 y rodear la carretera de circunvalación en dirección a Bolonia para tomar la A13 al suroeste. Tras pasar Padua, la autovía de doble calzada atraviesa anchas tierras de labranza y cruza el río Po, que forma la frontera meridional del Véneto.
Advertencia: No puede entrarse en coche a las islas de la laguna de Venecia; habrá que dejarlo en un lugar seguro y subir al tren para la estación de Venecia Santa Lucía, donde los taxis acuáticos conectan con las islas.
6. Bolonia
Es hogar de la universidad más antigua de Europa (fundada en 1088) y en su día terruño de Dante, Boccaccio y Petrarca, y gozaba de una envidiable reputación de cultura y cortesía. Su centro histórico, que contiene 20 altas torres, conforma una de las ciudades medievales mejor conservadas del mundo. En la basílica de San Petronio, que se creó para achicar la catedral de San Pedro en Roma, el reloj de sol (1655) de Giovanni Cassini demostró los problemas del calendario juliano, que nos dio el año bisiesto, mientras los alumnos boloñeses avanzaban en el conocimiento humano de la obstetricia, la ciencia natural, la zoología y la antropología. El Palazzo Poggi expone sus curiosos modelos de cera y colecciones escrupulosamente etiquetadas. En el arte, como en la ciencia, la escuela de Bolonia nos dio a los primos Carracci, Ludovico, Agostino y Annibale, que se contaron entre los padres fundadores del barroco italiano y a quienes la Contrarreforma influyó sobremanera. Sus conmovedores éxitos pueden admirarse en la Pinacoteca Nazionale.
Vista aérea del casco histórico de Bolonia © RossHelen / Shutterstock
Bolonia se halla en la intersección de la A1, A13 y A14. Hay que salir por el oeste, cruzando el Reno, y tomar la A1. Desde allí hay un trayecto directo de 100 km hasta Florencia. Por el camino se dejan atrás las llanuras del Po y se entra en las bajas colinas de Emilia-Romaña y los boscosos valles de la Toscana.
7. Florencia
Desde la cúpula de tejas rojas de Filippo Brunelleschi que corona el Duomo (Cattedrale di Santa Maria del Fiore) hasta las obras maestras de Miguel Ángel y Botticelli, el David y El nacimiento de Venus, en la Galleria dell’Accademia (055 29 48 83; www.firenzemusei.it) y la Galleria degli Uffizi (www.uffizi.beniculturali.it) respectivamente, Florencia contiene, según la Unesco, el mayor número de obras maestras de arte del mundo. Y su centro se parece mucho al de 1550, con sus torres de piedra y jardines de cipreses.
‘David’ de Miguel Ángel, en la Galleria dell'Accademia de Florencia © Jon Davison / Lonely Planet
Los siguientes 210 km, hacia el sur por la A1, llevan por uno de los paisajes más hermosos de Italia. Al suroeste de Florencia, los viñedos de Greve in Chianti albergan excelentes granjas. Arezzo queda al este. En Orvieto hay que salir por la SS71 y rodear el Lago di Bolsena durante los últimos 45 km hasta Viterbo.
8. Viterbo
En la medieval Viterbo hay que hacer una breve parada para darse un chapuzón en las fuentes termales de Terme dei Papi y una vuelta por el espectáculo sobre el Alto Renacimiento que ofrece la Villa Lante (0761 28 80 08; Via Jacopo Barozzi 71).
La ciudad medieval de Viterbo © ValerioMei / Shutterstock
Tras un trayecto de 28 km por la carretera rural SS675, se retorna a la A1. Durante los siguientes 40 km la A1 desciende hasta el Lacio, entrecruza el Tíber y mantiene los Apeninos a la izquierda mientras atraviesa túneles. En Fiano Romano hay que salir para Roma Nord por la A1 para recorrer los últimos 20 km que bajan hasta la capital italiana.
9. Roma
Aun estando en ruinas, la Roma del s. XVIII seguía considerándose la augusta capital del mundo. Aquí, más que en ningún otro sitio, se despertaba en el viajero del ‘Grand Tour’ el interés por el arte y la arquitectura, aunque el Coliseo (06 3996 7700; www.coopculture.it) aún estaba lleno de escombros y el monte Palatino, cubierto de jardines; sus tesoros se acumulaban poco a poco en el museo nacional más antiguo del mundo, los Museos Capitolinos (Musei Capitolini).
La piazza del Popolo de Roma © ZX-6R / Getty Images
Al llegar por la Porta del Popolo, los viajeros veían enseguida la cúpula de San Pedro (Basilica di San Pietro) antes de recorrer el Corso hacia la aduana. Hecho eso, debían ir a la plaza de España, principal punto de encuentro de la ciudad, donde Keats escribió sus poemas de amor y murió de tisis. El Panteón (www.pantheonroma.com) y los Museos del Vaticano (Musei Vaticani; 06 6988 4676; mv.vatican.va) eran visita obligada, pero muchos viajeros preferían socializar en los jardines del palacio Borghese (06 3 28 10; www.galleriaborghese.it).
Pasada Roma, la temperatura aumenta y el paisaje se vuelve más seco, los árboles dan paso a maleza mediterránea y la hierba amarillea. Más allá de los viñedos de Frascati, 20 km al sur de Roma, la A1 se encauza derecha a Nápoles durante 225 km, un trayecto de dos horas que suele llevar más tiempo debido al tráfico.
10. Nápoles
Solo los viajeros más osados del ‘Grand Tour’ continuaban al sur hasta la lasciva Nápoles. En la época el Vesubio relucía amenazador; en el s. XVIII entró en erupción seis veces y en el s. XIX, ocho. Pero Nápoles era hogar de la ópera y la comedia del arte (sátira cómica improvisada), así que las clases de canto y las butacas en el teatro San Carlo (081 797 23 31) eran obligatorias. Y además estaban los mitos de Virgilio y Dante, a explorar en el lago del Averno y los Campos Flégreos.
El teatro San Carlo de Nápoles © photogolfer / Shutterstock
Tras el descubrimiento de Pompeya (081 857 53 47; www.pompeiisites.org) en 1748, el drama palpable de una ciudad romana en la hora de su muerte atrajo a hordas de visitantes. Entonces, como ahora, era el punto de interés más célebre de Italia, y sus preciosos mosaicos, frescos y esculturas colosales llenaron el Museo Archeologico Nazionale (081 442 21 49).
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