Los mejores hoteles a través de una película
No todo el mundo se puede permitir el lujo de alojarse en en hoteles famosos por su glamour y frecuentados por las estrellas de cine o los ricos y famosos. Pero… ¡Para eso está el cine! Algunas películas abren de par en par las puertas de algunos de los hoteles más famosos del mundo por 10 €, lo que cuesta una entrada de cine. En la guía 500 formas de viajar desde el sofá hay ideas sobre las mejores películas para entrar en estos hoteles.
Juego y crimen en el Bellagio Towers de Las Vegas. OCEAN'S ELEVEN (hagan juego) de Steven Soderbergh, 2001, EEUU.
Una película con un casting de cinco estrellas y un decorado a juego: el Bellagio de las Vegas. Hubo una primera película, dirigida por Lewis Milestone, con Frank Sinatra, Dean Martin y Sammy Davis Jr., pero, como casi siempre, hubo luego un remake: el de Steven Soderbergh, que contó con George Clooney, Brad Pitt, Matt Damon, Julia Roberts y, como escenario de operaciones, el lujoso Bellagio.
Los hombres de Danny Ocean atacarán simultáneamente el Mirage y el MGM Las Vegas, pero es el Bellagio el que protagoniza la película, puesto que el hotel es propiedad del rival de Ocean, interpretado por Andy García, un blanco perfecto.
El Bellagio fue una estrella de la gran pantalla nada más nacer. Siguiendo la tradición de Las Vegas, surgió del suelo en un abrir y cerrar de ojos; en 1988 se impuso como un icono de la capital de los casinos, y menos de tres años más tarde era escogido por Steven Soderbergh como plató principal para el rodaje. En la película se ofrece una visita completa del casino y del hotel, desde la puerta del aparcamiento, pasando por las habitaciones y los despachos de dirección. Estos últimos son los únicos que no pueden visitarse en la actualidad en este complejo que desde entonces se ha equipado con un spa y una galería de arte.
Intriga y espionaje en el Hotel La Mamounia de Marrakech. EL HOMBRE QUE SABÍA DEMASIADO de Alfred Hitchcock, 1956, EEUU.
El toque de címbalo más famoso de la historia del cine dio la señal de partida a una trepidante intriga de espionaje en La Mamounia, el hotel más famoso de Marrakech. Alfred Hitchcok ya había realizado otra versión de esta película 20 años antes, pero en el remake de los años cincuenta decidió trasladar la acción desde Suiza a Marruecos.
La historia es la misma: la aventura de una familia americana que se topa, sin quererlo, con una intriga en el hotel de La Mamounia. Desde ese momento, las calles de Marrakech pasarán de ser el decorado soñado de Las mil y una noches a un inquietante nido de espías. Incluso el marco idílico del mismo restaurante del hotel, con brillantes arabescos orientales, resultará inquietante.
En el corazón histórico de Marrakech, La Mamounia goza del frescor de un jardín bicentenario y, desde el 2009, de una decoración firmada por Jacques García que funde cultura hispanoárabe y modernidad. El hotel, con cinco estrellas en la actualidad, ya era desde su creación el alojamiento obligado para cualquier visitante distinguido. Hoy hay muchos otros hoteles de lujo en Marrakech, pero ninguno puede, como La Mamounia, presumir de haber albergado entre sus paredes a Winston Churchill, Charles de Gaulle, Charlie Chaplin, Joséphine Baker, Jacques Brel u Orson Welles.
Lujo y complots mundiales en el Ritz de París. EL CÓDIGO DA VINCI de Ron Howard, 2006, EEUU.
Los profesores de la universidad de Harvard perciben unas dietas que les permiten alojarse en el Ritz cuando van a París a desbaratar complots mundiales. Eso es al menos la opinión de Dan Brown, que en su best seller internacional El código da Vinci, aloja a su protagonista Robert Langdon en la habitación 512 de este lujosísimo hotel parisino. Ron Howard, cuando adaptó la película, lo corroboró. No obstante, el equipo de rodaje hollywoodense era demasiado numeroso para caber en la 512, incluso en una suite más espaciosa: a grandes males…
Para solucionar el problema, el Ritz autorizó el préstamo de un centenar de objetos de la habitación para reproducirla en los estudios de Londres. Desde las cortinas hasta los grifos, todo fue desmontado, expedido, filmado y vuelto a montar en menos de dos meses. Las cosas del cine…
El hotel creado por César Ritz en 1898 en la place Vendôme pronto entró en la leyenda del lujo parisino, rutilante y refinado al mismo tiempo. Hubo una conmoción en el 2012 cuando se anunció que la firma iba a cerrar para una completa renovación, provocando el despido de sus 470 empleados. Fueron 27 meses de obras, con el objetivo declarado de pasarde la categoría cinco estrellas al sello recientemente instituido de Palace.
Hotel Fontainebleau de Miami Beach, EE UU. SCARFACE de Brian de Palma, 1983, EEUU.
El sueño americano y su sencilla lógica la resume Al Pacino al borde de la piscina del Fontainebleau Miami Beach: “En este país, primero has de ganar pasta; una vez tienes la pasta, tienes el poder. Una vez tienes el poder, tienes las tías”. Inspirado en la película homónima de 1932, que narraba la carrera ascendente de un delincuente italoamericano –inspirado a su vez en la figura de Al Capone, entonces llamado Scarface– a la cima del hampa de Chicago en plena prohibición, el Scarface de la década de 1980 cambia el tráfico de alcohol en Chicago por el de cocaína en Miami. Desde la matanza con sierra mecánica inicial hasta la sinfonía de ametralladoras final, la carrera de Tony Montana, escrita por Oliver Stone, es una success story escrita con sangre.
El Fontainebleau es el edificio más conocido de Miami Beach, reconocible por su fachada cóncava que aparece también al inicio de Goldfinger, en El guardaespaldas o, más recientemente, en un episodio de Los Soprano. Si el Ayuntamiento de Miami negó a De Palma la autorización de rodar en sus calles por miedo a que el tema de la película perjudicara su reputación, no fue el caso del hotel, que simboliza la ambición de lujo y de mujeres de Scarface.
Una pantera rosa en el Hotel Gstaad Palace, Suiza. EL REGRESO DE LA PANTERA ROSA de Blake Edwards, 1975, Reino Unido/EEUU.
Más de 10 años después de su última interpretación del papel que lo hizo famoso, Peter Sellers recuperó la gabardina del inspector Clouseau, retomó su bonito acento francés y partió de nuevo a la aventura en busca del fabuloso diamante rosa, pretexto para una sucesión de gags desternillantes.
El hotel Palace, que frecuentaban fielmente Blake Edwards y Julie Andrews durante sus vacaciones en Gstaad, no se hizo rogar para acoger las nuevas aventuras de Jacques Clouseau, que se lo agradeció a su vez con algunas de las escenas de culto de la serie, desde el “Do you have a rem?” en recepción, hasta la caza del loro con el aspirador, puro momento de comedia digno de las mejores horas del cine mudo.
Gstaad, en el cantón de Berna, en Suiza, suele ser frecuentado por una clientela de altos vuelos, desde Madonna a Roman Polanski; su establecimiento hotelero más prestigioso tiene la obligación de estar a la altura, y lo está, puesto que el hotel Palace está posado en una colina que domina la ciudad. El Palace ha conservado después del rodaje su encanto anticuado, asociado a una versión de gama alta del chalet suizo, con vistas sobre los Alpes. Confesado por el recepcionista: muchos clientes llegan siempre al hotel preguntando si hay una “rem” libre…
Perdidos en el Hyatt Park Tower de Tokio. LOST IN TRANSLATION de Sofia Coppola, 2002, EEUU/Japón.
Alma perdida en Tokio busca compañera con melancolía. No hace falta poner anuncios; las almas perdidas entre la lengua japonesa y la ruidosa multitud de Tokio coinciden en el bar del hotel, tan alto que domina la ciudad, tan alto que él también parece aislado en la megalópolis. “La poesía es lo que se pierde en la traducción”, había escrito el poeta americano Robert Frost. Bill Murray, en un papel cortado a la medida de Buster Keaton derrotado por el jet lag, y Scarlett Johansson, en un papel protagonista que lanzó realmente su carrera, construyen su complicidad en la pantalla con lo no-dicho, hasta un murmullo final que solo ellos conocen.
El hotel Hyatt de Tokio ocupa los 14 pisos superiores de los 52 con que cuenta la Shinjuku Park Tower, en el barrio de negocios de la ciudad. El lujoso hotel cuenta naturalmente con un restaurante de alta cocina, una piscina y un gimnasio, todos visibles en la película. Su gran atractivo, no obstante, siguen siendo sus vistas sobre Tokio, que se extienden hasta el monte Fuji cuando el tiempo está despejado.
Hotel Le Palais Art, Praga. YO SERVÍ AL REY DE INGLATERRA de Jiří Menzel, 2006, República Checa.
Menos conocido en Europa que Milan Kundera, pero más popular que este último en su país de origen, Bohumil Hrabal es una figura imprescindible de la literatura checa, heredero de una tradición que combinaba la virulenta crítica con un acerbo humor. El cineasta Jiří Menzel, que ya había adoptado a Hrabal –recibió incluso el Oscar a la mejor película extranjera en 1967 por Trenes estrechamente vigilados– llevó a la pantalla la picaresca y deliciosa novela Yo serví al rey de Inglaterra y las aventuras de su aprendiz de hostelero en el resplandeciente hotel Le Palais de Praga. Marco ideal de la grandeza y la decadencia de la Praga política de antes de la II Guerra Mundial, todo son hermosas jóvenes bailando sobre las mesas y dromedarios aparcados en la entrada.
Situado en un edificio de finales del siglo XIX catalogado como monumento histórico y transformado en hotel desde el 2002, Le Palais es una de las joyas de la arquitectura Belle Époque de Praga. Está situado en el tranquilo barrio residencial de Vinohrady, muy apreciado por los residentes extranjeros, e incluye también un restaurante, Le Papillon. Otro de los lugares de rodaje es el café de la casa consistorial, con una decoración modernista perfectamente conservada.
Estas recomendaciones y otras 493 forman parte del libro 500 formas de viajar desde el sofá de Lonely Planet, publicado en español por geoPlaneta.