Hace unos meses pude cruzar las puertas del aeropuerto de Múnich, por cierto, uno de los mejores del mundo en servicios y confort, para por fin poder descubrir la ciudad que hay detrás de sus inmensos ventanales. Y es que he aterrizado en numerosas ocasiones en esta bonita ciudad alemana, pero nunca había tenido oportunidad de tomarme un par de días para conocerla. En esta ocasión tampoco tuve demasiado tiempo, unas 48 horas, pero fue el suficiente como para empaparme de todo lo que tiene que ofrecer, que no es poco, una de las ciudades más ricas de Alemania.
Hoy viajamos hasta Múnich y estos son los rincones imprescindibles que no puedes dejar de visitar en la capital de Baviera
El rincón más mítico
Estaba deseando llegar a conocer el que puede ser el rincón más bonito de la Múnich, así que situado a unos 10 minutos caminando del hotel, pronto me encontré en el corazón de la ciudad, justo en su Marienplatz, la plaza central del Altstadt (ciudad vieja) y frente al impresionante Rathaus, el ayuntamiento neogótico y emblema de la ciudad. Me encantó la sensación de sentirme niña (y embobada) con su espectacular carrillón de 43 campanas con las figuras de autómatas que representan historias tradicionales de Múnich, conocido como el Glockenspiel.
Un lugar para descansar
Me gustó tener la sensación de dormir con Múnich bajo mis pies desde una de las preciosas habitaciones del Sofitel Bayerpost, que fue el hotel que elegí para mi estancia en Múnich. Es impresionante el contraste entre tradición y vanguardia que esconde este lujoso hotel, no obstante ocupa el histórico edificio de la antigua oficina de correos de la ciudad. En su interior, los espacios amplios, el contraste de iluminación y el mobiliario de diseño completan una placentera estancia de la que puedo dar fe. La sensación de llegar a la habitación tras un día caminando por la ciudad, tumbarte en un cómodo sofá y divisar la Múnich, solo se puede conseguir desde muy pocos lugares, y el Sofitel Munich Bayerpost puede presumir de ser uno de ellos.
El rincón más moderno
Bueno, dos rincones modernos. Bueno, tres. El primero es el original Eisbach que, aprovechando las corrientes del río Isar, sirve para quitarse el mono de surf a los deportistas más intrépidos. Y el segundo, el Deutsches Museum, donde casi se podría decir que nació la tecnología. Yo sinceramente no estoy muy dicha en la materia, pero me gustó mucho recorrer sus espacios y cacharrear con todo tipo de experimentos y manivelas. Y añado un tercero. La asombrosa estructura del Allianz Arena, el estadio del Bayern de Múnich, situado en el barrio de Fröttmaning, al norte de la ciudad
El rincón de la gastronomía bávara. Cervezas, salchichas y bretzel que hay probar en la cervecería Hofbräuhaus, toda una institución en la ciudad. Es un lugar muy turístico, pero sin duda merece la pena conocerlo porque además de comer divinamente y beber sin medida, también encierra su propia historia desde sus orígenes en 1589, y es que fue aquí donde se establecieron las bases del Partido Nazi con Hitler a la cabeza allá por 1920.
El rincón de la cerveza
El Oktoberfest. Son, nada más y nada menos que 16 días de excesos compuestos por cifras estratosféricas como los casi seis millones de personas consumiendo cinco millones de litros de cerveza, un destile con 7.000 participantes o más de 400.000 salchichas. Unas cifras redondas pensadas para satisfacer las ansias de la gran fiesta de Múnich, celebrada cada año en la enorme pradera de Theresienwiese, que cada octubre se convierte en una ciudad en sí misma con muchas, muchísimas ganas de pasárselo bien.
Texto: Lorena G. Díaz
Fotos: Oficina de Turismo Alemania