Hay lugares que descubres sin querer. Nombres que aparecen en esas páginas que no has leído en la guía de viajes al planificar la escapada. Sidi Kaouki es uno de esos lugares. A 26 kilómetros al sur de Essaouira, en la costa atlántica de Marruecos, llegué a esta playa por casualidad, sin saber que existía y que estaba ahí.
Sidi Kaouki es una larga playa de arena fina muy apreciada por los amantes del surf gracias a los vientos atlánticos que soplan por allí con frecuencia. Con aire de territorio virgen, apenas media docena de restaurantes y hoteles de aire hippie flanquean el arenal. No sé en verano, pero desde luego en enero no es un lugar precisamente abarrotado.
En un promontorio rocoso sobre la playa, un edificio blanco (donde ha conservado el encalado) y ocre (en sus partes más deterioradas) recuerda que el lugar tiene un origen en cierto modo religioso. La casa acoge la tumba de un morabito, un santo sufí musulmán similar a un ermitaño que fue conocido por sus curaciones. Se llamaba Sidi Kaouki, el señor Kaouki. El abandonado edificio no puede visitarse y apenas tiene interés. No hace falta ya explicar de dónde recibe su nombre este lugar. Hasta aquí peregrinaban sus seguidores en busca de milagros. Poco parece haber cambiado en el último siglo.
Sidi Kaouki es uno de esos rincones algo salvajes, un poco destartalados, que puedes encontrarte si recorres la costa atlántica de Marruecos. Si te gusta el surf, el windsurf o el kite-surf, puede ser una interesante parada. Si no, es una relajada escapada desde Essaouira, un agradable lugar donde comer en la terraza de uno de sus chiringuitos mirando al Atlántico y dejar correr la sobremesa con el aroma de un té a la menta. Caminar por la playa o contratar un paseo en camello junto a las olas será, quizá, lo más ajetreado que podrás hacer.
No hace falta más que echar un vistazo a la relación de hoteles y restaurantes de Sidi Kaouki que menciona la Lonely Planet en su guía de Marruecos que acaba de reeditar. Habitaciones básicas, hotel sencillo pero agradable, vistas al mar, el menú depende de la pesca del día, sólo hay electricidad en la planta baja, cenas servidas en un marco rústico... Son descripciones que dejan claro el aire del lugar: uno de los últimos reductos hippies que puedes encontrar en Marruecos.
De regreso a Essaouira el viajero puede desviarse por el pueblecito costero de Diabat en busca de una leyenda. Le contarán que Jimmy Hendrix se alojó aquí durante un viaje a Marruecos en 1969. Algunos de los pocos bares del lugar han aprovechado ese mito como reclamo. Hasta se dice que se inspiró en unas ruinas de un castillo en la playa para componer una canción que escribió... dos años antes. Todo parece completamente falso, pero no deja de tener su gracia. Lo que era una destartalada aldea acoge ahora, a su lado, un espectacular hotel junto al mar con campo de golf y todo lujo de detalles, el Sofitel Essaouira Mogador Golf & Spa. Quizá si hubiera existido hace medio siglo Hendrix sí se hubiera alojado allí.
Texto y fotos: Marino Holgado
