Todo el mundo ha soñado alguna vez con escaparse a una isla, y preferiblemente a una isla tropical y soleada
2017 puede ser un buen año para descubrir esa isla perfecta. En esta selección de 12 islas, una para cada mes, están desde los paradisíacos atolones del Pacífico hasta lugares cargados de historia como Gorea o Mozambique, y desde reservas naturales excepcionales como las Galápagos hasta islas nórdicas envueltas en leyendas.
1. El paraíso salvaje de las Islas Galápagos (Ecuador)
En ningún otro lugar como en las islas Galápagos supera tanto el reino animal a los seres humanos. En pleno océano Pacífico, 1000 km al oeste del continente, los visitantes a veces se sienten más observados que observadores.
Los piqueros patiazules montan sus nidos en mitad de los senderos, los leones marinos de las Galápagos duermen en los bancos de los pueblos y las fragatas siguen la estela de los barcos cuando sobrevuelan las 17 islas del archipiélago. Cuando un visitante se tropieza con un animal, es observado por este con ingenua curiosidad y el convencimiento de que aquí mandan ellos.
Charles Darwin recorrió el archipiélago en 1835 meditando sobre el origen de las especies. Casi 200 años más tarde, la vida animal de estas islas, declaradas Patrimonio Mundial, sigue pasmando y confundiendo. ¿Aves con patas azules? ¿Lagartos amarillos? ¿Pájaros que aprenden a volar cayéndose por acantilados? Todos los animales que las habitan parecen hacer gala de alguna especial característica o inesperada habilidad.
Cada isla es la punta de un volcán submarino (los del oeste aún siguen activos) y el áspero y negro terreno transmite la engañosa sensación de estar muerto… hasta que la tierra misma parece moverse. Posiblemente se trate del mayor espectáculo natural del planeta.
2. Skye, la isla mágica (Escocia)
La la más grande de las islas Hébridas tiene castillos y granjas, mares color gris oscuro y cristalinas piscinas de hadas, brezales y cañadas esmeralda. Los escaladores desafían los picos escarpados de la sierra Cuillin, y los amantes de la fauna van a ver pigargos europeos, delfines y rorcuales Minke. Si se tiene hambre, se puede parar en la bonita Portree a comer fish and chips. En verano el sol no se pone hasta pasadas las 23.00, cubriendo esta mágica isla, unida al continente por un puente, de un brillo dorado sobrenatural.
Cómo ir: La mejor opción es alquilar un coche.
3. Ko Tao, el paraíso del submarinista (Tailandia)
¿Por qué Ko Tao y no otra isla tailandesa? La respuesta está bajo las cálidas y tranquilas aguas que rodean esta bonita porción de tierra. Su as en la manga es fácil de descubrir gracias a la gran variedad de puntos de inmersión justo frente a la costa y un espectáculo submarino que se ha ganado a submarinistas y buceadores de todo el mundo.
Es posible retozar junto a tiburones y rayas, brindar por el día con un cóctel en una playa de arenas blancas y al día siguiente repetir. Pero lo que convierte a Ko Tao en un lugar especial es que ofrece mucho más. Los excursionistas y los ermitaños pueden perderse en las húmedas junglas litorales y, cuando se cansen de imitar a Robinson Crusoe, ir de bar en bar hasta el amanecer.
Cómo ir: Para llegar a Ko Tao, frente a la costa sureste de Tailandia, hay que tomar un barco en Ko Pha-Ngan o en Ko Samui. Los mejores sitios para bucear son los islotes que hay a 20 km de la costa.
4. Bora Bora, anillo turquesa (Polinesia Francesa)
Si se llega en avión, la promesa del Paraíso se cumple al instante: un anillo de motu (islotes) de arena alrededor de una brillante laguna turquesa que a su vez rodea una isla con altos picos basálticos tapizados de selva tropical. Este paisaje de ensueño ha convertido Bora Bora en sinónimo de luna de miel, aunque hay mucho más que hacer además de descansar en hoteles de primera.
Los submarinistas y los buceadores pueden disfrutar en las cálidas aguas, con tiburones punta negra o rayas entre los relucientes bancos de peces. También es posible hacer excursiones y parasailing. Además, es un paraíso mucho más asequible de lo que parece, ya que junto a los hoteles de cinco estrellas hay varias pensiones pintorescas y hoteles a precios razonables.
Cómo ir: Bora Bora, en la Polinesia Francesa, está 270 km al noroeste de Tahití, desde donde se llega en avión o en barco. De junio a octubre es la época más seca y más popular.
5. Isla de Gorea, la isla de la memoria (Senegal)
Una extraña calma envuelve la isla de Gorea (en francés, Île de Gorée, y en portugués, Ilha de Goreia). Callejas coloreadas de buganvillas y claros edificios coloniales llenan este espacio sin coches barrido por la arena. Pero es una quietud que da que pensar, pues sus construcciones atestiguan el tráfico de esclavos. La Casa de los Esclavos es el monumento conmemorativo de la época; la Puerta del No Regreso se abre al mar; aunque se debata cuántas víctimas la cruzaron, nadie discute el crudo recuerdo que evoca.
Cómo ir: La isla de Gorea está a 3,5 km de Dakar. Los ferris realizan cada 1-2 horas la travesía de 20 minutos.
6. Archipiélago de Bacuit, la difícil elección del paraíso (Filipinas)
En este país de 7107 islas, elegir cuál de ellas ofrece la combinación ideal de arena, palmeras y corales siempre ha sido un reto. Vamos a facilitar la cosa: desde la relajada localidad de submarinismo de El Nido se puede recorrer un paraíso kárstico de islotes coronados de jungla en una preciosa bahía turquesa. El archipiélago de Bacuit ofrece playas escondidas, cuevas secretas, lagunas perdidas, yacimientos arqueológicos y espectaculares lugares de submarinismo. Se puede nadar entre tiburones ballena, rayas, dogones y otros moradores de las profundidades en uno de los últimos destinos de islas tropicales realmente relajantes.
El principal medio de transporte por el archipiélago es la evocadora barca de batangas, aunque también es posible desplazarse en un kayak alquilado o poniéndose las propias gafas de buceo, tubo y aletas.
Cómo ir: Hay que hacer un crucero de isla en isla, o fletar un barco que deje al viajero en una isla desierta para sentirse como un auténtico Robinson: en ambos casos se disfrutará de todo lo que ofrece viajar por el sureste asiático.
7. Isla de Socotra, Galápagos sin turistas (Yemen)
¿Cuál es el paisaje más sobrenatural de Oriente Medio? Tal vez Socotra, donde dragos de densa copa semiesférica se yerguen en parajes salpicados de peñas creando una estampa de ciencia ficción. Es uno de los lugares de mayor biodiversidad del mundo, con más de 700 especies endémicas. Esta isla debería ser tan famosa como el archipiélago de las Galápagos, pero la inestabilidad de la zona mantiene alejado al turismo. Es un curioso mundo perdido que aguarda la llegada del viajero intrépido.
8. Pulau Sipadan, un paraíso del buceo en Borneo (Malasia)
Situada a 36 km de la costa sureste de Sabah, la diminuta Sipadan es la estrella más brillante de la constelación de islas del archipiélago de Semporna. Es la punta de un volcán extinto de paredes casi verticales: recubiertas de corales en tecnicolor, son parada obligada para todo tipo de vida marina, desde barracudas hasta peces loro jorobados y, de marzo hasta mayo, tiburones ballena. Las tortugas marinas y los tiburones de arrecife se dan por descontado en cualquier inmersión, y quizá se vean mantas, rayas águila, pulpos y tiburones martillo.
Cómo ir: Actualmente las inmersiones nocturnas están prohibidas hasta nuevo aviso, aunque lo normal es acabar extenuado tras pasar el día buceando. Lo importante es reservar de antemano: solo se dan 120 pases diarios para Sipadan (imprescindibles para practicar tanto submarinismo como buceo).
Dónde dormir: El centro de alojamientos de la zona es Mabul, isla ideal para el buceo macro (está prohibido pernoctar en Sipadan).
9. Isla de Ometepe, la joya del Lago Nicaragua (Nicaragua)
Las dos razones más obvias para visitar Ometepe, la isla más grande del mayor lago de Centroamérica, son los volcanes Maderas y Concepción. Hay excursiones que permiten ver monos aulladores y atravesar bosques nubosos hasta llegar a la cima. En Ometepe también hay petroglifos, playas y alojamientos maravillosos. Su historia está cuajada de piratas y conquistadores, y tiene fama de ser un lugar sagrado. Hay que ir ya porque existe un proyecto de canalización que pronto transformará el lago Nicaragua.
Cómo ir: Hay ferris desde San Carlos, Granada y San Jorge. La escalada/excursión a los volcanes es complicada.
10. Moorea, una isla tropical de postal (Polinesia Francesa)
Moorea (Mo’orea, en tahitiano) es tan bonita que el visitante se frota los ojos con sorpresa cuando la ve por primera vez desde Tahití. La laguna turquesa que parecía un montaje en el folleto es aún más bella en la realidad. Bora Bora es más famosa, pero los acantilados esmeralda casi verticales, las relucientes puestas de sol y la belleza submarina de los arrecifes de Moorea conseguirán que el visitante se sienta la persona más feliz de la Tierra.
Cómo ir: A menos de 20 km de Tahití, a Moorea se llega por mar o aire. De mayo a octubre es la temporada seca, y la época de observación de ballenas va de julio a octubre.
11. San Blas, las islas secretas de Panamá
Frente a la costa caribeña de Panamá, como joyas desperdigadas, las islas de San Blas son el hogar de los kuna, que llevan una vida sencilla, pescando en las ricas aguas del mar Caribe. Un lento flujo de viajeros ha empezado a seguir su ejemplo, encontrándose con un Caribe virgen en las islas que van hacia el oeste desde Cartí hasta casi llegar a la frontera colombiana. Es el lugar ideal para quienes no quieran compartir su isla paradisíaca con nadie.
Esta es la comarca de Guna Yala, donde puede descubrirse cómo era el Caribe antes de la llegada de los chiringuitos de playa, las plantaciones y los constructores. Son islas adormecidas donde los fantasmas de piratas y jefes tribales flotan entre palmeras. Además, bajo el agua hay mucho por ver, con arrecifes repletos de peces tropicales.
Cómo ir: Cartí es el punto de entrada y hay barcos que recorren todas las islas.
12. Bonanza acuática en el Archipiélago de Bazaruto (Mozambique)
En las aguas del archipiélago se ven tantos tonos de azul como especies acuáticas habitan sus profundidades, lo que es mucho decir teniendo en cuenta que esta cadena de islas forma parte de un gran parque nacional marino de 1400 km2. Tanto si se viaja por tierra como por mar, su riqueza se hace evidente antes de llegar. Además del atractivo estético y su exclusiva naturaleza (tan solo hay unos pocos alojamientos de lujo), lo que distingue al archipiélago de Bazaruto es su fauna, tanto terrestre como oceánica. En las islas hay montones de aves, varios antílopes y cocodrilos del Nilo en lagos de agua dulce. Los submarinistas y los buceadores pueden explorar ricos arrecifes de coral y ver delfines, tortugas marinas, manatíes, mantarrayas y más de 2000 variedades de peces y ballenas jorobadas.
Cómo ir: A Vilankulu se llega en avión y desde allí se alquilan barcos, helicópteros o avionetas. Lo mejor es ir entre mayo y noviembre.