Unos días en Lumbini tras los pasos de Buda

Escrito por
Joe Bindloss, autor de Lonely Planet

2 Noviembre 2018
7 min de lectura
© AlexFox_Getty_Images
Lumbini, Nepal

El inicio del budismo en Lumbini, Nepal, Best in Asia 2018

Seguir los pasos de Buda, el fundador de una de las grandes religiones del mundo, no es algo que uno pueda hacer cada día; pero no todas las religiones pueden mapearse con tanta precisión en el paisaje natural como el budismo.

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Nepal

 

Aunque eclipsada por el hinduismo en la tierra que la vio nacer, la religión budista tiene sus raíces en las llanuras Terai de Nepal, allí donde el príncipe Siddhartha Gautama nació en el seno de una familia real del antiguo reino de Kapilavastu y desde donde partió para fundar una fe que, en un momento dado de la historia, dominó la mayor parte de Asia, desde Sri Lanka y las Maldivas hasta el Tíbet, Afganistán y Mongolia.

 

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Monje frente a la estatua de Buda en el templo Maya Devi, lugar de nacimiento de Siddhartha Gautama, Lumbini, Nepal © Photohipster / Shutterstock
 Monje frente a la estatua de Buda en el templo Maya Devi, lugar de nacimiento de Siddhartha Gautama, Lumbini, Nepal © Photohipster / Shutterstock

Lumbini, la cuna del budismo

A pesar del alcance global del budismo, su épica historia empezó en el s. V a.C. en la humilde aldea de Lumbini, hoy un polvoriento desvío de la carretera infestada de camiones que une India y Nepal. En los años inmediatos a la muerte de Buda –o, al menos, a su abandono del plano mortal–, Lumbini era el epicentro de una próspera comunidad religiosa directamente inspirada en las enseñanzas del Buda viviente. Sus seguidores enseguida erigieron una ciudad en miniatura llena de stupas de ladrillo y salones de oración alrededor del lugar sagrado donde el príncipe Siddhartha llegó al mundo. Incluso el gran emperador budista Ashoka pasó por allí en el año 249 a.C., dejando tras su paso uno de sus famosos pilares de piedra en recuerdo de la ocasión, mientras expandía la fe budista con entusiasmo por todo el subcontinente.

Pero unos pocos cientos de años después, los primeros viajeros chinos la describieron como un lugar abandonado con monasterios que se desmoronaban y el pilar de Ashoka hecho añicos en el suelo, destruido por las tormentas que todavía azotan el subcontinente a cada monzón. Y así siguieron las cosas durante los 1300 años siguientes, hasta que en 1896 el gobernador local, el general Khadga Samsher Rana y el arqueólogo alemán Alois Führer desenterraron el pilar de Ashoka cerca del pueblo entonces conocido como Rummindei y volvieron a situar a Lumbini en el mapa.


Cómo organizar un viaje a Nepal

 

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El espectacular Templo Dorado de Myanmar, una de las primeras estructuras budistas que se alzaron en la zona monástica, Lumbini, Nepal © CR Shelare / Getty Images
 El espectacular Templo Dorado de Myanmar, una de las primeras estructuras budistas que se alzaron en la zona monástica, Lumbini, Nepal © CR Shelare / Getty Images

Desde entonces budistas de todo el planeta han dedicado una gran cantidad de energía –y dinero– a resituar a Lumbini en el lugar que le corresponde como foco del peregrinaje budista, a pesar de que la gran mayoría de viajeros que abruma la frontera India-Nepal en dirección a Katmandú y a las rutas senderistas del Himalaya pasa de largo de este lugar sagrado; al menos por ahora. La construcción del nuevo aeropuerto internacional en la vecina Siddharthanagar (antaño Bhairawa), en la frontera india, parece estar destinado a cambiar la suerte de Lumbini, ofreciendo una nueva ruta aérea más segura a Nepal, y una entrada directa a Lumbini y a los puntos de interés menos explorados de las llanuras nepalíes.

 

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Blanca y brillante, la pagoda de la Paz Mundial fue construida por los budistas japoneses, Lumbini, Nepal © Paul Biris / Getty Images
 Blanca y brillante, la pagoda de la Paz Mundial fue construida por los budistas japoneses, Lumbini, Nepal © Paul Biris / Getty Images

Lo antiguo y lo moderno en Lumbini, codo con codo

Por todo su rico patrimonio, la experiencia de visitar Lumbini hoy es una curiosa combinación de lo antiguo y lo nuevo. Por un lado, el terreno está lleno de restos de stupas milenarias de ladrillo y monasterios, intercalados con antiguos árboles de bodhi, bajo los cuales se sientan en silencio a meditar todo tipo de peregrinos, vestidos con ropajes que les identifican como pertenecientes a una docena de tradiciones budistas distintas, como hiciera Siddhartha Gautama toda su vida hasta alcanzar la iluminación en Bodhgaya, a un corto trayecto al sur cruzando lo que hoy es la frontera entre India y Nepal.

 

 

Por el otro lado, está la curiosa zona monástica, un recinto en expansión de flamantes nuevos monasterios, templos y stupas construidos por budistas de territorios tan lejanos como Myanmar, Camboya y Corea. Distribuida en una red de puentes, canales, estanques y jardines, es el "parque temático" del budismo, una Exposición Universal variopinta de tradiciones budistas, desde zedis birmanos hasta chortens tibetanos geométricos y pagodas chinas rebosantes de incienso con madera policromada y tejados de curvas sinuosas.

 

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Inconfundible arquitectura china en el monasterio budista Zhong Hua, Lumbini, Nepal © Damian Pankowiec / Shutterstock
 Inconfundible arquitectura china en el monasterio budista Zhong Hua, Lumbini, Nepal © Damian Pankowiec / Shutterstock

Aunque su intención es religiosa, el recinto cuenta con un jardín de esculturas, y por sus serenos y polvorientos caminos pasean monjes y peregrinos, aunque rara vez hay mucha gente, lo cual realza la sensación de estar visitando una especie de maqueta arquitectónica gigante. Esto asegura paz y tranquilidad mientras uno disfruta de un pedacito de Tailandia en el Real Monasterio Thai Budista, de la China imperial en el Monasterio Budista Chino de Zhong Hua, de un facsímil dorado de Birmania en la Pagoda de Lokamani Pula, de las altísimas torres prang de estilo Jemer en el monasterio camboyano y de la grandeza de la Corea dinástica en el Templo Budista de Corea.

La ausencia de multitudes a pesar de tanta oferta contribuye de forma innegable a generar un ambiente apacible y contemplativo, en un marcado contraste con el frenético ajetreo de Siddharthanagar y otras localidades de Terai. En el trayecto en autobús de Siddharthanagar a Lumbini, el ruido y el caos disminuyen de forma notable a cada kilómetro, dando paso a la sensación de estar entrando en un paraje bucólico. Descansando bajo la sombra de un árbol de bodhi o contemplando como las grullas sarus se posan en los humedales que hay tras la pagoda de la Paz Mundial japonesa, por ejemplo, Lumbini se muestra realmente sublime.

 

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Las grullas sarus, una especie rara, frecuentan los humedales que rodean Lumbini, Nepal © RAJU SONI / Shutterstock
 Las grullas sarus, una especie rara, frecuentan los humedales que rodean Lumbini, Nepal © RAJU SONI / Shutterstock

Lumbini espiritual

En otros momentos, tanto si uno asiste a las oraciones matinales de un monasterio o se aproxima al santuario del templo Maya Devi, que señala el lugar exacto donde nació Buda, Lumbini se muestra profundamente espiritual. Revestido por una estructura blanca de estética dudosa, el templo Maya Devi es hoy un montón de ruinas superpuestas con milenios de historia centrado en una losa de terracota que señala el punto exacto donde, según las escrituras budistas, la madre de Buda “caminó 20 pasos, se agarró a la rama de un árbol y se encaró hacia el este” para dar a luz a Siddhartha Gautama.

 


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Best in Asia 2018

 

El viaje se vuelve aún más tranquilo e interesante si se toma el autobús local de Lumbini a Tilaurakot, donde los arqueólogos han excavado las ruinas de lo que se considera el palacio del rey Suddhodan, gobernante de Kapilavastu. Allí Gautama Buddha llevaba una vida de lujo hasta que abandonó el recinto real a los 29 años y descubrió por primera vez el sufrimiento humano. Paseando por las bases polvorientas de los muros de ladrillo en ruinas es difícil visualizar el lugar como un lujoso palacio, pero resulta imposible no apreciar el sosiego de este enclave arqueológico lleno de árboles y rodeado de pastos verde esmeralda.

 

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Los pastos verdes se extienden durante kilómetros alrededor de las ruinas de Tilaurakot, Nepal © Casper1774 Studio / Shutterstock
 Los pastos verdes se extienden durante kilómetros alrededor de las ruinas de Tilaurakot, Nepal © Casper1774 Studio / Shutterstock

Más allá de Lumbini

Repartidos por el paisaje vecino hay algunos enclaves, aun menos visitados, también relacionados con la vida de Buda. En Gotihawa, 5 km al suroeste de Tilaurakot, el desgastado tocón de un segundo pilar de Ashoka marca el lugar donde nació el Krakuchchanda Buda, el primer Buda de la era actual, y 8 km al noroeste, en Niglihawa, otro pilar de Ashoka señala el lugar de nacimiento del Kanakmuni Buda, el segundo Buda de la era actual. En Kudan, 5 km al sur de Tilaurakot, pedestales monumentales de stupas que han desaparecido señalan el bosque donde Buda formuló varios de los principios clave de la doctrina budista, y algunas ruinas polvorientas de Devadaha, 28 km al oeste de Lumbini, marcan el lugar donde nació la madre de Buda. Los pocos turistas que se aventuran hasta estos parajes lo hacen por la arqueología y para conocer cómo es la vida de pueblo en las llanuras atemporales de la región.

Pero no hay que limitarse a los enclaves budistas; Lumbini está muy cerca de un montón de desvíos interesantes de la región de Terai y las colinas centrales. Justo al norte, donde las llanuras dan paso a los montes de la cordillera Mahabharat, está Tansen, un pueblo de montaña típicamente nepalí, con antigua arquitectura newari, que solo recibe un puñado de visitantes a pesar de su tranquilo ambiente. Desde allí hay apacibles paseos por el monte que llevan a aldeas tribales magar y al maltrecho Ranighat Darbar, un palacio barroco construido para un general que fue expulsado de Katmandú por conspirar contra el gobierno. Después está el Parque Nacional Chitwan, el paraje más famoso de Nepal para ver tigres y rinocerontes indios, a un sencillo desvío de la carretera a Katmandú.

 

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