Pero, ¿qué se nos ha perdido en Brunéi?

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Empire Hotel & Country Club, Brunéi

El viajero hará bien en visitarlo y juzgar por él mismo

La guía Lonely Planet de Malasia, Singapur y Brunéi descubre que puede ser un destino muy interesante y diferente a todos los del entorno, una parada que merece la pena para los que recorren a fondo el sureste asiático.

Brunéi es un país que pasaría desapercibido en el mapa si no fuera por la fama de su sultán, uno de los hombres más ricos del planeta que de vez en cuando aparece en las revistas del corazón y es famoso por sus excesos y por gobernar con mano de hierro este pequeño reino petrolero. La “infalibilidad” del sultán se recoge incluso en su constitución. En Brunéi se practica una visión muy particular de la vida: un tranquilo estado religioso muy estricto y controlado socialmente, donde los ciudadanos encuentran la felicidad en el culto y el consumo colectivo.

En esta dictadura basada en los yacimientos petrolíferos más grandes del sureste asiático, el viajero que se anime a permanecer más de una escala en su aeropuerto encontrará, por ejemplo, unos magníficos bosques pluviales, como los del Parque Nacional de Ulu Temburong, o en la capital, Bandar Seri Begawan, el pintoresco pueblo acuático de Kampung Ayer, el mayor asentamiento sobre pilotes del mundo. 

Lo imprescindible 

1. Trepar hasta el dosel arbóreo y nadar en las aguas frescas de un río en plena jungla del Parque Nacional de Ulu Temburong. Parece mentira que en un país tan organizado y regulado como Brunéi quede aún un pedacito de naturaleza indómita. Este parque está situado en el corazón de un área de 500 km2 de bosque prístino que ocupa casi todo el sur de Temburong. Permanece tan intacto que solo aproximadamente 1 km2 es accesible a los visitantes y únicamente en circuitos guiados. Hay una pasarela sobre los árboles, breves recorridos por la jungla o un agradable chapuzón en las aguas frescas de Sungai Temburong. 

2. Abrirse paso con una lancha entre vías fluviales flanqueadas de manglares desde Bandar Seri Begawan hasta Bagar. Esta pequeña población en las orillas del Sungai Temburong puede visitarse en una excursión de un día y en lanza motora rápida a primera hora, pero se captará mejor el relajado ritmo local si se pernocta. Hay estupendos bosques primarios y nueve “longhouses”. 

3. Tomar un taxi acuático hasta Kampung Ayer, un pueblo acuático, el mayor asentamiento palafítico del mundo, y relajarse en uno de sus paseos entarimados. Es la imagen del Brunéi anterior al petróleo. Aquí hay escuelas, mezquitas, comisarías de policía, bomberos, y todo sobre el agua. Antonio Pigafetta, que acompañaba a Magallanes en su viaje, visitó el lugar en 1521 y lo llamó la Venecia del Este. En realidad son 28 aldeas contiguas sobre pilotes, con nombres que recuerdan los oficios y ocupaciones que se practicaban en ellas tradicionalmente. Hoy muchos de sus antiguos habitantes viven en tierra firme, pero en las calles principales de Kampung Ayer se pueden ver alineados muchos automóviles de lujo de antiguos residentes del pueblo. 

4. Dar una vuelta por el paseo marítimo de Bandar Seri Begawan y visitar las opulentas mezquitas de la capital de Brunéi. Teniendo en cuenta el dinero que tiene el país, la capital es bastante discreta. La vida gira en torno a los centros comerciales, los restaurantes y las mezquitas (y para algunos también alrededor de las fiestas ilícitas). Además se encuentran algunos museos y algunos rincones que mantienen el ambiente previo al petróleo.

5. Maravillarse ante el Empire Hotel & Country Club de la capital, brillante monumento al despilfarro mundial. Este hotel, de opulencia y proporciones faraónicas es todo un espectáculo. Con sus 523 habitaciones fue un encargo del príncipe Jefri para albergar a los invitados de la familia real. Para recuperar parte de la inversión inicial pronto se transformó en un complejo hotelero de gama alta. A quien le guste la ostentación tipo Las Vegas y las columnas y los pasillos sin fin de mármol puede pasar por el vestíbulo y admirar una de las dos lámparas de oro y cristal de Baccarat (para admirar la otra hay que alojarse en la Emperor Suite). Si solo se quiere ser espectador de este derroche, tal vez podamos sea posible permitirse un té en el vestíbulo. 

6. La opción para los que prefieran un campamento en plena jungla es el Sumbiling Eco Village, con instalaciones básicas y un ambiente relajado que induce a la calma zen. Ofrece tanto una fantástica cocina y montones de actividades al aire libre como visitas al cercano Parque Nacional de Ulu Temburong, noches en la jungla y descenso por el río en neumáticos o senderismo.