Los mejores amaneceres y puestas de sol

© Stig Nygaard - Flickr
Monte Kilimanjaro, Tanzania

10 momentos mágicos para viajeros audaces

Aunque se crea que ya se ha contemplado el amanecer o la puesta de sol más bella del planeta, probablemente quedarán muchos por ver y fotografiar. Son momentos siempre mágicos, en los que, como un gran truco de prestidigitación del planeta, el sol aparece y desaparece dejando tras de sí un derroche de color. Estas son las experiencias mágicas que nadie querrá perderse.

1. La Alhambra desde el mirador de San Nicolás, Granada

La Alhambra © Jiuguang Wang - www.flickr.com/photos/jiuguangw/8044683258

No hay nadie que haya estado en el Albaicín y no se haya quedado impresionado con la vista del atardecer sobre la Alhambra de Granada. Es un juego de luces y sombras sobre uno de los monumentos más bellos construidos por el hombre y se puede ver desde el famoso mirador de San Nicolás. Está en la plazoleta donde se alza la iglesia de San Nicolás, pero es en su muro, el que se asoma sobre la ciudad, en el que se sienta la gente, con las piernas colgando para disfrutar del paisaje. Se hizo famoso en todo el mundo cuando Bill Clinton afirmó que había contemplado desde aquí “el atardecer más bello del mundo”. Y si nos quedamos después, la vista es igual de bella: la luz anaranjada ilumina la Alhambra de noche, contrastando con la oscuridad del cielo. 

 

2. El Gran Cañón del Colorado, Arizona, Estados Unidos

El Gran Cañón del Colorado © Anita Ritenour - www.flickr.com/photos/puliarfanita/5075132641

Resulta difícil imaginar mejor composición vespertina que las franjas marrones, lavandas y ocres de este imponente cañón. Conviene quedarse un rato más después de que se oculte el sol para contemplar las últimas pinceladas del cielo reflejándose en las cumbres y las estrellas que surgen poco a poco. El Hopi Point es un popular mirador, aunque suele estar abarrotado; el Yaki Point es también espectacular y ofrece una experiencia más meditativa.

La forma más fácil de llegar a los mejores miradores para la puesta es con el amplio sistema gratuito de autobuses de enlace.

 

3. Monte Kilimanjaro, Tanzania

Monte Kilimanjaro © mitchpa1984 - www.flickr.com/photos/pm56pics/6174981758

Aunque nunca lo culminó, Hemingway cayó cautivado por la fuerza de esta cima que, aunque esté en el Ecuador, aparece cubierta de nieve. Y para aumentar su aura mítica solo hay que mencionar un amanecer que ilumina gradualmente las llanuras africanas y la posibilidad de ver suimangas y colobos para caer rendido a sus encantos. En el ascenso se atraviesan tierras de cultivo, selvas exuberantes, prados alpinos y el descarnado paisaje lunar de las cotas más altas. Aunque muchos piensan que es fácil ascenderlo porque no se necesita equipo, puede ser traicionero y conviene elegir bien a los guías. Otra opción para disfrutar de la montaña es recorrer los fáciles senderos que enlazan las poblaciones de las laderas inferiores. 

 

4. Angkor Wat, Camboya

Angkor Wat © llee_wu - www.flickr.com/photos/13523064@N03/3251144910

Esta suntuosa mezcla de cielo y torres en forma de loto talladas con ninfas celestiales se refleja en el lago de enfrente. Este complejo de templos fue levantado a principios del s. XII por una sucesión de monarcas jemeres en homenaje al dios Visnu. El lugar fue abandonado en el s. XV y muchos de sus edificios desaparecieron bajo las enormes raíces de las higueras de Bengala y la exuberante selva. Al atardecer, la ciudad sagrada se torna dorada, y al alba, las torres surgen de la oscuridad y el lago refleja los suaves colores de la mañana. Hoy es una de las mecas mundiales del turismo. Un poco después de la salida del sol, cuando muchos grupos organizados regresan a Siem Reap para desayunar, Angkor Wat queda prácticamente a merced de los viajeros pacientes. 

 

5. Cable Beach, Broome, Australia

Cable Beach © Josh Janssen - www.flickr.com/photos/mediaflex/11752012464

Se podría escoger cualquier amanecer o atardecer en las playas australianas o también en su desierto interior. Son magníficos…, pero se ha elegido este, en la costa noroccidental del continente: el rojo del pindan (la tierra de color óxido), el aguamarina de la Roebuck Bay y el blanco nacarado de la arena de la Cable Beach: una combinación cromática tan inverosímil como inolvidable. Relajarse en esta playa de Australia mientras cae el sol en el Índico constituye una de las mejores experiencias imaginables.

Normalmente la playa está abarrotada para el espectáculo de la puesta de sol, pero con 22 km de costa, no cuesta encontrar un rincón más privado. Es difícil superar el placer de tumbarse en sus arenas sedosas, aunque otra opción es disfrutar del atardecer sobre un camello. El exquisito Cable Beach Resort, muy zen, goza de la mejor ubicación en plena playa.

 

6. Stonehenge, Reino Unido

Stonehenge © friedwater - www.flickr.com/photos/friedwater/8333432804

Nadie sabe quién trajo estas piedras de 50 toneladas desde el sur de Gales (se necesitan 600 personas para moverlas unos pocos centímetros) ni por qué. Estas famosas piedras, colocadas unas sobre otras formando un círculo y una herradura en el interior, siempre resultan fascinantes, también para la mitad de los paganos más chiflados de Europa. A pesar de tantos magos vestidos con túnicas, el solsticio de verano es la época más mágica para ver al sol salir a través del círculo de piedras. La Piedra Talón está alineada con el sol naciente, lo que aviva las teorías de que Stonehenge es algún tipo de reloj celestial.

Stonehenge está en la llanura de Salisbury, en el condado de Wiltshire, al oeste de Amesbury. El National Trust se encarga de su conservación. 

 

7. Wadi Rum, Jordania

Wadi Rum © Lawrence Murray - www.flickr.com/photos/lawmurray/9818822885

Lo llaman Valle de la Luna, pero está igual de bien sintonizado con el sol. Este paisaje desértico, sumamente romántico, ha quedado grabado en la memoria de Occidente gracias a T. E. Lawrence, quien estableció aquí su base de operaciones militares subversivas y escribió sobre ellas en Los siete pilares de la sabiduría. David Lean rodó gran parte de los exteriores de esas hazañas por estos estrechos valles. Dominado por elevadas montañas de arenisca, el Wadi Rum es un escenario duro pero sublime para observar los cambios de luz, y cuando amanece es realmente memorable.

El transporte público al pueblo de Rum es escaso. La mayoría de los visitantes llegan hasta allí en circuitos contratados en Wadi Musa o Aqaba. 

 

8. Puerta del Sol, Machu Picchu, Perú

Machu Picchu © PROAnthony Tong Lee - www.flickr.com/photos/atonglee/15271579107

El viajero se encuentra en lo alto de los Andes, en el Camino del Inca, levantando el campamento de madrugada para que su llegada a la Intipunku (Puerta del Sol) coincida con el amanecer. Al llegar a la puerta, la cruza y observa la ciudad perdida de los incas a sus pies, a lo largo de la verde llanura. El escarpado pico del Huayna Picchu domina la composición. La luz cada vez más fuerte resalta el resplandor de los verdes y destaca los detalles de la ciudad, como los templos dedicados a Inti, el dios del sol. Esa mañana será inolvidable.

El número de senderistas en el Camino del Inca está muy restringido. Hay que solicitar el permiso con un mínimo de seis meses de antelación. 

 

9. Oia, Santorini, Grecia

Oia, Santorini © jandiano - www.flickr.com/photos/jandiano/1403553347

La isla volcánica de Santorini, con sus playas de arena negra y casas blancas derramándose caóticamente por las pronunciadas laderas hasta el brillante mar azul, es insuperable. De hecho, lo único que puede reducirla a mero decorado es el sol hundiéndose en el Mediterráneo. La playa de Oia constituye el lugar clásico para disfrutar de una puesta de sol en Santorini: ofrece unas vistas del horizonte sin interrupciones y se puede admirar el espectáculo hasta el final. Para evitar a las muchedumbres, hay que dirigirse más al sur por el borde de la caldera. En verano, los autobuses a Oia salen de Fira cada 30 minutos, el último a las 23.20.

 

10. Svalbard, Noruega

Svalbard © calflier001 - www.flickr.com/photos/calflier001/14403437572

La punta más septentrional de Europa es un paraíso helado lleno de glaciares, icebergs, ballenas, renos y osos polares. En invierno queda sumido en la oscuridad durante cuatro meses, pero en verano (desde finales de abril a finales de agosto) se puede disfrutar de sus noches blancas, del sol de medianoche, cuando el sol nunca desaparece del horizonte, aunque sigue trazando un arco, además de generar unos colores increíbles en el aire glacial. La puesta del sol de medianoche se puede mejorar con un paseo por un glaciar o una excursión en kayak.

Svalbard no sale barato. Hay que volar casi 1000 km desde el aeropuerto más cercano y los alojamientos económicos escasean. Conviene empezar a ahorrar.