Las playas de arena fina y la jungla son la primera imagen que mucha gente tiene de Sri Lanka, pero esta isla tropical posee un interior montañoso tan bello como su costa, con temperaturas que rara vez superan los 21ºC.
Hay que madrugar para ver despertar la vida de la región mientras el Sol se cuela entre el follaje y los amplios anfiteatros verdes, y las vistas se extienden hacia el horizonte, ajenas a la niebla matinal y a las nubes de media mañana que empañan sus grandes vistas.
En las laderas sur, las ciudades de Haputale, Bandarawela y Ella están rodeadas de vastas fincas bonitas de ver y remolinos de arbustos de té como colosales huellas dactilares que estampan el paisaje. Es una zona ideal para las excursiones, con senderos que regalan algunas de las mejores vistas de la isla.
Otros ‘fines del mundo’
La ruta más célebre sube al evocador ‘World’s End’, en el Parque Nacional de Horton Plains. Las vistas son sublimes, pero hay mucha gente y la entrada es cara; puede superar los 20 US$ para los visitantes extranjeros.
Por suerte, Sri Lanka tiene varios ‘fines del mundo’, con rutas igual de bonitas y paisajes igual de espectaculares, pero sin el gentío ni entradas caras. Casi todos ellos son gratis, e incluso el más espectacular, Lipton’s Seat, tiene un precio modesto: 50 LKR (0,33 US$).
Las delicias de Lipton
De todas mis exploraciones por estas frondosas colinas, me quedo con la ciudad cimera de Haputale, punto de partida de un paseo matinal a Lipton’s Seat. Desde este mirador sobre la finca de té Dambetenne, el comerciante del té más famoso, el británico Sir Thomas Lipton, oteaba sus vastas posesiones. Mi primera parada fue la fábrica de té Dambatenne, la primera de Sri Lanka, fundada por Lipton en 1890. Accesible tras un bonito paseo a pie o un breve trayecto en autobús o tuk-tuk desde Haputale, marca el inicio de una ruta de 7 km que sube 400 m al mirador de Lipton entre deliciosos paisajes de arbustos de té.
A pesar de la topografía, la ruta es más relajante que agotadora: dos horas de camino entre sinuosas plantaciones de té, mariposas revoloteando, casas de trabajadores de las plantaciones, y recolectores de té tamiles, con los arbustos a la altura del pecho, llenando bolsas o cestos con las mejores hojas de té de Sri Lanka.
Les saludo con la mano y sonrío. Responden, amables, al saludo y a mis dudas de la ruta: hay que preguntar para aprovechar los atajos de las plantaciones. En el punto más alto descubro una estatua de bronce de Sir Thomas Lipton, con una taza de té, frente a una cascada de colinas verdes brumosas, una pequeña tetería que sirve tés y dulces recién hechos, y un entorno de lo más sereno.
Otras rutas
Lipton’s Seat es solo una de las muchas bellas rutas a pie de la Sri Lanka montañosa. Otras rutas para disfrutar del escenario y del templado clima de las montañas son:
Pilkington Point y Millennium Point
- Inicio: Bandarawela
- Duración: 4 h (ida y vuelta)
Con el nombre de Sir George Pilkington, pionero británico del té del s. XIX, Pilkington Point (a 1400 m sobre el nivel del mar) tiene una sencilla cabaña en el punto donde, dicen, Sir George se detuvo a admirar la gran extensión de la finca de té Poonagala, y una roca centenaria pintada que indica los parajes emblemáticos locales.
Es una ruta de una hora (1½ km) por un sendero de la carretera Bandarawela-Koslanda. Si quedan fuerzas, un sendero sube con ímpetu otros 45 min a Millennium Point, uno de los miradores más altos, a 1500 m. La plataforma está deteriorada, hay que tener cuidado; y estar atento a los elefantes y jabalíes salvajes, sobre todo al atardecer.
Ella Rock
- Inicio: Ella
- Duración: 4 h (ida y vuelta)
Al risco oeste de Ella Gap sube una excursión dura desde las vías del tren a Bandarawela. Tras 2½ km, una pista de tierra vira a la izquierda, tras el puente metálico y la estación de tren de Kithalella, con un viejo cartel indicador azul que reza “Ella Rock”. Tras dejar la vía, todo es naturaleza hasta la cima. El tramo final es el más duro, pero las vistas son una gozada. Más fácil es la excursión de Ella a Little Adam’s Peak (2 h, ida y vuelta), un risco más bajo al este.
Adisham Bungalow y santuario de Tangamale
- Inicio: Haputale
- Duración: 5 h (ida y vuelta)
En pleno paisaje tropical se alza, incongruente, Adisham, una gran casa de campo de granito, de estilo Tudor, rodeada de jardines ingleses. Está a 3 km a pie o en taxi al oeste de Haputale. Construida en 1931 por un empresario escocés del té, desde 1961 es un monasterio benedictino silvestrino. Se pueden ver el recinto y dos salas coloniales bien conservadas.
A la izquierda de la entrada, un sendero señalizado va al oeste 8 km por la cresta al apacible santuario de Thangamale. Es un sereno paseo entre pinos y eucaliptos poblados de tucancillos, barbudos verdes, urracas azules, calaos y oropéndulas. La ruta termina en las vías, y se puede regresar a Haputale o seguir a Idalgshinna. No es apta si se sufre de vértigo; el camino es empinado, pero fácil de seguir.
Consejos para las excursiones
Allí donde vaya el viajero en la Sri Lanka montañosa, nunca estará lejos de un lugar habitado, sobre todo en esta zona de cultivos de las colinas del sur; y esto crea una falsa sensación de seguridad. Los posibles peligros incluyen sanguijuelas, tormentas tropicales (los rayos han causado muertes en las zonas más altas) y animales salvajes, como elefantes y jabalíes, que pueden ser agresivos y aparecen más a primera y última hora de la tarde. Conviene contratar a un guía local con antelación si uno no quiere ir por su cuenta. Síganse los consejos estándar para visitar los trópicos: calzado excursionista cómodo, chubasquero/paravientos, protector solar, repelente de insectos y agua suficiente.