5 razones para viajar a Irán

© Alberto Paredes
Yazd, Irán

Pocos países hay en el mundo que levanten tantos prejuicios y reticencias como Irán, un destino sin embargo fascinante, evocador y rico en matices que cuenta con un excepcional patrimonio artístico. Sin olvidar el mejor de sus tesoros: el pueblo iraní. Los viajeros que lo conocen son fáciles de reconocer: siempre querrán volver a la antigua Persia. 

1. La hospitalidad del pueblo iraní. Sensibles, cultos y curiosos, los iraníes agradecen con grandes gestos el espíritu abierto de quienes visitan el país y muestran interés por su cultura. La mejor manera de descubrirlo es recorrer Irán por libre y dejar que la espontaneidad de la gente haga el resto. En un autobús, paseando por la calle, en un restaurante, ante la tumba de uno de sus admirados poetas… Cualquier momento será bueno para comenzar una conversación, a veces en inglés, otras en lenguaje gestual. Un encuentro que no es raro que acabe en una invitación a un hogar iraní. Sin duda, la mejor experiencia del viaje.

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© Alberto Paredes

2. Persépolis. Los maravillosos relieves de la Apadana, que muestran el pago de tributos de las naciones sometidas al Imperio Persa, bien merecen por sí solos el viaje a Irán. Las ruinas de la que fuera capital del imperio aqueménida, fundada por Darío I en el año 518 a.C., conforman un sitio arqueológico único en su género. A pocos kilómetros de Persépolis se encuentran dos paradas obligadas: los bajorrelieves de Naqsh-e Rajab y las espectaculares sepulturas excavadas en la roca de Naqsh-e Rostam.

3. Viajar por libre es fácil y barato. Resulta bastante sencillo recorrer el país gracias a sus buenas conexiones aéreas, cuyos muy económicos precios hacen incluso poco interesante al tren. La red de rutas en autobús es amplia, aunque según qué recorridos merece más la pena alquilar un coche con conductor, posibilidad que permite además realizar paradas turísticas durante el camino.

4. Las mezquitas, entre las más bellas. La arquitectura islámica tiene en Irán algunos de sus ejemplos más hermosos y sobresalientes. Estilizadas, armónicas y exquisitamente decoradas con azulejos pintados con caligrafías y motivos geométricos y florales, las mezquitas son una de las grandes atracciones del país. Destacan la del Imán, en Isfahán; la mezquita Vakil, en Shiraz; y la del Viernes, en Yazd, con la portada más alta y esbelta del país. Además, las llamadas de la oración del país presentan una de las musicalidades más bellas del mundo musulmán. 

5. Un trío de ases de primera. Las ciudades de Yazd, Shiraz e Isfahan son paradas indiscutibles en un viaje por Irán. La primera, ciudad del desierto, destaca por sus construcciones de adobe y las torres de viento que refrigeran las casas mientras que Shiraz e Isfahan concentran gran parte del patrimonio artístico más sobresaliente del país. La plaza del Imán, una de las mayores plazas del mundo y declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, el palacio timúrida de Ali Qapu, el bazar Vakil, la ciudadela de Arg-e Karim Khan, el palacete de Bagh-e Eram y el puente Khaju, uno de los más hermosos del mundo, son sólo algunos ejemplos.   

Texto: Nuria Cortés 

Fotos: Alberto Paredes