10 razones para visitar la región de Piamonte

Escrito por
Donna Wheeler, autora de Lonely Planet

31 Diciembre 2018
9 min de lectura
© Marco_Saracco_Getty_Images_iStock_Photo
Turín, Piamonte, Italia

Los Alpes, el arte y el aperitivo en Piamonte

Con algunos de los mejores vinos, trufas, ternera y chocolate en su haber, la región del Piamonte, al norte de Italia, ofrece una plétora de estimulantes experiencias gustativas. Los palacios y los antiguos almacenes post industriales de la capital, Turín, albergan el arte más contemporáneo y las sesiones de los DJ más internacionales, mientras que los acogedores resorts alpinos y las apacibles rutas senderistas están a tan solo una hora de distancia. Elegante y culto, rústico, auténtico y salvaje: el Piamonte triunfa en todos los frentes.

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Italia

 

1. Recorrer las rutas de los viñedos de las Langhe

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Las suaves colinas de la región de las Langhe están cubiertas de viñedos, Piamonte, Italia © ronnybas frimages / Shutterstock

Las suaves colinas de la región de las Langhe están cubiertas de viñedos, Piamonte, Italia © ronnybas frimages / Shutterstock

 

Desde un suave paseo matinal por las colinas cubiertas de uva nebbiolo que rodean Barbaresco hasta un concienzudo circuito de cuatro días por Alba, Barolo y los pueblos entre ambos, caminar es una de las mejores opciones para descubrir los sublimes paisajes de la bucólica región de las Langhe y catar sus preciados vinos. Las rutas de varios días atraviesan huertos de avellanos y los agrestes bosques al pie de las colinas alpinas. El alojamiento va desde sencillas estancias en granjas y pequeños B&B hasta majestuosos palazzi o modernos mini resorts de lujo como Arborina Relais. Los planos de las rutas están disponibles en la oficina de turismo de Alba y en las Enoteca Regionale (cooperativas vinícolas) de cada pueblo.

 

2. Visitar la excelente colección de arte contemporáneo de Rivoli

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Castello di Rivoli, Piamonte, Italia © claudiodivizia / Getty Images

Castello di Rivoli, Piamonte, Italia © claudiodivizia / Getty Images

 

Las salas de recepción del Castello di Rivoli, con techos altísimos y llenas de frescos, componen un telón de fondo singular e imponente para una colección de obras de arte que despierta la envidia de los curadores en Milán, Roma y Venecia. La fortaleza cimera de los Saboya alberga excepcionales ejemplos del arte povera italiano, además de piezas de movimientos más osados de principios del s. XX como la transavanguardia, el minimal, el body art y el land art. Los enfants terribles contemporáneos Maurizio Cattelan y Francesco Vezzoli ocupan la zona privilegiada, y una extensión cúbica blanca más tradicional alberga muestras temporales. La última adquisición de Rivoli es la casi mítica colección Cerruti, una parte de la cual se expondrá en el castillo, mientras el resto de las obras permanece en la solitaria villa del coleccionista, no muy lejos del castello. Entre ellas destaca una amplia cantidad de piezas de Giorgio de Chirico y muchas obras de otros artistas italianos del s. XX como Boccioni, Balla y Fontana, además de pinturas significativas de Renoir, Modigliani y Kandinsky, por nombrar solo a unos cuantos.

 

3. Rendirse a la fiebre por la trufa blanca en Alba

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Pesando una trufa blanca en el festival de la trufa de Alba, Piamonte, Italia © Yulia Grigoryeva / Shutterstock

Pesando una trufa blanca en el festival de la trufa de Alba, Piamonte, Italia © Yulia Grigoryeva / Shutterstock

 

Chefs estrella, gourmets cautivados y restauradores de altos vuelos, además de un montón de amantes de la trufa locales, invaden la normalmente tranquila (aunque perpetuamente obsesionada por el buen comer) ciudad de Alba durante los fines de semana de octubre. Oficialmente conocida como la Fiera Internazionale di Tartufo Bianco d’Alba, atrae a grandes compradores que vienen de lejos en busca de las mejores y más voluminosas trufas blancas, protagonistas de las subastas semanales; mientras las numerosas tiendas alimentari de la ciudad se llenan de trufas más pequeñas y más asequibles, así como de aceite, miel, pasta y salsas a la trufa. Los platos con trufa están presentes en todos los restaurantes; una opción muy fiable es el elegante y acogedor La Piola, en la plaza adoquinada que hay junto al Duomo. Durante la temporada de trufas su famosa pasta tajarin se sirve con tan solo un poco de mantequilla y virutas de trufa recién rallada al gusto (que se cobra por peso, y ahí manda el apetito ‘trufero’ del comensal).

 

4. Admirar las momias del Museo Egipcio de Turín

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Sala 14 de la Galería de los Reyes, Museo Egipcio de Turín, Piamonte, Italia © www.museoegizio.it

Sala 14 de la Galería de los Reyes, Museo Egipcio de Turín, Piamonte, Italia © www.museoegizio.it

 

El Museo Egizio de Turín –que contiene la colección de tesoros egipcios más importante fuera de El Cairo– data de 1824, época en la que nació la arqueología moderna. Sin embargo, su versión más reciente es una elegante y espectacular experiencia museística en la cual las técnicas interpretativas contemporáneas se combinan con una increíble cantidad de piezas de valor incalculable. Entre los muchos objetos interesantes destacan una estatua de Ramsés II, una de las colecciones de papiros más amplias del mundo (que incluye papiros eróticos milenarios) y artículos funerarios y domésticos de la tumba del arquitecto real Kha y su esposa Merit, del año 1400 a.C. El retrato de Merit, sobre un papiro con pan de oro y cristal que decora su sarcófago, quizá sea el más bello del mundo

 

5. Esquiar en la Vialattea

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Disfrutando de la nieve en Sestriere, Piamonte, Italia © Federico Ravassard / Getty Images

Disfrutando de la nieve en Sestriere, Piamonte, Italia © Federico Ravassard / Getty Images

 

Siete estaciones de esquí comparten los 400 km de pistas que ofrece la Vialattea (Vía Láctea), un paraíso alpino a tan solo una hora de Turín. Mientras Sauze d’Oulx ha sido desde siempre un destino para británicos aficionados al après ski, las familias turinesas y esquiadores pro, sobre todo los de nivel medio con muchos kilómetros de nieve en las piernas, prefieren Sestriere y Mota. Son estaciones famosas por sus buenas pistas rojas y negras, mientras que el heliesquí y las rutas guiadas fuera de pista se disfrutan en el Alto Valle de Susa. Los fans del snowboard también prefieren Sestriere, pero tienen mejores instalaciones en Bardonecchia (no conectada). La ciudad de Susa, en el valle, suele ser una parada ‘técnica’ de esquiadores ansiosos por llegar a las estaciones, pero antaño fue una importante ciudad romana y merece la pena desviarse un poco de la ruta y visitar su preciosa puerta, del s. I a.C, que queda cerca del centro. También se puede ir a Francia, a las pistas de Montgenèvre, con mucha nieve y aptas para familias, incluidas en el pase de la Via Lattea.

 

6. Ir de copas por la noche turinesa

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El Caffè Torino es un local clásico donde tomar el aperitivo, Turín, Piamonte, Italia © www.caffe-torino.it

El Caffè Torino es un local clásico donde tomar el aperitivo, Turín, Piamonte, Italia © www.caffe-torino.it

 

A nadie sorprende que la cuna del vermú –el vino macerado en hierbas que se inventó en Turín en 1786– sea también la de una tradición tan italiana como el aperitivo. Dejando a un lado las historias sobre su origen, el panorama de copeo pre-cena de la ciudad es diverso y sustancioso, desde los bufés de tentempiés tradicionales en cafés históricos como el Caffè San Carlo o el Caffè Torino, hasta el selecto despliegue de exquisiteces para comer sentado en el variable Bar Cavour y la oferta rica en hidratos de carbono de los bares estudiantiles de San Salvario o Piazza Filiberto. No obstante, existiendo restaurantes como Gaudenzio y Banco vini e alimenti, que reinventan platos y formatos de carta con buen ímpetu y sumo respeto, lo mejor es no llenarse mucho con los platillos y las copas del aperitivo.

Pasada la medianoche los barrios de Vanchiglia, Aurora, San Salvario, Dora y Lingotto brillan con bares, clubes y locales de conciertos. Turín produce al menos la mitad de la mejor música dance de Italia, que reina en estas zonas residenciales e industriales. El festival Club to Club, que se celebra en noviembre en la Lingotto Fiere es un evento musical anual dedicado a la música vanguardista y pop italiana e internacional.

 

 

7. Descubrir el esplendor de los Saboya en la Reggia di Venaria Reale

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Magnífico pasillo de la Reggia Veneria Reale, Piamonte, Italia © Gilberto T / Shutterstock

Magnífico pasillo de la Reggia Veneria Reale, Piamonte, Italia © Gilberto T / Shutterstock

 

Podría muy bien ser un pabellón de caza, pero esta enorme y ostentosa belleza barroca, construida para el duque de Saboya Carlos Manuel II en 1675, rivaliza con Versalles en pompa real, ambición arquitectónica y dimensiones. Conviene visitarlo con calzado cómodo: la exposición principal, con el apropiado título “Teatro de la historia y la magnificencia”, es un viaje audiovisual de 2 km creado por Peter Greenaway y Brian Eno que narra la historia milenaria del clan de los Saboya en su antigua residencia. Los grandes jardines del palacio son un lugar maravilloso para ir de pícnic cuando hace buen tiempo, pero también tienen mucho encanto en invierno, cuando quedan cubiertos por un manto de nieve.

 

8. Contemplar las aguas cristalinas del lago de Orta

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La Isola San Giulio se halla en medio del lago Orta, Piamonte, Italia © Francesco Meroni / Getty Images

La Isola San Giulio se halla en medio del lago Orta, Piamonte, Italia © Francesco Meroni / Getty Images

 

Rodeada de tupidos bosques, el lago de Orta es un lugar de lo más tranquilo para disfrutar de una excursión de un día. Se puede nadar o navegar en el lago, andar por sus bosques de abetos y castaños, o simplemente relajarse sentado junto a la orilla. La bella localidad medieval de Orta San Giulio permite recorrer el laberinto que forman sus estrechos callejones o tomar un ferri a la Isola San Giulio para visitar la diminuta basílica del s. XII de la isla, perfumada de incienso. Y mientras Stresa, en el lago Maggiore, atrae a los fans de Hemingway (allí se ambientan algunas escenas de Adiós a las armas), Orta también tiene su atractivo literario: puede que Nietzsche besara a Lou Salome en lo alto del Sacro Monte di San Francesco, y sin duda Robert Browning escribió allí uno de sus poemas más tiernos, Junto al fuego.

 

9. Explorar los agrestes y escarpados Alpes Marítimos

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Un remoto valle de montaña en el Parque Nacional de los Alpes Marítimos, Piamonte, Italia © Cristiano Alessandro / Getty Images

Un remoto valle de montaña en el Parque Nacional de los Alpes Marítimos, Piamonte, Italia © Cristiano Alessandro / Getty Images

 

Los majestuosos y cambiantes picos y valles que bordean la frontera con Francia componen un paisaje remoto. Viejos caminos de mulas, puertos de montaña militares y rutas senderistas atraviesan cañones calizos, pastos, lagos alpinos y campos de nieve perennes. El Parco Naturale Alpi Marittime presenta una sorprendente variedad botánica y la posibilidad de avistar cabras montesas, gamuzas, ovejas salvajes y un montón de águilas y otras aves de presa. En el valle, la mayoría de los pueblos construidos en piedra gris y madera oscura se han ido despoblando desde los años sesenta, pero el histórico Aisone se ha reinventado como centro de esquí de fondo y custodio de las tradiciones musicales occitanas de la zona.


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10. Caer en la tentación en Cuneo

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Pasticceria Arione, Cuneo, Piamonte, Italia © www.arionecuneo.it

Pasticceria Arione, Cuneo, Piamonte, Italia © www.arionecuneo.it

 

Hace algunos siglos un sagaz piamontés tuvo la brillante idea de combinar las abundantes avellanas de la región con el cacao, un producto de importación caro y escaso, e inventó el exquisito chocolate gianduiotto y la gianduja de untar que terminaría seduciendo al mundo convertida en Nutella. Desde entonces, el chocolate ha sido un gran negocio en la provincia Cuneo, su mayor productor en Italia. Pero en la pequeña y señorial capital de la región, también llamada Cuneo, se ha conservado la tradición artesanal. La ciudad tiene espectaculares vistas alpinas, excelentes restaurantes donde comer carne, un festival dedicado a la castaña en otoño y un talante progresista y verde, pero a nadie le extrañará que el viajero admita que la visita sobre todo para probar las deliciosas cuneesi al rhum, las trufas al ron que se elaboran según la antigua receta original en la Pasticceria Arione, junto a la piazza.

 

 

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