Un paseo por la muralla de Dubrovnik

© Marino Holgado
Dubrovnik, Croacia

Subo unos cuantos escalones. La puerta Pile con su bastión defensivo semicircular queda debajo de mí. Fuera de las murallas: los autobuses, los taxis, el tráfico rodado, un gran hotel al fondo y, sobre una colina, el fuerte Lovrjenac. Al otro lado, dentro de las murallas, la espectacular calle Placa, con su brillante suelo y sus edificios barrocos. Estamos en Dubrovnik, a punto de recorrer su muralla, un paseo con las mejores vistas de la perla del Adriático, la ciudad de la costa dálmata de Croacia.

El casco antiguo de Dubrovnik, enteramente peatonal, está rodeado por una centenaria muralla que puede, y debe, recorrerse en su totalidad. Alguien tomó algún día una acertada decisión: el paseo por la muralla ha de hacerse, obligatoriamente, en el sentido contrario a las agujas de un reloj. Eso facilita caminar con fluidez, sobre todo en sus tramos más estrechos, sin necesidad de evitar a quienes vinieran de frente. Aunque en el momento en que yo lo visité, un atardecer de junio, no había demasiada gente sobre el muro.

Hay un par de accesos a la muralla. El principal, en la puerta Pile, la más frecuentada entrada a la ciudad vieja. Frente a mí la calle Placa, también conocida como el Stradun, la arteria que comunica la puerta Pile con la plaza Luza. Al comienzo de la calle, el monasterio franciscano. Al fondo, un campanario y dos palacios. En medio, los edificios, todos de piedra, de la calle Placa y un suelo sorprendentemente brillante por las piedras pulidas por millones de pasos.

La primera parte de las murallas lleva por la parte más cercana al mar. En lo alto de una colina, fuera de la muralla, el fuerte Lovrjenac, uno de los escenarios del rodaje de "Juego de Tronos", como muchos otros rincones de la ciudad. A mitad de recorrido llegamos a la zona del puerto antiguo. Vemos las empedradas callejuelas de Dubrovnik a vista de pájaro, como espectadores de este enorme escenario turístico. Cruzamos junto al Palacio Rectoral y, al pasar por el monasterio dominico, comenzamos de nuevo a subir.

Image
©Marino Holgado

La muralla discurre ahora por la zona interior de la ciudad vieja, por donde la República de Ragusa, el antiguo nombre de esta ciudad cuando también era un estado, se protegía de los intentos de invasión desde tierra. Ahora caminamos por encima de los tejados de Dubrovnik. La ciudad se tiñe del rojo de sus tejas. En la Plaza Luza vemos el pórtico de la iglesia de San Blas, el patrón de la ciudad. Más atrás, la Catedral de la Asunción. Al fondo, el mar Adriático enmarcando el paisaje.

Dubrovnik ha vivido dos momentos dramáticos en su agitada historia: un terremoto en 1667 dejó la ciudad prácticamente en ruinas. Se reconstruyó siguiendo los cánones estéticos del barroco. Entre 1991 y 1992 sufrió un brutal asedio durante las guerras yugoslavas. Desde las colinas cercanas fue bombardeada sin piedad. Hoy no queda rastro alguno de aquella tragedia. La luz del atardecer llena ahora de tonos cálidos sus calles, sus casas, sus tejados y sus iglesias. Termino los 1940 metros de longitud de su muralla en el sitio donde comencé, en la puerta Pile. Es momento de bajar a disfrutar de sus terrazas, de sus restaurantes y de su vida nocturna.

Texto y fotos: Marino Holgado

 

¿Con más ganas de Croacia? Conoce 10 ideas para disfrutarla.