Belgrado, una ciudad con mucha personalidad
Las huellas del mariscal Tito por los Balcanes son más que evidentes. Si bien Liubliana era una de sus ciudades favoritas y Bled uno de sus refugios por excelencia, Belgrado, capital de la extinta Yugoslavia y de la actual Serbia, fue el lugar habitual de trabajo de este controvertido líder europeo.
Visita obligada para aquellos que quieran saber algo más de uno de los líderes del Movimiento de Países No Alineados es la Casa de las Flores, lugar donde está enterrado. Aquí acuden muchos yugonostálgicos (todavía quedan unos cuantos), sobre todo el 25 de mayo, día en que se conmemora el nacimiento de Tito. En la Casa de las Flores se conservan objetos personales de Josep Broz así como una colección de estafetas que recibía cada año por su cumpleaños en el antiguo Estadio JNA, donde hoy en día juega sus partidos de fútbol el F. K. Partizan Belgrado. Así, durante el mandato de Tito, miles de personas se reunían en este estadio cada 25 de mayo para felicitar al que fuera Jefe de Estado yugoslavo durante casi cuarenta años. En este evento se le entregaba una estafeta que había recorrido previamente el país después de haber pasado por las manos de los deportistas más famosos del momento.
Belgrado es una ciudad con mucha personalidad, emergente y decadente a la vez, que concuerda a la perfección con el fuerte carácter de los serbios. No es que tenga un patrimonio histórico destacable, es decir, no es una ciudad bella, pero sí que es una urbe que no te deja indiferente, sobre todo, si conoces su sufrida historia. No hay que olvidarse que, según la Enciclopedia Británica de las ciudades, la capital de Serbia es la ciudad que más veces ha sido destruida y reconstruida.
Una de las estampas más características de Belgrado la encontramos en San Sava, uno de los templos ortodoxos más grandes de Europa que destaca por su cuasi perfecta acústica. En la antigua calle del Mariscal Tito -hoy calle de los Gobernantes Serbios (Srpskih Vladara)- están los dos edificios más pomposos de la ciudad –otrora palacios reales- que albergan el Ayuntamiento de Belgrado y el Gobierno de Serbia. En la cercana Plaza de la Balanza (Terazije) comienza la calle Knez Mihailova, vía peatonal que muere en la fortaleza de Kalamegdan desde la cual se contempla uno de los lugares más singulares de Belgrado: la desembocadura del río Sava en el Danubio.
En Serbia la gastronomía es de toma pan y moja. Tienen una de las mejores huertas de Europa por lo que la buena mesa está asegurada. Es muy recomendable comer o cenar en una kafana (taberna tradicional) de la adoquinada calle Skadarlija, una zonaque recuerda al Montmartre parisino. El ocio nocturno en Belgrado es también digno de mención e incluso hay quien dice que recuerda al Madrid de los años 80. Para tomar una copa es muy recomendable el barrio turco, conocido como Sillicon Valley porque algunas de las mujeres que por allí se dejan ver han esculpido su cuerpo a golpe de bisturí. Los belgradenses salen todos los días a la semana hasta tarde y disfrutan de la noche hasta el amanecer. Pero esto tiene una razón de ser ya que no hay que olvidar que hace poco más de 10 años esta ciudad fue bombardeada durante tres meses. Sea por la razón que sea el ocio nocturno está más que asegurado en Belgrado, así que no se lo pierdan.
Texto y fotos: María Jesús Tomé