Los encantos de la ciudad de Guanajuato
En Guanajuato los sonidos rebotan por el valle como una pelota de pimpón: el tañer de las campanas de la iglesia, el canto de los gallos, los ladridos de los perros. Al alba suenan los gritos de “¡aguaaa!” y “¡paaan!” de los vendedores ambulantes por los variopintos barrios de la ciudad; y al anochecer, las explosiones de los petardos pueblan el aire.
Mis amigos mexicanos dicen que a la gente de Guanajuato les encanta el ruido, que les hace sentirse más seguros.
Para un extranjero, todo este jaleo es la evocadora invitación de una ciudad muy viva, donde el ruido de las calles halla su eco en los coloridos edificios de arquitectura exagerada y en la vivacidad que los lugareños aportan a la ciudad. No hay nada como pasar el día disfrutando del encanto de Guanajuato y la noche bailando en sus calles.
Panorámica de Guanajuato, México © alberto cervantes / Shutterstock
1. Un buen comienzo para descubrir Guanajuato
La ciudad se rige por un horario inmemorial que todos los visitantes están invitados a compartir. En Plaza Baratillo uno puede unirse al brunch matinal en un carrito donde, desde hace años, dos señoras preparan gorditas, un tentempié local; pastelitos elaborados con harina de maíz y rellenos de carne, queso y otros ingredientes. Después es buena idea codearse con los estudiantes del Café Tal y saborear el mejor café de la ciudad antes de salir a explorarla.
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2. El legado del barroco
Tras el desayuno empieza el descubrimiento de la rica y variada historia de Guanajuato. En el s. XVI se descubrió en la ciudad un filón de plata, y durante los 250 años siguientes la zona produjo el 20 % de la plata de todo el mundo. Si bien la mayor parte de los beneficios fueron a parar a España, el resto acabó en manos de los barones coloniales locales, quienes, además de apropiárselo, lo invirtieron en la construcción de la ciudad.
Guanajuato luce un impresionante legado de arquitectura barroca y la espectacular Basilica de Nuestra Señora de Guanajuato es uno de sus mejores ejemplos. En su interior reside una imagen de la Virgen de Guanajuato cubierta de joyas, un obsequio de Felipe II de España a la ciudad en agradecimiento por toda la riqueza que esta dio a la corona.
Nuestra Señora de Guanajuato, iluminada, es uno de los ejemplos de arquitectura barroca de la ciudad, Guanajuato, México © Bill Perry / Shutterstock
Otro ejemplo clásico es el sorprendente Templo La Valenciana. Sobre una colina con vistas a la ciudad, esta iglesia impresiona por su fachada barroca y sus ornamentados altares dorados.
3. Vistas de Guanajuato desde lo alto
El color es parte del alma de Guanajuato. Tras ver las iglesias barrocas se puede admirar la pasión de esta ciudad por los tonos saturados y recorrer el breve y empinado trayecto en funicular hasta el pie del colosal Monumento a El Pípila, héroe de la independencia de México.
Un trayecto a bordo del funicular ofrece impresionantes vistas de la ciudad, Guanajuato, México © Elijah Lovkoff / Shutterstock
Para la mayoría de los visitantes, las bellas vistas desde lo alto del funicular son el catalizador para enamorarse de la ciudad. El empinado barranco sobre el cual se alza Guanajuato está marcado por una red irregular de callejones serpenteantes y un barullo de edificios en tonos pastel. Por todas partes enormes cúpulas y formas aberrantes se alzan por encima de los tejados: las opulentas iglesias barrocas y la Universidad de Guanajuato, adornada con murallas.
4. Tardes en el centro de Guanajuato
Para llegar al corazón de Guanajuato y gozar de una tarde apacible, se puede ir a El Jardín de la Unión, una de las varias plazas que puntúan los callejones. Esta cuña compacta con verdísimos laureles queda flanqueada por numerosos restaurantes que se llenan de familias, sobre todo los fines de semana. Bandas de mariachis, cuyos miembros lucen elegantes uniformes embellecidos con remaches de plata, se sientan en los bancos de la plaza rasgando la guitarra, esperando a que alguien les pida que toquen.
Las tardes de los domingos, el quiosco de la plaza acoge a los lugareños que bailan al ritmo del merengue y la salsa. Apelando a la buena voluntad de los paseantes, los artistas callejeros frecuentan la zona a la misma hora.
Turistas y lugareños se relajan bajo los árboles de El Jardín de la Union, Guanajuato, México © Barna Tanko/Shutterstock
En un extremo de El Jardín se alza el Teatro Juarez, en cuyos escalones se reúnen los lugareños para ver y dejarse ver. Este extravagante teatro, adornado con columnas griegas y estatuas de las musas, es uno de los puntos de encuentro más populares de la ciudad. Inaugurado por el dictador Porfirio Díaz en 1903, su espectacular interior posee un diseño de inspiración morisca y apenas ha cambiado desde principios del s. XX. Se puede visitar para echar un vistazo, pero merece la pena hacerlo para ver cualquier función de teatro, aunque solo sea para disfrutar de su encanto de otra época.
5. Explorando las calles de Guanajuato
Más allá de El Jardín, lo mejor de visitar Guanajuato es pasear por sus calles compactas, visitar sus múltiples museos y admirar su arquitectura. Repleta de calles y callejones estrechos, es una ciudad muy fácil de recorrer a pie. Los vehículos usan los túneles subterráneos que antaño eran el valle del río.
El Callejón del Beso tiene los balcones tan cerca que es fácil besarse de un balcón al otro, Guanajuato, México © Bill Perry / Shutterstock
Hay varios enclaves culturales bien situados en las calles principales. El Mercado Hildago, cuyo edificio recuerda a una estación de trenes francesa; la Alhóndiga de Granaditas, lugar de la primera gran batalla por la independencia de México; el Museo y Casa de Diego Rivera, la casa de la niñez del artista; y el Museo Iconográfico del Quijote, un homenaje al famoso personaje de Cervantes, bien merecen una visita.
Lugareños y mexicanos frecuentan el Museo de las Momias. Los cuerpos momificados expuestos, hallados en el s. XIX en una zona de cementerios, fascinan a los mexicanos. A algunos extranjeros les parece macabro, pero para los mexicanos la aceptación de la muerte es tan importante en su cultura como la creencia en el alma.
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6. 'Callejoneada', celebrar el día a día
Al anochecer, la 'callejoneada' nocturna es una animada celebración; una fiesta en la calle –literalmente– con músicos y cantantes vestidos para la ocasión que lideran, cuales flautistas de Hamelin, a grupos de turistas entusiastas por las empinadas calles y callejones de la ciudad. Por el camino, cantan canciones tradicionales y algunas tonadillas picaronas; no importa si uno no entiende su significado, ver a la multitud gritando y vitoreando ya es lo suficiente divertido.
Otra opción es unirse a los 20 000 estudiantes universitarios que dan vida a la ciudad y codearse con ellos en los numerosos bares de Guanajuato, sobre todo las noches de los jueves.
El Templo de Belén, preparado para uno de los muchos festivales de Guanajuato, México © Noradoa / Shutterstock
7. Cultura de festivales en Guanajuato
Si las fiestas son habituales casi todas las tardes, no es de extrañar que los festivales sean tan importantes en el calendario de Guanajuato. Para los lugareños, estos eventos patrióticos y religiosos son días festivos, y una buena ocasión para disfrutar de su ciudad; para el visitante, pura diversión. Es buena idea visitar la ciudad durante las dos semanas que dura el Festival Internacional Cervantino, con actuaciones de teatro callejero nacionales e internacionales, cada mes de octubre. Otra buena idea es unirse a los miles de personas que celebran el Día de la Independencia de México (el 16 de septiembre) recreando los eventos de 1810, cuando el padre Hidalgo profirió ‘El Grito’ por la independencia.
Al final de las fiestas, actores y artistas siguen con su vida, dejando tras de sí melodías que permanecen y la seguridad diáfana que, al día siguiente, la cacofonía y la magia de Guanajuato volverán a brillar.
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