Qué hacer al llegar a una de estas siete ciudades europeas

Escrito por
Bridget Gleeson, autora de Lonely Planet

21 Diciembre 2019
6 min de lectura
© Soloviova Liudmyla / Shutterstock
Llegada a grandes ciudades europeas

La mejor manera de disfrutar las primeras horas en una ciudad europea

Nada más llegar a una de las capitales culturales de Europa uno puede registrarse en el hotel y darse un tiempo para descansar y reajustarse o puede lanzarse a explorar el territorio –¿quién dijo jet lag?– y aprovechar mucho más el viaje. Desde ir de excursión al Castillo de Praga hasta dedicarse a observar a los transeúntes en París o darse un baño en las aguas termales de Budapest, este artículo propone las mejores maneras de pasar las primeras horas en la ciudad.

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Tomar un helado en Roma

¿Por qué esperar para disfrutar del primer delicioso gelato? © Ugur Keskin / Getty Images

 

Pasear por Roma tomando un 'gelato'


La manera más rápida de empezar unas vacaciones en Roma es ir a buscar la gelateria más próxima y pedirse un helado. El gelato, que tradicionalmente se elabora en cantidades pequeñas y con ingredientes naturales, contiene menos azúcar y grasas que los helados clásicos (y tiene más sabor). En primavera o verano es buena idea elegir un sabor elaborado con fruta de temporada, como limone (limón) o fragola (fresa), u optar por los sabores de más éxito, como la nocciola (avellana) y el pistacchio (pistacho); y si se viaja con niños, una buena idea es pedirlo de stracciatella (un helado con base de leche y virutas de chocolate). Acto seguido, se puede ir a dar una passeggiata (un paseo) para visitar las bellas fuentes y plazas de Roma. Admirar la Fontana de Trevi o pasear por la Piazza Navona disfrutando de un helado es casi un ritual de iniciación para quien visita Roma por primera vez, y la verdad es que se ven muchos lugareños haciendo exactamente lo mismo. Para disfrutar de los mejores helados conviene buscar los carteles que garantizan que el gelato es de fabricación artesanal: las frases clave son fatto en casa (casero) y artigianale (artesanal).

 

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Pasear en bicicleta por Barcelona

Activarse pedaleando por el paseo marítimo de Barcelona. © Margaret Stepien / Lonely Planet

 

Pedalear junto a la playa en Barcelona


No hay nada mejor para aliviar la fatiga viajera que montar en una bicicleta y pedalear junto a la playa, viendo romper las olas mientras los lugareños juegan a voleibol en la arena. En Barcelona es fácil hacerlo, aunque hay que tener en cuenta que la red de bicicletas compartidas solo pueden usarla los residentes. Pero eso no es un problema: abundan los operadores que alquilan bicicletas a partir de 5 €/hora. Una hora o dos son perfectas para explorar sobre dos ruedas el barrio marítimo de la Barceloneta y el Passeig Marítim de Barcelona. También es una excelente oportunidad para descubrir un rincón ideal donde ver la puesta del sol o un bar de tapas al que regresar después: en la Barceloneta hay varios restaurantes de marisco. 

 

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Subir al Castillo de Praga

El puente de Carlos conduce al Castillo de Praga. © kaprik / Shutterstock

 

Subir al Castillo de Praga y tomar una cerveza con vistas a la ciudad


No saber checo no es impedimento para lanzarse a explorar de inmediato el paisaje de cuento de hadas de una ciudad como Praga, donde no resulta nada difícil orientarse. El Castillo de Praga se alza, imponente, sobre la ciudad: solo hay que localizarlo en el perfil urbano y empezar a caminar en su dirección. Desde la Staré Mesto (Ciudad Vieja), donde se alojan muchos viajeros, el camino hacia el castillo pasa por el increíblemente pintoresco Puente de Carlos y las sinuosas calles de Malá Strana (‘el barrio pequeño’) hasta llegar a la empinada subida al castillo. En la cima el viajero se verá recompensado con amplias vistas de los tejados rojos y las románticas agujas de la ciudad. Muchos bares y cafés tienen terraza al aire libre, donde se puede parar a tomar una pivo (cerveza) bien fría y brindar porque se está de suerte: al fin y al cabo, se acaba de llegar a una de las ciudades más bellas del mundo

 

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Baño en balneario en Budapest

Relajarse tras el viaje con un baño terapéutico en las termas de Budapest. © Li Kim Goh / Getty Images

 

Bañarse en aguas termales en Budapest


Si se llega a Budapest tras un largo viaje en avión o en tren, se agradecerá darse un respiro en las aguas terapéuticas de los famosos baños públicos de la ciudad. Los Baños Széchenyi Széchenyi, uno de los spas más grandes de Europa, no es una atracción turística (las indicaciones en húngaro confunden un poco, por no hablar de la inmensa variedad de opciones que se ofrecen en el mostrador), sino un centro de bienestar funcional y un espacio social que frecuentan con regularidad lugareños y visitantes por igual. Hay que llevar sandalias, bañador y toalla (la toalla puede alquilarse, pero es más práctico llevar una propia). Para más información sobre precios y paquetes es buena idea consultar su web, y si se desea pedir un servicio adicional, como un masaje, conviene reservar en línea con antelación. Téngase en cuenta que los Baños Széchenyi no son la única opción termal en la ciudad, en Budapest hay más de una docena de baños públicos.

 

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Tomar un café en París

Le Marais es uno de los barrios más fascinantes de París. © olrat / Getty Images

 

Ver pasar a la gente desde un café al aire libre en París

Quien visita París por primera vez suele ir directo a la Torre Eiffel, pero existe una manera mejor de disfrutar del estilo de vida parisino sin tener que batallar con hordas de turistas: no hay más que sentarse en un café al aire libre y ver pasar el mundo tomando un café (un expreso) o un café crème (un expreso con leche), y Le Marais es el barrio perfecto para ello, aunque cualquier arrondissement valdrá.

 

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Subir a un tranvía en Lisboa

Subir a bordo del tranvía 28E de Lisboa y conocer la ciudad. © Jui-Chi Chan / Getty Images

 

Dar una vuelta a bordo del tranvía #28E en Lisboa

Si el cansancio impide aventurarse a pie por las empinadas calles de Lisboa, la mejor opción es ver la ciudad a bordo de un tranvía histórico: el #28E, un tranvía antiguo de color amarillo que recorre algunos de los barrios más animados de la ciudad, incluidos Baixa, Alfama y Graça, y Estrela. Un abono 24 h, disponible en las estaciones de metro, cuesta alrededor de 6 € y permite subir y bajar en las paradas clave de la ruta, como Alfama miradouro (mirador de Alfama), con extensas vistas de la ciudad, y Chiado, el barrio artístico de Lisboa. Que las largas colas en las paradas de tranvía no intimiden a nadie: la mayoría de la gente que hace cola espera un tranvía con asientos libres, pero si al viajero no le importa ir de pie, puede montarse en el primero que llegue.

 

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Pasear entre flores en Ámsterdam

Pararse a oler las flores en Ámsterdam. © Life is your art / Getty Images

 

Pasear por el mercado de las flores en Ámsterdam 

¡En Ámsterdam hay tanto por ver y por hacer! Una estupenda manera de integrarse durante las primeras horas en la ciudad es visitar el Bloemenmarkt (mercado de las flores). En este emblemático mercado de la ciudad, cuya existencia se remonta a 1862, situado en pleno Canal Ring y catalogado por la Unesco, hay embarcaciones acristaladas llenas de un sinfín de variedades de tulipanes, peonias, violetas y orquídeas. Dar un paseo por este mercado, sobre todo después de un largo viaje, es una manera colorida y fragante (y también muy ‘instagrameable’) de empezar a explorar la ciudad. Llueva o haga sol, siempre está abierto, excepto los domingos.

 

Lonely Planet ha escrito este artículo con el apoyo de M&Bank. Todas las opiniones expresadas son propiedad estrictamente de Lonely Planet y reflejan su política de imparcialidad e independencia editorial.

 

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