Toda una sorpresa para “parisófilos” empedernidos
Lo bueno de París es que nunca se termina de ver del todo. Así, cualquier visita que haya quedado pendiente o un museo escondido que nunca se ha visto, puede servir de excusa para volver una y otra vez. Hay más de 200 museos en la ciudad, y de lo más variopinto; estos son 10 de los menos conocidos.
Es el principal museo privado de París, que se ha puesto de moda por las extraordinarias exposiciones temporales que organiza tres o cuatro veces al año: van desde las máscaras mayas hasta retrospectivas de artistas como Edvard Munch. No hay que perderse tampoco su colección permanente que, expuesta de forma temática, presenta obras de arte raramente vistas unas junto a otras en cualquier otro museo.
Es el segundo museo privado más importante de París junto con La Pinacothèque. La flor y nata de la sociedad parisina de finales del siglo XIX seguramente asistió a alguna de las fastuosas veladas que se celebraron en esta mansión. Hogar de los coleccionistas de arte Nélie Jacquemart y Edouard André, esta lujosa residencia se diseñó en el entonces estilo ecléctico de moda, combinando elementos de distintas épocas: antigüedades romanas y griegas, objetos egipcios, muebles de época y retratos de maestros holandeses. La visita a este museo nos permite revivir el estilo de vida y gustos de la alta sociedad parisina, desde la biblioteca con cuadros de Rembrandt hasta el maravilloso Jardin d’Hiver, un invernadero acristalado con una magnífica escalera doble como telón de fondo. En el piso superior nos espera una impresionante colección de obras del Renacimiento italiano.
La colección de arte africano y caribeño más grande del mundo está ubicada en un entorno mágico. Es un museo pequeño, pero cuando se sale es como si uno volviera de un viaje increíble. Aunque las exposiciones van rotando a lo largo del año, siempre se puede visitar su fabulosa colección de máscaras y trajes rituales y festivos acompañados de varias presentaciones de video. Su activo auditorio patrocina eventos culturales todo el año, desde conciertos hasta narraciones y películas.
El arte erótico antiguo y moderno de cuatro continentes, repartido en varios pisos de este museo del Boulevard de Clichy, intenta elevar a una condición más excelsa a unas 2000 excitantes estatuas, estimulantes accesorios sexuales y objetos fetichistas.
Si al viajero le gusta el arte de la perfumería, debe visitar esta colección de tanques de destilación de cobre y frascos antiguos y poner a prueba su olfato con varias esencias básicas. Este bonito y antiguo hôtel particulier (mansión privada) está gestionado por la perfumería Fragonard; hay visitas guiadas gratis en varios idiomas. Un ala separada del museo está situado muy cerca, en el Théâtre-Musée des Capucines.
En París hay museos de todo y para todos. Uno de los más originales es el de abanico, en el Boulevard de Strasbourg. Algunos de los 900 abanicos que expone datan de mediados del siglo XVIII. Este pequeño museo está instalado en una antigua y famosa fábrica de abanicos y su sala de exposición, de 1893, es sublime. Cierra durante el mes de agosto.
Cité de l’Architecture et du Patrimoine
En el ala este del Palais de Chaillot, enfrente de la Torre Eiffel, este museo está dedicado a la arquitectura y el patrimonio francés. En sus salas iluminadas con luz natural y sus paredes color burdeos se exhiben 350 moldes de yeso sacados de los mejores monumentos del país que comenzaron a realizarse tras la profanación de muchos edificios durante la Revolución francesa. Algunos de los originales de los que se extrajeron moldes fueron posteriormente destruidos en diversas guerras y permiten conocer una Francia que ya no existe. En las plantas superiores se puede ver las reproducciones de murales y vidrieras de colores de algunos de los monumentos más importantes de Francia.
Este ostentoso museo, que exhibe 1000 impresionantes piezas de cristal, muchas de ellas realizadas para príncipes y dictadores de antiguas colonias, está en unas llamativas instalaciones nuevas de estilo rococó diseñadas por Phillipe Starck, en el 16e. También alberga un fabuloso restaurante llamado Le Cristal Room.
Musée Maillol-Fondation Dina Vierny
Este pequeño y espléndido museo se centra en la obra del escultor Aristide Maillol (1861-1944) aunque también incluye obras de Matisse, Gauguin, Kandinsky, Cézanne y Picasso. Todas proceden de la colección privada de Dina Vierny (1915-2009), nacida en Odessa y modelo de Maillol durante diez años, desde que tenía quince. El museo está en el sensacional Hôtel Bouchardon, del siglo XVIII.
Oculto en dos destacados hôtels particuliers, es una de las muchas sorpresas de la ciudad. Su laberinto de salas de época ilustra la historia de la ciudad desde la prehistoria hasta la época moderna a través de 600 000 piezas de arte, artefactos y objetos históricos. Se puede pasar fácilmente medio día disfrutando de su colección permanente (gratis) y sus exposiciones temporales (de pago). El Hôtel Carnavalet es una mansión de estilo renacentista en la que residió Madame de Sevigné en el siglo XVII y se conservan algunas de sus pertenencias, además de muchas piezas de arte y objetos que evocan el París de los siglos XVII y XVIII También exhibe documentos, cuadros y objetos de la Revolución Francesa, o cosas tan curiosas como el dormitorio revestido de corcho de Marcel Proust, donde escribió En busca del tiempo perdido.