El novelista alemán Thomas Mann se encaprichó de Nida
En el istmo de Curlandia, en la actual Lituania, Thomas Mann se construyó una casita de verano.
Corría el año 1929. El novelista alemán Thomas Mann, premiado precisamente el año del Gran Craccon el Nobel de Literatura, pasa sus vacaciones en la península de Sambia, en el óblast de Kaliningrado. Le quedan unos días de asueto y decide instalarse en Nida, en el istmo de Curlandia, en la actual Lituania.
No era el primer artista que descubría este increíble rincón del Báltico ya que anteriormente lo habían visitado los pintores teutones Lovis Corinth y Max Hermann Pechstein. De hecho, estos tres alemanes universales fueron los principales exponentes de la colonia de artistas de Nida, un movimiento artístico importante en la región de Prusia oriental.
Thomas Mann se encaprichó de Nida y de sus paisajes de tal manera que se hizo construir una casa de verano a la que bautizó con el nombre de Onkel Toms Hütte (la cabaña del tío Tom) sobre el Schwiegermutterberg, el monte Suegra. Aquí veraneó durante tres años y fue donde escribió partes de una de sus obras más famosas, la tetralogía José y sus hermanos. En el 1933, justo después de la llegada de Hitler al poder, Thomas Mann salió de Alemania para instalarse finalmente en Suiza y nunca más volvió a Nida. La casa fue custodiada entonces por el artista Ernst Mollenhauer hasta el 1939, año en que fue confiscada por los nazis y asignada a Hermann Göring, uno de los hombres fuertes del Führer.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la residencia veraniega del escritor alemán cayó en el olvido hasta mediados de los años 60, cuando nació la idea de crear lo que hoy se conoce como la casa-museo de Thomas Mann. En la actualidad, la casa estival del literato es una de las principales atracciones de la estrecha península de Curonia, que se reparten, aunque con algunas tiranteces, Lituania y Rusia. El norte de este istmo constituye la provincia lituana de Neringa.
Estoy segura, aunque es ahora mi imaginación la que está elucubrando, que Thomas Mann se prendó de la Duna de Parnidis, un verdadero paraíso de arena blanca que la Unesco ha clasificado como Patrimonio Natural. Es precisamente desde este lugar que se tienen las mejores vistas de Nida, cuya playa, dicen, es una de las más limpias de Europa.
El paseo marítimo de Nida es, sinceramente, uno de mis lugares preferidos de Lituania. Son muy llamativas las casas de colores que hay por toda la población, casi todas coronadas por una curiosa y llamativa veleta. Estas piezas de metal se colocaban antaño en las barcas de los pescadores e indicaban, por su colorido y su forma, donde residía el pescador, si estaba soltero o casado, o cuál era su número de hijos.
Además de la casa-museo de Thomas Mann, es muy interesante visitar en Nida el Museo del Ámbar, una resina muy común en Neringa y en toda Lituania, con la que se realizan todo tipo de objetos y joyas y con la que también se elabora un licor muy particular. Por último y para culminar la visita a esta localidad, recomiendo sentarse en algunos de sus restaurantes y saborear un exquisito plato de pescado acompañado por una Švyturys, una cerveza lituana de gran calidad.
Texto y fotos: María Jesús Tomé