Cuando el pasado sábado valoraba con mis amigos una escapada por Semana Santa, no pasó mucho tiempo antes de que alguien propusiera la romántica Toscana entre un brainstorming viajero de destinos apetecibles para realizar en grupo. En este caso en grupo, pero esta preciosa región italiana que tanto inspiró a Puccini, entre otros, es perfecta también como destino de pareja o incluso en solitario. Para terminar de convencer a mis amigos de que la Toscana, y específicamente Lucca, debe ser nuestro destino de viaje en las próximas vacaciones, aquí van algunas razones de peso para visitar este privilegiado rincón de Italia.
La música marca el compás en Lucca, una pequeña ciudad de la Toscana, tierra natal de Puccini. Tal vez no sea tan famosa como sus vecinas Siena o San Gimignano pero Lucca sabe sacar pecho y presumir de todos sus atributos, que no son pocos, dentro de sus elegantonas murallas renacentistas. Tras ellas, lo primero que llama la atención del viajero son sus adoquinadas y planas calles, perfectas para recorrer la ciudad caminando o en bicicleta. En Lucca no todos los caminos conducen a Roma, sino que lo hacen directamente hasta el majestuoso Duomo del siglo XI y la iglesia San Michele in Foro, que destaca por encima de las otras muchas iglesias medievales salpicadas por la ciudad. Al igual que en Tosca, la ópera más famosa de Puccini, esta ciudad también soporta un componente dramático debido a su pasado rebelde como república independiente del Gran Condado de Toscana, hasta que llegó Napoleón. Y hablando de Puccini, por cierto, imprescindible es una visita a su la casa natal, situada junto a la plaza Cittadella y presidida, cómo no, por una estatua del compositor.
Lucca es una ciudad perfecta para visitar desde Florencia o Pisa, aunque si dispones de margen para alterar tu itinerario toscano, te recomiendo que te alojes en La Cappella un antiguo convento del siglo XVII reconvertido en un delicioso bed & breakfast con unas vistas de infarto sobre la región. Ubicado entre olivares y viñedos, este hotel en Lucca, sencillo pero decorado con primor, es además, y ojo porque esto no es fácil de encontrar, bastante económico. Para una auténtica experiencia de burgués, dentro de austeros edificios pero con lujosos interiores, opta por el hotel Palazzo Alexander, un lugar donde dormir poco menos que a cuerpo de Médici.
Nadie debería abandonar Lucca sin haber degustado uno de sus dulces tradicionales, como el típico bucellato que sirven en la Pasticceria Taddeucci –es la más famosa de la ciudad-, o tomado un buen café en Antico Caffè Simo, a donde solía acudir Giacomo Puccini en busca de inspiración; y no me extraña, porque el café es realmente precioso. Y Lucca, ciudad de sibaritas, esconde algunos de los mejores secretos gastronómicos toscanos en el restaurante Buca di Sant'Antonio, aunque eso sí, a un precio elevado. Para solventar el disgusto de 'il conto', siempre se puede dar un paseo por el mercado de antigüedades al aire libre del tercer domingo de cada mes, donde poder encontrar muebles y piezas de decoración absolutamente maravillosas y, esta vez sí, a buenos precios.
Texto y fotos: Lorena G. Díaz