Es hora de subir a bordo del tren y revivir los días dorados del ferrocarril con estos viajes espectaculares.
Outeniqua Choo-Tjoe, Sudáfrica
En funcionamiento desde 1928, este tren de vapor con un curioso nombre traquetea sin prisas: recorre la costa del océano Índico desde Knysna, pasa por la ciudad de Wilderness y sus extensas playas, cruza el puente del río Kaaiman y asciende por el abrupto desfiladero hacia George. El viaje de regreso dura unas 7½ horas, y ofrece vistas impresionantes. Durante períodos prolongados de sequía, se emplean locomotoras diésel para evitar incendios en el monte.
Barranca del Cobre, México
También llamado el Tren de la Barranca del Cobre o El Chepe, cruza 36 puentes y 87 túneles a lo largo de sus 655 km de recorrido. La línea enlaza el árido interior montañoso del norte de México con la costa del Pacífico, y pasa por barrancas, cascadas y elevadas llanuras desérticas. Dos trenes cubren esta ruta entre Los Mochis y Chihuahua: el de primera exprés (1ª clase) dispone de restaurante, bar y asientos que se pueden reclinar; además, realiza menos paradas que el de clase económica. El ferrocarril ofrece un vagón privado con una zona abierta para “absorber el ambiente de la barranca al aire libre”.
Rocky Mountaineer, Canadá
Este circuito de dos días a través de las Montañas Rocosas canadienses se realiza de día, por lo que el viajero puede contemplar los impresionantes cañones, hermosos ríos, verdes valles y centelleantes lagos glaciales. Comienza en Vancouver y ofrece espectaculares vistas de las montañas de la Columbia Británica. La esencia de las Rocosas toma forma al otro lado de la ventanilla cuando se pasa por Jasper, Banff y Calgary, antes de llegar a Alberta. Hay tres rutas para elegir: Kicking Horse, Yellowhead y Fraser Discovery.
La Nariz del Diablo, Ecuador
Hacia el sur desde Riobamba, el ferrocarril conocido como la Nariz del Diablo discurre desde Alausí a Sibambe. Se empezó a construir en 1908: en Sibambe se trazó un camino serpenteante en un abrupto peñasco andino para permitir que el tren ascendiera casi 1000 m hasta Alausí, situado a 2607 m de altitud. Algunos pasajeros temerarios hacen este tramo sobre el techo plano del ferrocarril, sin apenas espacio entre sus sombreros y la parte superior del túnel. Los lugareños recomiendan comprar los billetes la noche antes para evitar largas colas durante el día; el trayecto dura de cuatro a cinco horas. Es mejor llevar varias capas de ropa, ya que el tiempo es impredecible.
Orient-Express Venecia-Simplón, Italia
Los más elegantes disfrutarán en este viaje de Venecia a Londres. Encontrarán lujos por todas partes, desde el vagón restaurante con vajilla francesa de plata, cristalería y mesas con mantelería, hasta el bar con piano: habrá que llevarse el vestido largo y el esmoquin. Los tacones de Manolo Blahnik son ideales para pasearse por las ciudades más románticas de Europa: Viena, París, Praga y Estambul.
De Cuzco a Puno, Perú
Este tren realiza un recorrido de 10 horas entre Cuzco y Puno a orillas del lago Titicaca. Cuzco presenta una combinación única de esplendor colonial y religioso levantado sobre los sólidos cimientos de piedra de los incas. La gran altitud a la que se encuentra situado el lago asegura un aire excepcionalmente puro, y la luz del sol baña el altiplano andino y brilla en las profundas aguas del Titicaca.
Coast Starlight, EE UU
Recorre la Costa Oeste del país y se detiene en algunas de sus grandes ciudades como Seattle, Portland y Los Ángeles. Tarda 35 horas en recorrer los estados de Washington, Oregón y California. El tiempo pasa aún más rápido gracias a sus modernas comodidades: plazas con diferentes niveles de confort, vagón restaurante y salón con entretenimientos. No obstante, las ventanas serán lo que más distraiga al viajero, ya que el tren pasa por extraordinarias montañas y extensos paisajes oceánicos. Hay varios tipos de plazas disponibles.
Viejo Expreso Patagónico, Argentina
Alcanza unos 35 km por hora de media, así que llamarlo ‘expreso’ resulta poco apropiado. Más conocido como «La Trochita», este tren histórico despide vapor a lo largo de los 402 km de su recorrido entre Esquel e Ingeniero Jacobacci, y se detiene en media docena de estaciones y otros nueve apeaderos. Desde las pequeñas ventanas de los compartimentos de madera (h. 1920) se contemplan durante el trayecto meridional del viaje los Andes chilenos, contrapunto de las grandes extensiones desiertas. El tramo estrecho de la vía es de 1 m de ancho y data de 1922.
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