Fin de semana en las Catskills: una relajante escapada de montaña

Escrito por
Mikki Brammer, autor de Lonely Planet

10 Enero 2019
7 min de lectura
© ricardocostaphotography_Getty_Images
Minnewaska State Park Preserve, las Catskills, costa este de EE UU

Los encantos de la región boscosa del estado de Nueva York

Los neoyorkinos a los que no les motiva pasar un fin de semana entre la gente guapa de los Hamptons optan por desplazarse un par de horas hacia el norte de la ciudad de Nueva York en pos de una escapada más silvestre: las montañas de Catskill. Si el viajero sigue su ejemplo descubrirá los encantos de esta región boscosa.

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El paisaje de las Catskills ha inspirado a muchos artistas durante siglos, Nueva York, EE UU © lightphoto / Getty Images

El paisaje de las Catskills ha inspirado a muchos artistas durante siglos, Nueva York, EE UU © lightphoto / Getty Images

 

La Catskill Forest Preserve ha sido escenario de clásicos culturales como Rip Van Winkle, de Washington Irving, o El último mohicano, de James Fenimore Cooper y la región es excelente para admirar los colores del otoño, ir de excursión en primavera y verano, y disfrutar de los deportes de invierno.

 

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Costa este de EE UU

 

 

Unas cuantas ideas para un fin de semana en las montañas de Catskill

Pasear por Woodstock

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Restaurante Cucina, Woodstock, Catskills, Nueva York, EE UU © www.cucinawoodstock.com

Restaurante Cucina, Woodstock, Catskills, Nueva York, EE UU © www.cucinawoodstock.com

 

Aunque en principio no iba a ser el escenario del famoso festival de música homónimo (que iba a celebrarse en el vecino Bethel), Woodstock ya tenía sus raíces jipis, y aunque con el tiempo se ha convertido en uno de los lugares más sofisticados de la región, todavía conserva vestigios de aquella época. Tinker Street es la calle principal, cuna de boutiques, galerías de arte y un montón de cafés y restaurantes. En el Center for Photography se exponen obras de fotógrafos locales, y en la librería independiente The Golden Notebook es posible adquirir material de lectura para el fin de semana. Yum Yum prepara versiones creativas de los fideos japoneses y de la comida de calle del sureste asiático, y el aclamado Cucina sirve platos italianos en una granja restaurada. Si todavía queda un poco de hambre, Woodstock cuenta con una tienda Bread Alone, la cadena de panaderías de las Catskills, famosa por sus panes ecológicos cocidos al horno de leña, elaborados con ingredientes locales.

 

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La naturaleza que rodea Woodstock alberga muchas sorpresas, entre ellas este monasterio budista, Catskills, Nueva York, EE UU © Sam Aronov / Shutterstock

La naturaleza que rodea Woodstock alberga muchas sorpresas, entre ellas este monasterio budista, Catskills, Nueva York, EE UU © Sam Aronov / Shutterstock

 

Al norte de Woodstock, la Overlook Mountain trail sigue un antiguo camino de carros que, a finales del s. XIX, servía para transportar pasajeros a la Overlook Mountain House. La excursión, de cinco millas, no es el típico paseo por el bosque; por el camino se encuentran las ruinas de la Mountain House, una histórica torre de incendios y un templo budista, sin olvidar las vistas estelares del Valle del Hudson.

 

Inspirarse en Palenville

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Kaaterskill Falls, Palenville, Catskills, Nueva York, costa este, EE UU © James Parascandola / Shutterstock

Kaaterskill Falls, Palenville, Catskills, Nueva York, costa este, EE UU © James Parascandola / Shutterstock

 

Orgullosa de reconocerse como la “aldea de las aguas que caen” descrita en Rip Van Winkle, la localidad de Palenville está al pie de Kaaterskill Clove, un valle de las Catskills orientales que fue un paraje predilecto de los pintores de la Escuela del Río Hudson, quienes aprovechaban sus vistas privilegiadas para captar sobre el lienzo el paisaje que les rodeaba. Los grandes almacenes de la ciudad, Circle W dan servicio a la población desde 1908 y se salvaron de la demolición en el 2009. Desde entonces han evolucionado para atender también a visitantes urbanitas, ofreciendo copiosos desayunos y almuerzos, buen café, chai y matcha latte, además de vender una cuidada selección de comestibles que incluye el sirope de arce local.


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Palenville también es un buen campo base para disfrutar de las múltiples excursiones espectaculares que ofrece la región. La ruta a las Kaaterskill Falls –una de las más populares y menos extenuantes– es accesible por una curva verde de la carretera 23a (desde Palenville, el aparcamiento está a 30 segundos del inicio de la ruta). La cascada Fawn’s Leap también es un lugar muy apreciado para nadar en los meses más cálidos.

 

Ver los colores de Tannersville

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Mama’s Boy Burgers, Tannersville, Catskills, Nueva York, costa este, EE UU © www.mamasboycatskills.com

Mama’s Boy Burgers, Tannersville, Catskills, Nueva York, costa este, EE UU © www.mamasboycatskills.com

 

Para no quedar eclipsada por Palenville, Tannersville se define a sí misma como “el pueblo pintado en el cielo”, aunque en este caso no es una referencia literaria; se refiere a la alegre paleta arcoíris de los edificios de su calle principal, con una amplia selección de tchotchkes (chucherías) en sus curiosas tiendas. Cuando apriete el hambre se puede ir al Maggie’s Krooked Cafeicono local desde hace más de 30 años– o a dos de los locales más nuevos del pueblo, Mama’s Boy Burgers and Mama’s Boy Pizza. Después, para quemar las calorías consumidas, es buena idea emprender la ruta a Inspiration Point y la Boulder Rock Trail, de 4,4 millas, una de las mejores excursiones de la zona.

 

Ganar calorías en Phoenicia

Phoenicia es una aldea, soñolienta pero pintoresca, encaramada en la orilla de Esopus Creek y a 20 minutos de Tannersville; y una gran escapada para los amantes de la vida al aire libre.

 

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Phoenicia International Festival of the Voice, Catskills, Nueva York, costa este, EE UU © Bernard Handzel / www.phoeniciavoicefest.org

Phoenicia International Festival of the Voice, Catskills, Nueva York, costa este, EE UU © Bernard Handzel / www.phoeniciavoicefest.org

 

Sus principales atracciones en invierno son el esquí de fondo y las raquetas, mientras que la pesca, el tubing y las excursiones son los platos fuertes de las estaciones más templadas (si hay energía suficiente, la ruta de cinco horas, ida y vuelta, a Giant Ledge and Panther Mountain ofrece vistas especialmente gratificantes). El Phoenicia International Festival of the Voice suele celebrarse a finales de julio/principios de agosto, y presenta un programa cautivador de actuaciones cuya gran protagonista es la voz; del góspel a la ópera, las músicas del mundo y el teatro musical.

Muchos neoyorkinos visitan este lugar con un solo objetivo: gozar de la deliciosamente calórica comida del Phoenicia Diner, un restaurante griego de 1962 que se trasladó a las Catskills desde Long Island en los años ochenta. El recién reformado Sweet Sue’s es otra apuesta segura para comer bien, aunque solo se puede pagar en efectivo (por suerte, si uno no lleva dinero encima, hay un cajero al otro lado de la calle).

 

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Phoenicia Diner, Phoenicia, Catskills, Nueva York, costa este, EE UU © Watershed Post / Flick

Phoenicia Diner, Phoenicia, Catskills, Nueva York, costa este, EE UU © Watershed Post / Flickr

 

Aunque tiene sus raíces en el nombre de la localidad, el Phoenicia Flea hoy es un autoproclamado ‘mercado nómada de mercaderes y artesanos’, y se celebra en distintas localidades de las Catskills (indicadas en la web). Otra atracción clave para los ciudadanos de Nueva York es la reunión de vendedores de la región, que venden de todo, desde ropa vintage hasta artículos de boticario y muebles hechos a mano.

 

 

Dónde alojarse en las Catskills

El problema del alojamiento en las Catskills, con una oferta tan abundante, es elegir. Para disfrutar de una cabaña tradicional se puede ir a Deer Mountain Inn, en una ladera sobre Tannersville. Ofrece seis habitaciones y dos casitas de campo con cuatro habitaciones cada una. El restaurante está recién reformado y lo dirige el chef Ryan Tate, con estrella Michelin, que prepara un menú degustación de siete platos imprescindible para todo buen gourmet.

 

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La Deer Mountain Inn es un lugar acogedor, Tannersville, Catskills, Nueva York, costa este, EE UU © www.deermountaininn.com

La Deer Mountain Inn es un lugar acogedor, Tannersville, Catskills, Nueva York, costa este, EE UU © www.deermountaininn.com

 

Prospect, el bar-restaurante de la Scribner’s Catskill Lodge, en el vecino Hunter, es otro nombre a añadir a la lista de restaurantes imprescindibles. El elegante diseño ‘alpino moderno’ de este hotel-boutique con 38 habitaciones lo convierte en el destino de fin de semana ideal para la gente de Brooklyn, que disfruta del aprés-ski en su salón, alrededor de la estufa de leña (el hotel tiene vistas a las pistas de Hunter Mountain). Phoenicia también tiene sus alojamientos boutique, como Graham & Co.,que incluye una pista de bádminton, una piscina, y presta bicicletas para explorar la zona.

 

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Saugerties Lighthouse, río Hudson, Catskills, Nueva York, costa este, EE UU © www.saugertieslighthouse.com

Saugerties Lighthouse, río Hudson, Catskills, Nueva York, costa este, EE UU © www.saugertieslighthouse.com

 

Un poco más al este, en la punta de la Ruth Reynolds Glunt Nature Preserve, a orillas del río Hudson, Saugerties Lighthouse es un alojamiento de lo más encantador. El edificio restaurado de ladrillo rojo no solo alberga un museo, también tiene un B&B que acepta huéspedes todo el año de jueves a domingo (atención, en verano no hay aire acondicionado). Es posible subir al faro, que sigue activo, para contemplar las vistas panorámicas de las Catskills y del Valle del Hudson.

 

Cuándo ir a las montañas de Catskill

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Río Hudson, Catskills, Nueva York, costa este, EE UU © mervas / Shutterstock

Río Hudson, Catskills, Nueva York, costa este, EE UU © mervas / Shutterstock

 

A menos que el motivo de la visita sea ir de excursión (porque, por norma general la mayoría de las rutas solo son accesibles de abril a octubre), todas las épocas del año son buenas para visitar las Catskills. Aunque habrá que alquilar un vehículo para disfrutar de todo lo que esta región ofrece –bucólicas aldeas de una sola calle, enclaves artísticos, cascadas gloriosas y espectaculares vistas de las montañas–, merece la pena si uno pretende alejarse del bullicio urbano.

 

 

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