Te proponemos una escapada en la que descubrir viñedos centenarios, monasterios ocultos y pueblos serenos.
El vino es, seguramente, una de las expresiones más auténticas de esta comarca de la Costa Daurada. Una cultura vinícola que le debe mucho al carácter de su naturaleza porque es la pizarra la que dota a estos vinos de su peculiar carácter.
Y es que a pesar de su accidentada y difícil orografía los vinos de la D.O.C Priorat y de la D.O. Montsant se han ganado a pulso su excepcional reputación. Recorremos la historia y los paisajes del Priorat, el Parque Natural del Montsant y el pueblo de Siurana en este fin de semana con el vino como protagonista.
La tradición vinícola del Priorat viene de lejos, concretamente de cuando los monjes cartujos fomentaron el cultivo de la viña en la región. Con el tiempo, la pasión por el cultivo se extendió y surgieron numerosos pero pequeños viticultores. Gracias a este esfuerzo la comarca del Priorat acoge un gran número de pequeñas bodegas visitables donde catar sus personales vinos una práctica que puedes convertir en costumbre, sobre todo, en otoño cuando el color del viñedo es más espectacular.
Sin embargo, aunque es eje central de la zona, el vino no es el protagonista único. El mismo paisaje que tanto le ha dado al vino bien merece una visita por sí mismo. A pesar de estar cerca del mar Mediterráneo, el relieve del Priorat nada tiene que ver con los pueblos costeros de la Costa Daurada. Aquí el paisaje se compone de tierras abruptas de roquedos y barrancos, bancales pizarrosos y pueblos sobre montañas que presumen de disfrutar de las mejores vistas.
Es el caso de los pueblos que rodean al macizo del Montsant, con el mar de fondo. Este macizo montañoso es, desde el año 2002 un Parque Natural cargado de espiritualidad y simbolismo. En torno al Montsant se pueden hacer magníficas excursiones por los caminos que recorren los estrechos pasos y que ascienden hasta la parte alta de los roquedos. Bajo su majestuosa mirada se edificó la cartuja de Escaladei, la primera cartuja de la Península Ibérica.
La siguiente parada de nuestra escapada nos lleva al conjunto histórico y paisajístico de Siurana. Situada en lo alto de una peña, tiene un aire salvaje y solitario (apenas viven 35 personas). Entre sus muros, todavía se conservan los restos de una fortaleza musulmana. Te encandilará, con sus calles y casas empedradas y su espectacular iglesia de estilo románico siempre iluminada. Si, además, eres aficionado a la escalada Siurana con sus riscos y roquedos, se convertirá en uno de tus destinos de referencia.
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