Seis tentaciones a un paso de París
París tiene miles de cosas para ver y haría falta toda una vida para conocer bien la ciudad. Se podría comenzar por los alrededores de la capital (la Île de France) donde el palacio de Versalles, Fontainebleau y la catedral de Chartres, además de la moderna silueta de La Défense y Disneyland. Todo a un paso de París y con buenas comunicaciones.
1. St-Denis, huesos reales a un metro de París
En la línea 13 de metro, se puede ir desde el centro de París a un lugar muy especial: St-Denis, que durante 1200 años ha sido la sagrada necrópolis de la realeza francesa. Hoy es un barrio residencial multicultural, pero allí siguen 43 reyes y 32 reinas, descansando en sus tumbas reales decoradas con algunas estatuas realmente espectaculares. La basílica que alberga los sepulcros justifica el viaje. Con una única torre, fue la primera estructura importante que se construyó en estilo gótico y le siguieron otras muchas. Todo un símbolo de la realeza y el pasado de Francia. En esta zona también vale la pena ver el Stade de France, futurista estadio al sur del canal de St-Denis que se construyó para la Copa del Mundo de Fútbol de 1998.
2. Versalles, barroco a gogó
Más de cinco millones de personas visitan cada año este palacio barroco, el más famoso y señorial de Francia, situado 28 km al suroeste de París. Fue el centro político del reino y la sede de la corte real desde 1682 hasta los fatídicos sucesos de 1789, cuando los revolucionarios masacraron la guardia del palacio y arrastraron a Luis XVI y a María Antonieta hasta la guillotina en París. A pesar de todos los avatares, y de que perdió la mayor parte del mobiliario durante la Revolución, el palacio ha sufrido pocas alteraciones.
Tan espectacular como él son los jardines, inmensos, con 400 estatuas de mármol, bronce o plomo, canales, invernaderos y fuentes, un modelo que después siguieron otros muchos palacios europeos. Para acceder a las zonas cerradas al público y conocer mejor la historia de Versalles interesa hacer un circuito guiado de 90 minutos por las dependencias privadas de Luis XV y Luis XVI y la ópera o la Capilla Real. Otra opción es alquilar una bicicleta para recorrer la enorme finca.
3. Fontainebleau, bosque con palacio al fondo
La pequeña localidad de Fontainebleau está arropada por un famoso bosque que sigue siendo hoy, como lo fue en el siglo XVI, una zona de recreo, con muchísimas rutas para caminar e incluso para escalar en roca. En la web Bleau hay mucha información sobre la escalada en Fontainebleau. Pero lo más llamativo para los turistas es el palacio, con muchos menos visitantes que el de Versalles. No es un palacio menor: tiene 1900 habitaciones por donde ha pasado toda la realeza y la aristocracia francesa. Son magníficos los salones y galerías, así como los jardines del recinto.
4. Chantilly, el palacio de la nata batida
Como cualquier château que se precie, hace tres siglos el palacio de Chantilly disponía de su propia aldea con su latier (lechería), donde la señora de la casa y sus invitados podían jugar a ser campesinos. Pero las vacas de Chantilly se tomaron su trabajo bastante más en serio que sus compañeras bovinas de otras lecherías y la crème Chantilly (chantillí o nata dulce) que se servía con el té en esa aldea se convirtió en el tema de conversación y de envidia de la Europa aristocrática del siglo XVII. En 1777, el futuro emperador José II de Habsburgo hizo una visita a este templo de mármol para probarla. El chantillí es nata no pasteurizada, batida, con un toque especial de azúcar glaseado y de vainilla, con la consistencia de una mousse y servida con bayas de adorno. En cualquier café o restaurante de la localidad la sirven.
La elegante localidad de Chantilly está 50 km al norte de París. El castillo es de visita casi obligada: otro de esos elegantes palacios rodeados de fabulosos jardines y con un bosque que en su día fue coto de caza real y hoy es perfecto para caminar y montar a caballo.
5. Disneyland París, para todos los públicos
Es obligatorio visitarlo, incluso si no se viaja con niños. Está a 32 km al este de París y se compone de tres zonas principales: Disney Village, con siete hoteles, tiendas, restaurantes y clubes; Disneyland Park, con cinco pays (tierras) temáticas, y Walt Disney Studios Park que hace que las películas, animaciones y producciones televisivas cobren vida. Unos pasillos móviles trasladan al visitante a los lugares de interés desde el aparcamiento.
Lo más importante es armarse de paciencia para aguantar las colas, planificar el día curioseando previamente la página web y, si es posible, comprar las entradas con antelación.
6. Chartres, el laberinto más famoso del mundo
Si el viajero se apea del tren en Chartres, 91 km al suroeste de París, verá las dos torres, una románica y otra gótica, de su gloriosa catedral del s. XIII, la mejor conservada de Francia. Conviene acercarse al templo para fijarse en sus vidrieras azules y su colección de reliquias, entre las que destaca el Sainte Voile (santo velo) que, al parecer llevaba puesto la Virgen María cuando dio a luz a Jesús, un reclamo de peregrinos desde la Edad Media. Muchos de estos peregrinos (incluidos los actuales) vienen a ver uno de los elementos más famosos de la catedral, el laberinto. Se trata de un alicatado circular de 13 m de diámetro situado en el eje de la nave central en el que baldosas blancas y negras forman un estrecho sendero con múltiples circunvoluciones que conducen al centro. Siempre ha estado rodeado de leyendas, suposiciones e incluso interpretaciones esotéricas.
Después de visitar la catedral y los museos, hay dar un paseo por el exquisitamente conservado casco antiguo. Junto a la catedral, las escaleras y las empinadas calles, flanqueadas por casas medievales de vigas entramadas, bajan hasta el estrecho canal del oeste del río Eure, cruzado por románticos puentes peatonales.