El templo griego de Sicilia que inspiró a la UNESCO

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Valle de los Templos, Sicilia, Italia

Una isla bañada por tres mares diferentes y con tres aeropuertos de cierta importancia no es precisamente un peñasco en medio del mar. Si, además, está en mitad del Mediterráneo y por ella han pasado la mayoría de las civilizaciones que ha habido en torno al Mare Nostrum, el lugar ya promete un espectacular legado histórico. Gran parte de Sicilia fue durante siglos dominio griego. Y aquí ha quedado una profunda huella helena en el sur y este de la isla.

Agrigento es parte de esa herencia griega. Y el paseo por su Valle de los Templos, las ruinas de la antigua ciudad de Akragas, es, hoy, la atracción turística () más importante de Sicilia. 600.000 personas recorren cada año este cerro colgado sobre el mar Mediterráneo. El paseo une los templos dóricos mejor conservados fuera de la propia Grecia. O, al menos, eso dicen. 

Si comenzamos por la entrada este, lo primero que nos encontramos son las ruinas del templo de Hera o templo de Juno. Una veintena de columnas y parte de los muros interiores sobrevivieron en pie a un terremoto en la Edad Media. Una de las maravillas de las ruinas de Akragas es el bello lugar en el que están situadas: a un lado, una verde pendiente que cae hasta el mar; al otro, la colina con la ciudad de Agrigento.

 

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Tumbas bizantinas y Templo de Hera

El paseo, flanqueado por tumbas bizantinas en lo que queda de muralla, nos lleva al templo de la Concordia. Construido en el año 430 a.C., aún conserva gran parte de su estructura. Le falta la cubierta y, por supuesto, su revestimiento de estuco blanco. Este templo sirvió de modelo para el logotipo de la Unesco: las seis columnas del frontal transmutadas en las siglas de este organismo sostienen el friso y el frontón.

Caminando de nuevo llegamos a lo que queda del templo de Hércules: ocho de sus 38 columnas. Fragmentos de otras muchas están esparcidas por el suelo. A diferencia de los dos templos anteriores, aquí el viajero puede pasear entre los restos, tocar piedras que llevan aquí 26 siglos. En la zona occidental del recinto, tras cruzar la carretera, se encuentran restos de otros templos y una pieza curiosa: una reproducción de un atlante de ocho metros de altura caído en el suelo y destinado, en un principio, a la estructura del que debía ser el mayor templo de Akragas y el segundo del mundo, el de Zeus Olímpico. No pudo terminarse. El original del atlante está en el Museo Arqueológico, a un paso de las ruinas.

Visitar la vieja Akragas al atardecer tiene una recompensa añadida: el sol del ocaso hace brillar el ocre de los templos en lo alto de la colina. Un resplandor que, sin duda, impresionaría hace 25 siglos a quienes llegaran por mar al sur de Sicilia. 

Texto y fotos: Marino Holgado

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