Buenas razones para descubrir Bruselas

© WBT-G.Batistini
Bruselas, Bélgica

A primera vista, la autodenominada capital de Europa puede parecer seria, distante. Un lugar donde sólo se habla de política. Pero más allá de ser el centro de las instituciones europeas, Bruselas esconde una ciudad cosmopolita y abierta en la que se respira arte, se come de lujo y se disfruta de la vida cultural y alternativa. Razones de sobras para que visitarla valga la pena.

La capital de Bélgica es una caja de resonancia de todo lo que se cuece en Europa, sobre todo en cuanto a política se refiere, con parlamentarios y empresarios paseando arriba y abajo. Y sí, ellos marcan el ritmo de la ciudad, como también lo hacen sus habitantes, sus antiguos barrios populares y su arquitectura, mezcla de estilos de lo más variopintos. Son estos contrastes los que hacen que Bruselas sorprenda por su originalidad. Y es que ¿cuántas ciudades reúnen tesoros arquitectónicos como la Grand Place, edificios Art Nouveau y Art Déco, la mayor colección de obras del genio del surrealismo René Magritte o el cosmopolitismo de la Comisión Europea?

Hablar de Bélgica es hacerlo del mundo del cómic, una de las características que le dan un toque especial a la ciudad. Y se palpa en muchos rincones. Tanto es así que las fachadas de varios edificios del centro nos sumergen en las historias de Tintín, Lucky Luke o Astérix.

Partiendo de uno de los puntos más turísticos de Bruselas, el Manneken Pis, se puede ver a Tintín en una de las viñetas de El caso Tornasol que cubre cerca de 35 metros cuadrados de un edificio. Caminando hacia el barrio gay, vemos a Broussaille paseando con su novia en el mural de la calle Marché-au-Charbon, entre tiendas de segunda mano y cafeterías vintage. Y justo en frente, otro mural nos transporta a otra época. El personaje Victor Sackville, espía durante la Primera Guerra Mundial, nos invita a pasear por Bruselas de una forma misteriosa y nos hace partícipes de sus misiones secretas.

Para coger fuerzas tras finalizar esta colorida ruta de las fachadas cómic, nada mejor que probar algunos de los platos típicos de Bruselas. En cuestión de salados, los mejillones y las patatas fritas son, sin duda, los alimentos estrella. Para acompañarlos, nada mejor que una refrescante cerveza artesanal, uno de los grandes iconos de la gastronomía belga. En Délirium Café podrás degustar alguna de las 2.000 variedades de las que disponen. En el capítulo dulce, el otro gran protagonista: el chocolate. Las tiendas Neuhaus son un marco ideal para conocer la oferta de bombones, al igual que las de Godiva o Leonidas donde queda patente la buena reputación de sus maestros chocolateros. La dosis añadida de azúcar la ponen los gofres. En Le Funambule podrás degustarlos como más te gusten.

Con la barriga llena es momento de visitar las atracciones turísticas de Bruselas como la Grand Place, con sus edificios gremiales y el Ayuntamiento, la legendaria estatuilla del Manneken Pis o el interior de la Catedral de San Miguel y Santa Gúdula, famosa por sus vidrieras. Los amantes del arte disfrutarán como niños en el Musée Magritte, con 140 obras del artista René Magritte en Bruselas, y en su Casa Museo en el barrio de Jette. Los que prefieran la arquitectura, deben acercarse a los barrios de Ixelles o Saint Gillis, donde encontrarán numerosos edificios Art Nouveau y Art Déco, movimientos artísticos que tuvieron gran impacto en Bruselas gracias a su principal representante, Víctor Horta. La oficina de turismo ofrece una ruta para descubrirlos.

Si entre tanta visita artística apetece hacer alguna compra, nada como acercarse a las Galerías de St Hubert, las primeras galerías comerciales cubiertas de Europa, o a las tiendas de diseño de la Avenue Louise. Para los amantes de lo vintage, Bruselas esconde mercadillos y rastros encantadores. 

Bruselas es también un destino verde. No en vano es la ciudad más ecológica de Europa, con la más elevada proporción de zonas verdes (28%) por habitante. El maravilloso Jardín Botánico o a los Reales Invernaderos de Laeken son buenos ejemplos de ello. En las afueras de la ciudad podrán pasear por el recinto de Bruparck, donde se encuentra el Atomium o por los parques y bosques que rodean la ciudad. 

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