Riqueza natural y patrimonial a medio camino entre el Mediterráneo y los Pirineos
Las capitales de comarca de L’Anoia, el Bages, el Moianès y Osona son un terreno lleno de sorpresas bien cerca de Barcelona, con valores naturales y patrimoniales, a medio camino entre el Mediterráneo y los Pirineos.
Bien comunicadas con la capital catalana, cuatro capitales de comarca, Igualada, Moià, Manresa y Vic, ofrecen un patrimonio monumental excepcional con espacios naturales protegidos. Estos son algunos ejemplos:
- El Espacio Natural de Les Guilleries-Savassona, en Osona, que destaca por sus bloques de gres esparcidos entre un bosque mediterráneo y uno centroeuropeo, y los riscos de Tavertet. Un poco más arriba encontramos el Parque del Castell de Montesquiu, un espacio agradable donde pasear y descubrir las leyendas que se esconden en esta fortaleza.
- El macizo de Sant Llorenç del Munt y la sierra del Obac forman parte de la cordillera prelitoral catalana y se sitúa entre las comarcas del Vallès Oriental y el Bages. Cerca está la montaña de Montserrat, uno de los símbolos de Cataluña. El santuario, la virgen negra conocida popularmente como La Moreneta y la Escolanía entonando el Virolai son algunos de los elementos que hay que tener en cuenta.
- El Parque Natural de El Montseny fue declarado Reserva de la Biosfera y su máxima altitud se sitúa a 1.712 metros. Se encuentra en el Turó de l’Home y cuenta con un frondoso bosque de hayas, castaños y abetos que cambia de traje según la época del año.
Las comarcas al detalle
Osona. Vic, su capital, conserva un patrimonio importante que se extiende alrededor de la porticada plaza Mayor o del Mercadal. Restos de las antiguas murallas, un templo romano y edificios medievales, barrocos y modernistas conforman el centro histórico de la ciudad, donde destacan tanto la catedral, con las pinturas murales de Josep Maria Sert en su interior, como el Museo Episcopal, que contiene una de las mejores colecciones de arte medieval de Europa. Por el Camí Vora Ter GR 210 se puede llegar hasta Roda de Ter, un pueblo de historia y personalidad literaria.
El Bages. La capital, Manresa, es el epicentro milenario de esta comarca declarada geoparque de la Cataluña central. La arquitectura medieval, el Barroco y el Modernismo de su núcleo antiguo convive con la colegiata de Santa Maria, de estilo gótico catalán y con un moderno eje comercial. Muy cerca, el monasterio de Sant Benet de Bages es un referente gastronómico y también por la rehabilitación de su legado románico. Tampoco se puede dejar de visitar L’Estany, un pequeño pueblo de casas bien ordenadas donde el referente es el monasterio románico de Santa Maria. Y Cardona, con su castillo y su mina de sal.
L’Anoia. Igualada, la capital de L’Anoia, tiene como uno de sus mayores alicientes el Museo de la Piel. También hay que acercarse a Capellades para ver cómo funciona un antiguo molino papelero, y a Prats de Rei para ser testigo de su pesebre viviente. Un sábado en Calaf podrás ver su mercado tradicional, y se puede ser testigo del cielo estrellado de Pujalt desde su observatorio astronómico.
Moianès. Evadirse entre bosques y naturaleza es parte del encanto de esta comarca, así como visitar las cuevas prehistóricas del Toll y su entorno en la capital, Moià. En L’Estany, destaca su monasterio de Santa Maria, declarado Bien Cultural de Interés Nacional, una verdadera joya del románico catalán.
El vino como compañero de viaje
L’Anoia y el Bages tienen una parte de su territorio sembrado de viñas. L’Anoia y el Penedés son las grandes productoras de cava, mientras que en el Bages se cultiva mayoritariamente la variedad albillo, que produce vinos blancos, afrutados, de aroma fresco y marcada personalidad. Y para acompañar el vino, nada mejor que productos avalados por distinciones de calidad, procedencia y origen como las judías de Collsacabra, los garbanzos de l’Anoia, la patata del bufet o la loganiza y los embutidos de Vic, entre otros.