Trucos para hacer buenas fotografías

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Fotografía

10 reglas de oro de los fotógrafos de Lonely Planet

Los actuales smartphones dan mil vueltas a las mejores cámaras del pasado así que los viajeros lo tienen cada vez más fácil. Al volver del viaje con miles y miles de fotografías, conviene plantearse hacer menos pero mejores fotos. Richard l’Anson, autor de la galería de imágenes de Lonely Planet, da algunos de sus trucos para lograr el mejor reportaje fotográfico de viajes.

1. Controlar la toma de la imagen

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Para poder ir más allá de los meros ajustes automáticos o programados, conviene aprenderse el manual de instrucciones de la cámara. Conocer bien el equipo es la base para que la mecánica de tomar una foto se convierta en algo natural.

Las funciones automáticas son fenomenales si se sabe cómo funcionan y qué efectos tienen sobre la imagen; a partir de ahí el fotógrafo puede determinar si le valen o no para conseguir la foto que quiere.

Una vez comprendido el triángulo de la exposición (ISO, velocidad de obturación y diafragma), se podrán combinar instintivamente las múltiples opciones que proporciona una exposición correcta. Los ajustes ya no serán simples instrumentos técnicos, sino recursos creativos con los que controlar el ambiente, la calidad y la sensación que transmitirá la fotografía. 

En cuanto al equipo, como mínimo habría que saber cambiar el ISO, la velocidad de obturación y el diafragma, encender y apagar el flash, cambiar el objetivo y los filtros y montar la cámara en el trípode con el cable disparador, y todo ello con la mayor rapidez posible. 

2. Saber ver la luz

La capacidad de la luz para transformar un tema o una escena comunes en algo extraordinario es una de las armas más poderosas de que dispone el fotógrafo. Ser capaz de “ver” la luz y entender cómo se traslada al sensor e influye en la composición, es fundamental para crear imágenes sorprendentes.  Lo que diferencia una fotografía de otra, si el resto de los factores no varían, es la luz bajo la cual el fotógrafo hace la toma.

Pero una cosa es la luz y otra la luz “correcta”. Las claves para conseguir esta última son su color, calidad y dirección.

Cuando uno descubre un posible motivo fotográfico, debe fijarse dónde incide la luz en este y buscar un ángulo desde el cual la luz lo realce. Todas las cosas tienen un momento óptimo del día para ser fotografiadas, y hay que estar preparado para esperar o regresar en otro momento si no se encuentra el punto de vista que funciona.

Sin embargo, la mayor parte de los temas se ven realzados por la cálida luz del sol rasante en la hora o las dos horas posteriores al amanecer y antes del ocaso. En estos momentos del día, se alargan las sombras y se acentúan las texturas y formas. Si realmente se quiere hacer fotografías buenas, estas son las horas en que uno debe estar por ahí disparando. 

3. Practicar, practicar y practicar

Si el fotógrafo tiene clara la técnica, podrá manejar eficazmente el equipo y entender la luz. Pero es necesario que practique fotografiando los temas que encuentre en sus viajes y en cualquier pueblo o ciudad del mundo, incluida la suya.

Para poner a prueba la capacidad de estudiar el equipo, perfeccionar la técnica, entrenar el ojo y familiarizarse con los cambios de luz, podemos realizar un reportaje fotográfico de nuestra propia ciudad. Deberíamos consultar antes una guía turística, ver postales y libros de fotos, hacer una lista de posibles tomas y abordar este ejercicio como si estuviera lejos de casa. Pronto nos haremos una idea de la distancia que tendremos que cubrir, de los lugares y temas que podremos fotografiar en un día y de si nuestro equipo es manejable.

Más adelante podremos á aplicar estos conocimientos a planificar con más detalle los viajes. 

4. Estudiar y planificar

El estudio y la preparación contribuyen a que el fotógrafo esté en el lugar preciso en el momento oportuno. A más tiempo, más oportunidades de fotografiar: a veces un par de minutos más son una gran diferencia. El sol puede ocultarse o aparecer, la persona precisa puede pararse en el sitio justo, el camión de la basura delante del edificio más hermoso de la ciudad puede marcharse, o el comprador de fruta puede extender la mano con el dinero. 

Si el fotógrafo tiene tiempo, puede buscar nuevos ángulos y puntos de vista, visitar los mismos lugares a diferentes horas del día, disparar bajo diferentes luces y conseguir una mejor cobertura. Conviene informarse de cuándo tendrán lugar acontecimientos especiales como fi estas populares, días festivos y mercados semanales. El espectáculo, el colorido y las gentes que se congregan en fechas especiales proporcionan tantos motivos para buenas fotos que vale la pena planificar bien el viaje pensando en ello.

Para que la jornada sea lo más productiva y satisfactoria posible, el fotógrafo debe conocer las calles y las dimensiones de la ciudad o la zona si se trata de un lugar en la naturaleza, así como dónde se encuentran los principales puntos de interés y actividades. El hotel debería ser lo más céntrico posible (y la habitación, con vistas). Aunque el alojamiento en las afueras sea más económico, habrá que gastar dinero en taxis, andar más, levantarse más temprano y cargar con el equipo, sobre todo el trípode, aunque no se necesite. 

5. Desarrollar una rutina fotográfica

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El buen fotógrafo tiene que salir a caminar, madrugar, llevar siempre la cámara al cuello y sin la tapa, o comprobar constantemente que el valor ISO sea el adecuado cuando entramos o salimos de diferentes localizaciones.

Las imágenes en potencia abundan: pasan por delante de nuestros ojos y desaparecen en cuestión de segundos, y es fácil no percatarse. Una buena rutina desempeña un papel importante para hallar grandes temas y reaccionar rápido. 

  • Antes de salir a hacer fotos conviene asegurarnos de llevar memoria y batería suficientes para todo el día, así como un bloc de notas y lápiz.
  • Madrugar. La luz del alba suele ser mejor, y la actividad en pueblos y mercados es más intensa e interesante. El fotógrafo se verá recompensado con experiencias e imágenes que la mayoría de la gente se pierde.
  • Llevar la cámara al cuello, encendida y sin la tapa del objetivo, porque es probable que la vuelva a necesitar.
  • Ver las condiciones lumínicas existentes y ajustar la cámara en consecuencia.
  • Comprobar constantemente que el valor ISO sea el adecuado, sobre todo si se entra y se sale de interiores poco iluminados.
  • Saber dónde hay que estar a primera hora de la mañana y en las dos últimas horas de luz del día.
  • Si se presenta un tema, nunca hay que dar por sentado que volverá más tarde. Lo primero es disparar, y luego prepararse por si se presenta una segunda o una mejor oportunidad. 

6. Tener paciencia y comprometerse con la imagen

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Gran parte del tiempo que el fotógrafo invierte en crear buenas fotos no lo pasa disparando, sino observando, ya sea yendo de un sitio a otro o estando quieto, observando y esperando. Las buenas fotografías raramente son resultado del azar, de disparar a troche y moche o de estar accidentalmente en el lugar adecuado en el momento justo. En los desplazamientos se multiplican las oportunidades de toparse con momentos fugaces. Desde la habitación del hotel o el taburete de un bar no se conseguirán esas fotos “mágicas”.

Cuando uno encuentra un buen sitio y la luz es la adecuada, pero falta un elemento imprevisible para hacer la foto, como un niño con chaqueta roja que irrumpe corriendo en el encuadre, hay que encontrar el equilibrio entre las ganas de ver el conjunto y las de esperar pacientemente el momento perfecto para crear una foto interesante.

Si es posible, hay que esperar, tener paciencia y comprometerse con la imagen. Ya se trate de aguardar unos segundos para que ocurra algo, esperar un par de horas para que el tiempo cambie o hacer el esfuerzo de regresar en otro momento del día, la calidad de las imágenes mejorará sustancialmente.

El compromiso con la imagen es un rasgo clave de todo profesional; es lo que hace que esté en un lugar mucho más tiempo del que se requiere para visitarlo. 

7. Pagar por las fotos solo cuando sea oportuno

En caso de decidir pagar es importante acordar el precio de antemano, regatear, no dar dinero a los niños y dar dinero siempre a las personas que viven de las limosnas (mendigos, músicos callejeros…

En destinos muy visitados, es probable que al fotógrafo le pidan dinero por una foto. Hay viajeros que consideran que se trata de un intercambio justo y razonable, pero para otros es un fastidio y tal vez acaben por no fotografiar a nadie. En último término se trata de una decisión personal.

Evidentemente, si el sujeto no pide dinero, no hay que dárselo (ni caramelos, lápices o cualquier otra cosa); pero si lo pide, uno tiene que estar dispuesto a pagar o a marcharse sin foto. Desde el punto de vista del fotógrafo, dependerá de lo importante o única que sea la posible imagen. 

8. Tirar en modo RAW

Si el viajero desea sacar todo el provecho de su cámara digital, debería capturar las imágenes en modo de archivo RAW, opción disponible en cámaras compactas avanzadas y DSLR (réflex digitales).

A menudo llamado “negativo digital”, es el formato preferido por los fotógrafos profesionales. Los archivos RAW no son procesados por el software de la cámara, que comprime los datos y realiza ajustes que quedan insertados de forma permanente en el archivo de imagen.

Los archivos RAW se comprimen mediante un proceso sin pérdida de datos, de modo que conservan toda la información captada originalmente, pero se guardan en la tarjeta rápidamente. 

Los ajustes, como el balance de blancos, la exposición, el contraste, la saturación y la nitidez, los realizará el fotógrafo posteriormente en el ordenador. De esta forma, cada cual toma las decisiones creativas que le convienen, usando programas de edición fotográfica mucho más avanzados. 

Una pequeña advertencia: las imágenes que se guardan en formato RAW son muy pesadas y ocupan mucho espacio. Debe tenerse en cuenta para llevar más tarjetas de memoria. 

9. Dominar los programas de edición de imágenes

Hay que invertir en tiempo, programas y equipo informático para tener un control absoluto sobre el aspecto final de nuestras imágenes. Dominar la edición de imágenes es vital para el fotógrafo.

Disparar en modo RAW implica por un lado dedicar bastante tiempo al trabajo en el ordenador, y por otro, saber utilizar los programas de edición de imágenes. Los archivos RAW deben procesarse o convertirse para que puedan abrirse con un editor fotográfico. Las cámaras que capturan archivos RAW incorporan un software específico de fábrica,

pero también se puede emplear un programa externo, o lo que es más habitual, el que integran los propios editores de imágenes. 

Al igual que sucede con la toma de la imagen, para la conversión del archivo se pueden utilizar funciones automatizadas y ahorrar tiempo, pero si se desea obtener los mejores resultados y tener archivos digitales y fotos impresas que aprovechen al máximo las capacidades de la cámara, hay que dedicar tiempo a aprender a usar las potentes herramientas del software. 

10. Criticar objetivamente las fotos propias

Hoy día la gente hace y ve más fotos que nunca; por ello es importante dedicar tiempo a observarlas de modo crítico y objetivo. No es tarea fácil. Todos nos vinculamos emocionalmente a las fotos que hacemos y a menudo quedamos prendados de nuestra genialidad. Estupendo. Pero si queremos que nuestras fotografías destaquen entre el montón, debemos evaluarlas cuidadosamente para que puedan atraer la atención de la gente y ser apreciadas.

El proceso de evaluación y selección es perfecto para reflexionar y aprender, elegir las mejores fotos y detectar los fallos más graves. Hay que estudiarlas a fondo para ver los fallos y los aciertos.

Antes de descartar un archivo, conviene examinar los datos Exif (etiquetas de metadatos que proporcionan especificaciones de la imagen) para averiguar por qué algo no salió como se esperaba. Y buscar patrones que se repitan. Por ejemplo, si las mejores fotos se hicieron con trípode, si todas las desenfocadas se tomaron con el zoom a la mayor distancia focal... De este modo, la próxima vez se podrán eliminar las causas de los fallos y  concentrarse en lo que funcionó, y el porcentaje de imágenes aceptables empezará a crecer. La autocrítica en la vida de un fotógrafo es un proceso esencial que nunca termina.

(Fotografías procedentes de Los mejores consejos de fotografía)