Costumbres viajeras que han pasado de moda
El tiempo pasa y también algunas costumbres. Los viajeros del siglo XXI tienen otras maneras de organizar y disfrutar de su viaje muy distintas a las del siglo XX, y hay cosas y hábitos que se han convertido en vintage. ¿Quién recuerda los álbumes de fotos o las cabinas telefónicas? ¿Quién se preocupa de llevar a mano sus billetes de avión? Y es que viajar en la era digital ya no es lo que era. Para el que tenga ganas de probar por una vez en su vida un viaje a la “antigua” usanza, una selección de 12 actividades que ya no realizan los viajeros y que pueden llevar a viajar al pasado.
1. Buscar una cabina de teléfono
Hace años, aunque no tantos, lo primero que uno hacía al llegar a otro país era buscar una cabina de teléfono. La siguiente operación era encontrar monedas, fichas o tarjetas para utilizarla, enterarse de cuánto podía costar la llamada a casa (solo para decir que se había llegado bien), y luego llamar y hablar lo más rápidamente posible para que no costara un riñón. Todo esto ya es historia: no quedan casi cabinas telefónicas en el mundo (ni falta que hacen), se llama por el móvil y se conecta por skype en cuanto se encuentra una wifi. Los nostálgicos siempre pueden dejar a un lado sus móviles por unos días o consolarse con hacer fotos a las cabinas rojas de Londres. Un clásico que no falla.
2. Comprar carretes para hacer fotos y diapositivas
¿Carretes? ¿Qué son los carretes? Pues sí: aquellos rollitos que había que cuidar mucho por si se revelaban sin querer y que había que utilizar con precaución porque eran caros y, en ciertos países del mundo, muy difíciles de encontrar. Las cámaras digitales, las tarjetas con gigas y gigas de memoria y algunos smartphones, de calidad impensable hace unos años, se han convertido en la auténtica revolución para el viajero y sobre todo, para el fotógrafo viajero. Para los nostálgicos de aquellos tiempos de carretes y diapositivas, Instagram ha recuperado los retoques vintage.
3. Estudiar y enfocar bien las fotografías antes de hacerlas
Los carretes eran caros, pero más aún era revelarlos. Convenía seleccionar muy bien qué fotografiábamos y cómo. Lo de captar platos de comida sin al tuntún o tomar centenares de tomas, porque alguna seguramente saldrá bien, es algo muy reciente. Los nostálgicos siempre pueden volver a estudiar bien los enfoques, pensar qué se quiere fotografiar, esperar el momento justo y hacer pocas fotos pero buenas.
4. Llevar a buen recaudo el billete de avión
En los tiempos pre-Internet, perder el billete de avión era un auténtico problema. Todo el mundo iba con sus documentos de viaje bien protegidos porque no había forma de viajar si se perdían. ¡Qué revolución la de los billetes digitales con códigos!
5. Llevar todas las guías, mapas y documentación que encuentres sobre un destino
Sin Internet ni Google, la información era un bien muy preciado. Toda recomendación, dirección o contacto que se recibiera sobre un destino se guardaba como oro en paño. Ahora es posible viajar con la información básica de un destino en el smartphone o tableta, y consultar información en cualquier lugar del mundo, aunque una buena guía y un buen mapa nunca están de más y ayudarán a organizarse mejor y a disfrutar de todos los detalles de un viaje.
6. Preguntar dónde están los sitios
“Preguntando se llega a Roma”, dice el antiguo refrán. En realidad se ha quedado obsoleto. Ahora vale con un GPS o con un smartphone con Google Maps. Aunque la verdad es que tenía cierto encanto y era una excusa para charlar con los lugareños. Es fácil recuperar la buena costumbre: preguntando se llega a Roma y se descubren muchas cosas que no siempre están en la red.
7. Disfrutar de los monumentos y de los buenos momentos
Antes, no hace mucho, se viajaba sin la obligación de contar en cada momento dónde se estaba ni colgarlo en ninguna red social. Ni siquiera de fotografiarlo. El fin del viaje era encontrar sorpresas, no compartirlas instantáneamente. Viajar sin compartir es otra forma de viajar que relaja mucho, desconecta más y también tiene su encanto.
8. Enviar postales
En realidad esto es lo que menos ha pasado de moda, aunque se ha transformado por obra y gracia de la tecnología, ya que ahora se envían mensajes por Facebook, Instagram, Twitter, correo electrónico... Pero básicamente se cuenta lo mismo y se siguen poniendo los dientes largos al que se queda en casa cuando se conecta desde el otro lado del mundo.
9. Reservar por teléfono
En realidad esto es lo que menos ha pasado de moda, aunque se ha transformado por obra y gracia de la tecnología, ya que ahora se envían mensajes por Facebook, Instagram, Twitter, correo electrónico... Pero básicamente se cuenta lo mismo y se siguen poniendo los dientes largos al que se queda en casa cuando se conecta desde el otro lado del mundo.
10. Martirizar a nuestros amigos y familiares con el vídeo del viaje
¿Quién no ha sufrido la sesión de fotos o vídeos de algún amigo a la vuelta de su viaje? Horas y horas de pagodas tailandesas, de museos o de un viaje por un río interminable con todas sus anécdotas, gracias y curiosidades. Ahora ya no hay vídeos soporíferos y están de moda los montajes breves, divertidos y dinámicos. Los nostálgicos de los vídeos siempre pueden recuperar la vieja costumbre y proyectar de un tirón las 2500 fotos digitales de un viaje a familiares, conocidos y amigos (que dejarán de serlo de inmediato).
11. Hacer un álbum de fotos
Ya casi nadie los hace pero tenían su encanto. Hay muchos que vuelven a reivindicar el típico y clásico álbum de fotos frente a los archivos digitales de miles de imágenes que al final nadie sabe dónde tiene guardados. El álbum obligaba a una cierta selección y a ordenar y a recordar los buenos momentos para etiquetar las fotos. Así era más fácil compartir los recuerdos y, sobre todo, guardarlos para la posteridad. Los nostálgicos tienen todas las facilidades del mundo para hacer álbumes con sus fotos digitales, imprimirlos y guardarlos, como en los viejos tiempos. Y además, son un magnífico regalo para los compañeros de aventura.
12. Llevarse sorpresas
Con tanta información, tantas redes sociales, tantos consejos previos de amigos online por todo el mundo, tantas fotos compartidas en la red apenas queda hueco para la sorpresa. Cuando uno emprende un viaje sabe prácticamente todo lo que va a encontrar, cómo y dónde lo va a encontrar y qué sentirá en cada momento. Antes de la irrupción del “viajero social” los viajes incluían más oportunidades para la sorpresa... y también tenían su encanto.
Lo bueno de todas estas costumbres “vintage” de los viajeros de otros tiempos es que quienes quieran volver atrás, pueden hacerlo para redescubrir otra forma de viajar. Pero los que miran al futuro tienen miles de herramientas a su alcance para disfrutar de los viajes del siglo XXI.