10 formas naturales de conocer gente viajando

Escrito por
Varios autores de Lonely Planet

12 Julio 2018
5 min de lectura
© Bart_Dubelaar_Getty_Images
En tren por los Pirineos orientales, Languedoc-Rosellón, Francia

Consejos que ayudan a cultivar la compañía en un viaje

Podría decirse que el mayor temor de quien viaja en solitario es la idea de sentirse solo: la perspectiva de noches frías sentado junto a una lámpara, sollozando, con un raído ejemplar de Comer, rezar, amar entre las manos, mientras el jaleo de la fiesta del piso de abajo retumba por toda la habitación.

 

Es un miedo basado en una falacia: los viajeros, al fin y al cabo, suelen ser gente sociable, pero para ayudar a romper el hielo –algo que a veces cuesta un poco –, aquí van 10 recomendaciones:

 

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Los circuitos a pie son una excelente opción para familiarizarse con una ciudad y con otros viajeros © Park Si-Hyeon / Getty Images
 Los circuitos a pie son una excelente opción para familiarizarse con una ciudad y con otros viajeros © Park Si-Hyeon / Getty Images

1. Participar en un circuito a pie

No solo es una forma estupenda (y a menudo gratuita) de descubrir una ciudad sino que, además, la naturaleza de estos circuitos invita a conversar. Si el grupo es reducido, un buen guía siempre pedirá a los participantes que se presenten diciendo su nombre y procedencia, lo cual da pie a charlar con el resto de gente por el camino. Una parada para tomar algo o una comida en grupo es también una excelente oportunidad para socializar.


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2. Conectar en línea

En los últimos años han surgido un montón de apps para ayudar a los viajeros a conectar entre ellos en plena ruta. Destacan, sobre todo, Tripr y Backpackr, que permiten conocer a personas que viajan al mismo destino. EatWith ofrece la posibilidad de asistir a una cena organizada por un chef local, y Sofar Sounds conecta al viajero con músicos que ofrecen conciertos íntimos en locales informales.

 

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Las zonas comunes de los albergues favorecen la interacción social © Rawpixel.com / Shutterstock
 Las zonas comunes de los albergues favorecen la interacción social © Rawpixel.com / Shutterstock

3. Alojarse en albergues

Los albergues son la baza esencial para el viajero solitario que desea socializar, y además no todos son anodinos y aburridos. Los dormitorios colectivos invitan a charlar o –lo más común– a discutir por el aire acondicionado; y las zonas comunitarias acogedoras son el sitio ideal para conocer a otros viajeros y compartir con ellos unas cervezas. Si el viajero no se aloja en un albergue, que se informe en las webs de los grandes albergues sobre eventos: muchos de ellos programan circuitos, cenas, salidas a pubs y otras actividades abiertas al público general.


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4. Alquilar una habitación

Tanto si se practica couchsurfing como si se alquila una habitación a través de Airbnb, lo ideal es alojarse en un sitio donde uno pueda tener contacto con el anfitrión. Los lugareños que comparten su hogar con entusiasmo suelen ser gente muy sociable, con ganas de conectar con los visitantes y ofrecerles un punto de vista local que realce la experiencia del viaje. La afabilidad del anfitrión puede deducirse a partir del anuncio y los comentarios de huéspedes anteriores.

 

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Gente sentada en taburetes y comiendo en la barra de un bar de Singapur © ZDL / Shutterstock
 Gente sentada en taburetes y comiendo en la barra de un bar de Singapur © ZDL / Shutterstock

5. Comer en la barra de un bar

Comer en la barra no solo permite ahorrarse el trago de pedir mesa “para una persona”, sino que también ofrece la oportunidad de charlar con el comensal de al lado (que, quizá, también coma solo), con clientes que toman una copa o con el camarero; a veces el personal hace un esfuerzo por hablar con los clientes que están solos, y siempre existe la posibilidad de ganarse un cóctel por gentileza de la casa.

 

6. Participar en cursos y encuentros locales

Desde cursos de cocina hasta lecciones de tango, las clases dirigidas a los visitantes ofrecen la ocasión de conocer a otros viajeros con intereses compartidos o –según lo complicada que sea la actividad– con la misma torpeza. Quien no sepa por dónde empezar, que pruebe suerte en Meetup, una comunidad con casi 30 millones de miembros en 184 países; que facilita encontrar algún evento de interés durante el viaje, desde consejos fotográficos hasta discusiones filosóficas.

 


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7. Ofrecerse a tomar fotografías

“¿Quieres que te saque una foto?”, con el gesto universal de disparar la cámara, quizá sea la forma menos notoria de iniciar una charla con un desconocido en un país ajeno. Si se detecta a otro turista intentando sacarse una selfie de calidad, uno siempre puede ofrecerse a echar una mano; será el preludio natural a una charla que podría dar lugar a una bonita amistad.

 

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Un circuito de alta intensidad en grupo ofrece camaradería y la sensación de un gran logro © Nebojsa Zabrdac / Shutterstock
 Un circuito de alta intensidad en grupo ofrece camaradería y la sensación de un gran logro © Nebojsa Zabrdac / Shutterstock

8. Apuntarse a un circuito en grupo

Ya sea en una ruta por carretera a un pueblo remoto o en una excursión de un día por la montaña, los circuitos en grupos reducidos ofrecen experiencias que quizá no sean posibles –o viables económicamente– para el viajero independiente. En los grupos reducidos se genera una sensación de camaradería, sobre todo cuando hay actividades desafiantes de por medio, y los largos trayectos en vehículos abarrotados requieren de una buena charla para soportar mejor la experiencia.

 

9. Realizar un voluntariado

El voluntariado ofrece a los viajeros la oportunidad de beneficiar a la comunidad local que visitan. También es una excelente forma de mezclarse con lugareños y otros voluntarios, y a menudo constituye una experiencia de lo más gratificante. Sin embargo, los entresijos de la industria del voluntariado –apodada ‘volunturismo’– no siempre son transparentes. Conviene informarse bien sobre cualquier organización antes de comprometerse, para saber a ciencia cierta que la experiencia es más positiva que negativa para la comunidad.

 

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Saludarse en cualquier parte del mundo © Vivek Chauhan / Lonely Planet
 Saludarse en cualquier parte del mundo © Vivek Chauhan / Lonely Planet

10. Simplemente, decir “¡hola!”

La especie humana ha sobrevivido durante 200 000 años gracias a su capacidad de comunicarse. Puede que los viajes sean la única situación de la vida en la cual toda la gente con la que uno se topa está dispuesta a relacionarse. Todos los viajeros solitarios están apartados de sus amigos y familias, y es probable que deseen socializar. El viajero está en un lugar extraño y nadie le conoce: que pida una bebida en el bar del albergue, se siente en alguna parte y salude a los que le rodean, incluso a esa persona sola y cabizbaja que mira el móvil. No tiene nada que perder.

 

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