Por qué visitar Umbría
A la misma distancia de Florencia que de Roma, Perugia, la capital de Umbría, parece a la vez íntima e infinita. Es un auténtico tesoro para los amantes del arte y una delicia para los gastrónomos, y está lo bastante alejada de las rutas convencionales como para que incluso el viajero más avezado descubra algo nuevo. También es la base perfecta para explorar los pueblos en las colinas que hacen que Umbría sea tan maravillosa y, además, está llena de joyas gastronómicas y culturales que pueden competir con las de las mejores ciudades europeas. Y lo que es más importante: Perugia se adapta a una amplia gama de presupuestos a la vez que conserva esa sensación de ser accesible a todo el mundo.
Perugia es la ciudad que el viajero estaba buscando y que creía que ya se había perdido; la ciudad que el viajero temía que hubiera desaparecido, pero que lleva esperándolo todo este tiempo.
Cuándo ir
Como con todos los grandes amores, elegir el momento adecuado lo es todo cuando se trata de visitar Perugia. Según cuando se vaya, los colores, los sonidos y los sabores de la ciudad cambian.
Otoño y principios de invierno (sep-dic)
- Legiones de estudiantes regresan a la enorme universidad de Perugia en otoño, que implica la promesa de trufas frescas, la vendimia y mucho chocolate.
- Festivales gastronómicos como el Eurochocolate atraen a productores y gastrónomos de todo el mundo.
- Umbría cobra vida durante la temporada navideña, con árboles de Navidad de cerámica de Deruta pintados a mano, y espectáculos de luces en la localidad de montaña de Gubbio que son visibles desde kilómetros a la redonda.
Presupuesto diario
- Habitación doble en hotel de precio medio: 150-200 €
- Cena de tres platos en un restaurante local: 30-40 €
- Panino con porchetta: 3-5 €
- Entrada a la Galería Nacional en Perugia: 10 €
- Copa de vino de la casa: 3-5 €
- Aparcamiento diario en las inmediaciones del centro urbano: 10-20 €
Itinerarios perfectos
Cómo enamorarse de Umbría en cuatro días
Orientarse en Perugia puede requerir un tiempo; las poblaciones en colinas suelen ser complicadas y esta no es una excepción. Si se va en automóvil, hay que tener presente que la mayor parte de los aparcamientos están fuera del centro, pero las escaleras mecánicas que conducen hasta el centro urbano en lo alto de la colina permiten llegar en un rápido paseo (dependiendo, evidentemente, del equipaje que se lleve). Muchos hoteles ofrecen aparcamiento privado; conviene consultarlo antes de llegar.
Perugia está comunicada por tren con las principales ciudades italianas, una opción práctica si se quiere evitar el quebradero de cabeza del tráfico. La estación de trenes está al pie de la ciudad, por lo que para llegar al centro hay que tomar el peculiar MiniMetrò (billete 1 €; bono de un día 5 €). Su forma achaparrada es un poco extravagante, pero es eficiente, limpio y circula los siete días de la semana.
Día 1: Perfección en Perugia
Umbría durante el EuroChocolate. © Flavio Vallenari/Getty Images
Si al viajero le gusta madrugar, cuando se levante al amanecer se encontrará los callejones medievales del centro repletos de barrenderos limpiando la suciedad de la noche anterior. Cuanto más tiempo pasa uno en Perugia, más cuenta se da de que se vive mucho al aire libre, independientemente de la época del año. Los clientes de los bares invaden las aceras y las conversaciones resuenan alrededor de la Fontana Maggiore, la fuente medieval que es el punto focal del centro urbano desde que se completó en 1277. El viajero acabará en este lugar a lo largo del día, por lo que se recomienda tomar el primer (o el segundo) capuchino matutino en el Turan Cafè en Piazza IV Novembre, y así podrá considerar que ya ha plantado su bandera. Si el viajero se levanta un poco más temprano y quiere unirse a los barrenderos para una ronda de cafés, el Caffè dal Perugino, a la vuelta de la esquina de Piazza Matteotti, abre todavía más pronto.
No importa en qué lugar de Perugia se esté, nunca se estará demasiado lejos del imponente Palazzo dei Priori, el centro cultural, cívico y administrativo de la ciudad. En sus plantas superiores se halla la Galería Nacional de Umbría, que alberga una de las mejores colecciones de arte renacentista del mundo. Abarca seis siglos y exhibe obras de maestros como Pietro Vannucci (más conocido como El Perugino en referencia a su ciudad natal), así como el emblemático Políptico de San Antonio de Piero della Francesca (sala 13).
En 2023 se celebrará el quinto centenario de la muerte del célebre artista. La Galeria Nacional le rendirá homenaje con la exposición “El mejor maestro de Italia” que se celebrará entre el 4 de marzo y el 11 de junio. La muestra contará con importantes préstamos de algunos de los más prestigiosos museos nacionales e internacionales como la Galería de los Uffizi, el Louvre de París y la Galería Nacional de Washington
La arquitectura del palazzo es tan impresionante como las obras que exhibe en sus paredes; tardó casi dos siglos en completarse, por lo que presenta una mezcla de estilos medieval, renacentista y barroco.
A la hora del almuerzo hay que imitar a los lugareños y dirigirse a alguno de los muchos restaurantes de Perugia. Tanto si apetece una comida completa como un bocado sobre la marcha, se recomienda la Osteria a Priori, un popular establecimiento de Slow Food con un íntimo comedor y una excelente selección de vinos, aceites de oliva y otros productos locales para llevarse a casa. El restaurante, abierto para almorzar y cenar, sirve especialidades como torte al testo (exquisitos panes planos umbros) caseros, untuoso ragù bianco di Chianina (elaborado con carne de una raza local de bovino) y excelente vino tinto Sagrantino di Montefalco, uno de los favoritos de los locales. Si el viajero necesita echarse una siesta, la osteria queda muy cerca del encantador Hotel Priori Secret Garden.
Día 2: Armonía con la naturaleza, y mucha cachemira, en Solomeo
Piazza IV Novembre en Perugia. ©Marco Rubino/Shutterstock
Tras disfrutar de un despertar sin prisas y de un tranquilo desayuno de cornetti y varios capuchinos, se va a visitar Solomeo, a menos de 30 min en automóvil de Perugia. Apodada “la aldea de la cachemira y la armonía”, Solomeo es el lugar natal y sede central de Brunello Cucinelli, famoso en todo el mundo por su fabulosa ropa de lujo y, en particular, por sus prendas de punto de cachemira. Pero este no es un viaje de compras normal, y Solomeo tampoco es una población corriente: Cucinelli ha transformado este lugar en un museo textil al aire libre y en una oda viviente a la belleza, la filosofía y la naturaleza. Se puede pasear por sus estrechas calles y leer citas y poemas pintados en azulejos artesanales, o visitar el monumento de marfil a la Dignidad Humana en el valle que hay por debajo. Y, si se tiene suficiente dinero para comprar un recuerdo, la tienda insignia de Cucinelli es una encantadora muestra de cachemira y buen gusto.
Una vez que el viajero ya haya tenido su dosis de armonía (y cachemira), puede volver a Perugia para dar un paseo al atardecer y recorrer la imprescindible Via dell’Acquedotto. Este antiguo acueducto, que antaño llevaba agua hasta la Fontana Maggiore, actualmente conecta los barrios del centro storico y Porta Sant’Angelo mediante una estrecha e increíblemente romántica vía bordeada de casas y jardines secretos que pueden contemplarse mientras se pasea. La iluminación ámbar de las farolas ofrece la luz suficiente para encontrar el camino de vuelta al centro y, luego, se sigue por Corso Cavour hasta el comedor de L’Officina Ristorante Culturale.
Antaño un taller de reparación de básculas, este espacio ahora es un tributo al sector y el ingenio de la artesanía umbra, lo que se refleja en sus menús y sus maridajes con vino. Se recomienda probar uno de sus muy asequibles menús de degustación: el “menú tierra” incluye clásicos como conejo, en el “menú mar” hay un fabuloso risotto de marisco y el “menú vegetariano” pone de relieve las deliciosas lentejas y alubias autóctonas de Umbría. Se puede redondear el día con un licor amaro di capo en el bar apropiadamente llamado Secret Garden del Hotel Priori.
Día 3: Peregrinación a Asís
Uno de los destinos más populares de Italia atrae no solo a turistas, sino también a miles de peregrinos. Asís, la ciudad natal de san Francisco, tiene como elemento central una espectacular basílica del s. XII que toma el nombre de una de las figuras más importantes de la Iglesia católica. A menos de una hora de Perugia, Asís está bien comunicada por tren, es fácilmente accesible en automóvil e incluso comparte aeropuerto con la capital umbra. Debido a su importancia, a menudo hay autobuses turísticos abarrotados de visitantes, y nunca se sabe cuándo el propio papa Francisco puede dejarse caer por allí.
Vistas desde Rocca Maggiore. ©Matt Munro/Lonely Planet
Toda la ciudad de Asís está declarada Patrimonio Mundial por la Unesco, y el viajero no tardará mucho en entender por qué. El castillo del s. XIV de Rocca Maggiore ofrece espectaculares vistas panorámicas de la ciudad y de todo el paisaje circundante, por lo que vale la pena recorrer la considerable subida. Asís atrae a más turistas que casi cualquier otro lugar de Umbría y, por ello, en la ciudad no escasean los restaurantes, hoteles y tiendas. Sin embargo, sigue siendo un lugar de gran importancia para los católicos, y siempre está llena de peregrinos y seguidores de la Orden Franciscana. Hay que fijarse en la cruz de tau, el distintivo símbolo de san Francisco, visible en todas partes, desde en altares hasta en tiendas de recuerdos. San Francisco adoptó la tau, la última letra del alfabeto hebreo, como su sello personal, y sus seguidores la usaron posteriormente como signo distintivo de su propia devoción. La tau, que simboliza la protección y la redención, puede ser un maravilloso recuerdo de este lugar especial: en Tomassetti Arte Sacra tienen una amplia selección de artículos de madera de olivo hechos a mano por el artesano local Marcello Tomassetti.
Aunque san Francisco era un famoso asceta, el viajero no tiene que privarse de nada, especialmente en una región con algunas de las aguas termales más puras del mundo. Si apetece, se puede ir al Nun Assisi, un lujoso spa y centro de bienestar con un museo de objetos romanos antiguos que ilustra cómo se han utilizado estas aguas durante más de 2000 años. Se puede reservar para usar el spa durante el día, pero pernoctar allí permite comer y beber en su osteria Benedikto, cuya extensa carta de vinos locales, tanto tintos sagrantino como deliciosos blancos trebbiano spoletino, harán que el viajero se alegre de que su cama no quede demasiado lejos.
Día 4: Encantos rústicos del lago Trasimeno
A menos de 1 h en automóvil de Perugia, el lago Trasimeno está bordeado de pueblos medievales increíblemente bien conservados, donde observadores de aves y pescadores aguardan en silencio a que aparezcan sus objetivos. La vida avanza lentamente por estas orillas y, si lo que se busca es relajarse, resulta difícil encontrar un lugar mejor en todo el mundo. Los pueblos de Castiglione del Lago y Passignano sul Trasimeno ofrecen majestuosas vistas. Y, aunque el viajero escuchará muchos idiomas y acentos diferentes mezclándose en los muchos bares que bordean el lago, jamás llega a parecer que la zona haya sucumbido al turismo de masas. Más arriba en las colinas, Panicale es un pueblo lleno de excelentes tiendas locales, como Marconi La Bottega, el “pequeño supermercado más grande” del pueblo, donde se pueden encontrar productos como la fagiolina del Trasimeno, una alubia que solo se cultiva cerca del lago. Desde lugares elevados con vistas panorámicas, como la Osteria La Loggetta, se pueden contemplar las interminables hileras de olivos perfectamente espaciados; si se planifica bien la visita, puede que se llegue cuando se obtengan las primeras gotas de aceite de oliva umbro de la temporada, lo que suele suceder a finales de octubre.
Si apasiona la gastronomía, el lago no decepcionará. La zona, que produce alimentos geográficamente protegidos, como el azafrán de Città della Pieve y la uva gamay, es un paraíso para los amantes del Slow Food. De hecho, esta zona es tan conocida por sus vinos que, en 1997, se creó la Strada del Vino Colli del Trasimeno para dar la bienvenida a los visitantes con itinerarios que ponen de relieve los diferentes vitivinicultores y sus terruños. El viajero puede establecer su base en Panicale, en el recién inaugurado Rastrello (d desde 250 €), un hotel-boutique y restaurante que también produce su propio y excelente aceite de oliva. Todas las habitaciones tienen unas vistas de la zona circundante que dejarán al viajero sin palabras.
El autor
Virginia DiGaetano
Cuando me mudé a Italia hace casi 10 años desde Nueva York, mi ciudad natal, ya había vivido prácticamente la mitad de mi vida en remotos rincones del mundo bajo la categoría engañosamente general de “investigadora”, principalmente de ciencias políticas. Me llevó algún tiempo admitir que había algo fascinante en quedarse en un lugar tan descaradamente bonito. A pesar de las muchas trabas y sinuosos obstáculos, o quizá a causa de ellos, Italia es el único lugar en el que uno puede vivir después de haber vivido en Italia. Aunque ahora estoy muy segura de esto, no lo estuve hasta que descubrí Perugia.