Pasar la noche en un 'ryokan': Japón

Escrito por
Selena Takigawa Hoy

26 Agosto 2025
4 min de lectura
© Pvince73/Shutterstock
Dormitorio tradicional ryokan, Kurokawa Onsen, Japón

Los ryokan japoneses – posadas tradicionales – ofrecen un vistazo a los interiores tradicionales, la cocina 'gourmet' y la cultura de las fuentes termales del Japón. Están diseñados para favorecer la relajación y conectar con un ritmo más lento y analógico: la idea es pasar la estancia paseando por los jardines, saboreando comidas 'kaiseki' de varios platos, o leyendo un libro con una taza de té verde. 

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Sucumbir al relax

El ritmo es realmente lánguido: una asistente vestida con kimono se desliza por un pasillo antes de desaparecer detrás de una puerta corredera de papel; el cuchicheo de una conversación se filtra desde un comedor; un balsámico susurro de bambú y hojas de arce murmulla desde el jardín. 

No hay que ir a un ryokan si se buscan televisores de pantalla grande, centros de negocios para hacer videoconferencias o bares donde conseguir café exprés para aguantar un itinerario frenético. Aquí, todo va a un ritmo pausado. 

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Dormitorio en un ryokan. ©Blanscape/Shutterstock

Sumergirse en fuentes termales

Viajar a ciudades termales para bañarse en sus aguas terapéuticas es una larga tradición en Japón, que data de tiempos antiguos –incluso se menciona en el Nihon Shoki, una crónica publicada en torno al año 720–, si bien este tipo de viajes, restringido a la clase alta, estaba fuera del alcance del común de los mortales. Las posadas proliferaron hace 400 años por todo el país con el inicio del período Edo, cuando la nueva y floreciente capital, Edo, la actual Tokio, estaba conectada por cinco carreteras principales con regiones exteriores bajo el control del shogunato Tokugawa. Fue precisamente el desarrollo de esta red de carreteras lo que puso el viaje de placer al alcance de más gente.

Hoy en día, los ryokan se diferencian de otros alojamientos en el hecho de que, por ley, se ciñen al estilo de las antiguas posadas japonesas. Aquí se encontrarán tatamis, habrá que descalzarse y se degustarán elaborados platos del día, además de contar con grandes instalaciones de baño (segregados por sexo) comunitarias y camas tipo futón. 

Sumergirse en una fuente termal es estar en contacto con el núcleo fundido de la Tierra: calentado por el magma, nutrido por los elementos. Con esta finalidad, la forma ideal de ryokan es el onsen ryokan, una posada que incluye baños termales naturales, a menudo al aire libre, como los múltiples onsen que se hallan en Ginzanso, en la prefectura de Yamagata. 

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Onsen ryokan en Yamagata ©weniliou/Shutterstock

Las zonas de baño normalmente están segregadas por sexo, pero son compartidas, y los huéspedes deben lavarse bien en una zona de duchas separada antes de entrar en los baños termales. También suele haber aseos en las zonas comunes, aunque muchas posadas ofrecen instalaciones con baño incluido. Algunas, como Ohnuma Ryokan, en la prefectura de Miyagi, tienen onsen de uso privado disponible previa reserva, y es habitual ver a huéspedes vestidos con el yukata (kimono de algodón) que ofrece el hotel, pasando de las habitaciones a los baños.

Gozar de una hospitalidad inigualable

La estancia estándar en un ryokan incluye dos comidas (cena y desayuno), ya sean servidas en la habitación o en el comedor del alojamiento. En algunos de los ryokan más lujosos, como Asaba Ryokan, en la prefectura de Shizuoka, no solo atiende personalmente la okami-san (directora), sino también una nakai (camarera personal). Estas profesionales practican el arte del omotenashi, la hospitalidad japonesa, que consiste en anticiparse a los deseos del huésped, incluso antes de que este sepa lo que quiere. Se trata de pequeños detalles como tener una escolta con paraguas en la puerta del taxi para proteger al huésped de la lluvia en los pocos pasos que median hasta la entrada; o tener un par de zapatillas cuidadosamente dispuesto en la entrada al descalzarse; todo ello para hacer que uno se sienta cómodo, como en casa.

La nakai se encarga de servir las comidas en la habitación. En el ryokan, los platos del día gourmet son de temporada y lucen una elaborada presentación. No hay carta –todo se basa en el producto local fresco–, pero en general pueden adaptarse a las necesidades dietéticas previo aviso. Los suntuosos platos vegetarianos de Tamagoyu, en la prefectura de Fukushima, por ejemplo, pueden incluir tempura, buñuelos de boniato, berenjena asada y marinada, nueces de gingko, sakura mochi (pastel de arroz) y mucho más. 

Cada temporada tiene sus propias recomendaciones. Los baños termales son mejores de primavera a otoño, con los copos de nieve derritiéndose al entrar en contacto con el vapor, una escena particularmente evocadora. En primavera, las verduras tiernas protagonizan la cocina. Los retiros estivales ofrecen un respiro del calor urbano, y los ardientes colores del follaje otoñal constituyen el fondo perfecto para un idilio relajante.

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Paisaje de la ciudad balneario de Shuzenji en prefectura de Shizuoka. ©Princess_Anmitsu/Shutterstock

Momento memorable

Vestido solo con una fina bata y sandalias de madera, el huésped se dirige a las piscinas termales azul lechoso en una visita invernal a Tamagoyu. El aire frío entumece la piel mientras una insidiosa bruma da a la escena un matiz misterioso. Hay que quitarse la yukata y sumergirse en una gloriosa piscina bien caliente mientras el vapor sube hasta las ramas de los circundantes arces color bermellón.

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