Mascate: mar, zocos y calma en la capital de Omán
Entre las montañas y el mar, la alargada ciudad de Mascate, donde los edificios se pintan de blanco por real decreto y la moda de los rascacielos ha pasado de largo, es un remanso de paz en las templadas aguas que la rodean.
Fundada hace muchos siglos alrededor de dos puertos naturales, la capital de Omán ha mantenido, por tradición, un ojo en el comercio del Índico y el otro, en las antiguas rutas del incienso del desértico interior. Hoy, con su respeto por el patrimonio, sus elegantes mezquitas, gusto conservador, selectos cafés y petunias en flor, es la triunfadora silenciosa de la cultura árabe moderna.
Disfrutar el mar
Mascate, Mutrah Corniche, Omán © Emad Aljumah / Getty Images
En muchos sentidos, Mascate (que significa “fondeadero”) vive para el mar, y la pesca sigue siendo una importante industria. Paseando por la Mutrah Corniche, del nuevo mercado de pescado al zoco, es fácil ver que la capital se define por su dinámico puerto, con buques de guerra y cruceros compitiendo por el espacio con clásicos dhows de madera, barcos de pesca y bandadas de gaviotas. Algunas de las mejores experiencias de la capital giran en torno al mar, como nadar en las apacibles aguas del Shangri-La’s Barr al Jissah Resort & Spa, degustar hamour a la parrilla en el premiado restaurante de pescado The Beach, o disfrutar de las vistas al mar tomando una copa en uno de los hoteles de cinco estrellas de la ciudad. Para ver la playa a vista de gaviota se puede ir a Marina Bandar al Rowdha; los barcos parten al alba, escoltados por delfines, rumbo a las zonas de buceo con tubo de Bandar Khayran.
Descubrir el pasado de Omán
Mascate, Palacio del sultán Qaboos, Omán © Jason Jones Travel Photography / Getty Images
Construida sobre el dinero del petróleo y los rendimientos de un buen gobierno, la historia de Omán del último medio siglo, que pasó de la pobreza a la abundancia, es casi un milagro. El flamante y nuevo National Museum, en el corazón de la antigua Mascate, analiza el crecimiento de Omán bajo la dirección del respetado líder del país, el sultán Qaboos, de su pasado como paraje olvidado hasta el país dinámico y moderno en el que se ha convertido hoy. Es buena idea sacarse una selfie ante el extravagante palacio del sultán o visitar la cercana Bayt al Zubair, una villa tradicional con una excelente colección de artesanía omaní, y descubrir la historia viva de Mascate. Para una visión más ‘doméstica’ del pasado reciente de la capital se puede ver una joya poco conocida, el Ghalya Museum of Modern Art, en Mutrah Corniche, que ofrece una mirada a la vida en Mascate antes de que el nuevo sultán diera paso al renacimiento omaní en 1970.
Cenar fuera al estilo local
Mascate, Bait al Luban, Omán © www.baitalluban.com
Si al viajero le gustan los sabores locales, disfrutará con la nueva moda de Mascate: promover la cocina omaní. Hasta hace poco, los platos locales se limitaban a la halwa, un dulce gelatinoso, y a los dátiles con qahwa (café de cardamomo) de los actos oficiales. En la mejor de las ocasiones se podía probar el tradicional shuwa (cordero asado en la arena durante un día) en restaurantes panarabistas como el delicioso Kargeen Cafe. Ahora uno puede sentarse en el suelo de la trillada alfombra comunitaria de Bin Ateeq y comer auténtica comida omaní, u optar a algo más selecto en Bait al Luban. En la casa reformada de un mercader en Mutrah, la carta de este nuevo y carismático restaurante ofrece una selección de platos nacionales, incluido el harees.
Comprar oro, incienso y mirra
Mascate, mercado, Omán © kates0486 / Budget Travel
A los árabes de la península les encanta ir de compras y la región tiene algunos de los centros comerciales más extravagantes del mundo. Mascate no ofrece los excesos del vecino Dubái, pero lo que le falta en marcas selectas lo compensa con carisma. Ninguna visita a Mascate sería completa sin perderse en el laberíntico Mutrah Souq, donde los comerciantes indios llevan siglos vendiendo sus productos. Los pasillos huelen a luban (incienso) del sur de Omán, y brillan con el oro de la dote de las novias. En el resto de la ciudad, sobre todo alrededor de Qurm, se venden cajas de huesos de camello, dátiles bañados en chocolate, alfombras persas y telas de Azerbaiyán, cuentas de piedras semipreciosas y pashminas tan finas que pasan a través de una alianza de boda. Menos fáciles de encontrar, salvo en la Omani Heritage Gallery, en Qurm, son las piezas de artesanía local, como los cestos de piel de camello, las ollas de arcilla y las alfombras de pelo de cabra.
Sumar un día más
Al Hayar, Omán © paduem / www.flickr.com/photos/ginatakesphotos/15226692617
La gran red de carreteras es una de las muchas aportaciones del renacimiento omaní, así que si el viajero tiene un día más, es fácil ir de excursión desde la capital a explorar el legendario ‘interior’ del país. Destaca un recorrido circular alrededor de la Batinah Plain desde la ciudad amurallada de Nakhal. Se puede visitar el fuerte, ver carracas indias de alas brillantes sobrevolar veloces las plantaciones de dátiles, relajarse en los manantiales termales, y seguir la ruta por las imponentes montañas Al Hayar hasta la antigua capital de Rustaq, coronada por otro de los varios fuertes de Omán. Se regresa a Mascate por Sawadi, famosa por su playa alfombrada de conchas rosadas y salpicada de islas accesibles a pie cuando baja la marea.
Consejos
¿Cuándo ir?
Si viajar no es un deporte extremo, conviene no ir a Mascate en verano (may-sep incluidos), hace mucho calor y mucha humedad. Incluso los lugareños abandonan la ciudad en esa época, el calor es insoportable.
¿Qué ponerse?
En los centros comerciales y en las playas se ve algún pantalón corto y algún top de tirantes, pero los omaníes prefieren que sus visitantes respeten la cultura local y se cubran rodillas y hombros.
¿Cómo desplazarse?
El taxi es la forma más fácil, pero un moderno servicio de autobuses, el Mowasalat, comunica los principales barrios periféricos.
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